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"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Danilo Kiš. Una tumba para Boris Davidovich

Volver a Danilo Kiš, una necesidad. Una tumba para Boris Davidovich, dicho con mesura, es una obra maestra de la literatura compuesta por siete relatos de una misma temática histórica, con prólogo de Joseph Brodsky

“Les dije que no los rompieran, pues muchos libros no eran peligrosos, que solamente escondía peligro uno de ellos; y les dije que no los rompieran, pues la lectura de muchos libros llevaba a la sabiduría y la lectura de sólo uno llevaba a la ignorancia, armada de la demencia y el odio”

Un venero noble de exquisita literatura que como  manantial mana sin estridencia. Complace e inquieta al lector exigente. Es esa literatura que nos traslada al pasado no lejano, pero no a modo de evasión para desencantados e ilusos diletantes, que quieren esconder su frustración detrás de una fraseología anodina y desacreditada. Todo, cuando ser un desencantado de lo que se ve y se palpa no debe de llevar al abatimiento y mucho menos a una sorna falsa y vacía. Tal como se van deteriorando las cosas de palacio, optar por el desencanto puede ser una actitud contestataria siempre que no se caiga en el desánimo. “Abajo todo, excepto la derrota” escribió Cernuda.

Un principio ético, cuando la ética es perseguida, significa hacer frente a la cascada de los premios con oxígeno mediático enlatado y subvenciones de ayuntamientos, que con tales aportaciones económicas a la cultura, quieren cubrir un espacio cultural y al mismo tiempo dar lustre y esplendor al escaparate de las apariencias. “Compre una canoa y a remar se ha dicho” era el consejo de aquellos cortos que nos ponía el franquismo después del NODO y antes de proyectar la película censurada, donde una “hermana” y un “hermano” dormían en la misma tienda de campaña con la balada de una pantera como música de fondo. Todo un pecado como ahora lo es esa cara del “guasa” arrabalero y vulgar.

Fueron tiempos duros aquellos, donde ponían multa y daban sopapos por hacerle un corte de mangas a los gritos patrióticos de “¡Gibraltar español!”. Y es que no se podía practicar ni la ironía. Todo tenía que ser por Dios y por la Patria. Por lo cual no debe de crisparnos mucho esa España irredenta que patalea por esto de la recuperación de la Memoria Histórica. A los pueblos no se les puede extirpar o falsificar su memoria. Este es el íntimo y sentido planteamiento de tan enternecedor y bello libro. La libertad contra la intolerancia y la ignorancia premeditada.

Una tumba para Boris Davidovich, dicho con mesura, es una obra maestra de la literatura compuesta por siete relatos de una misma temática histórica, con prólogo de Joseph Brodsky. Se siente al leer esta joya literaria la tierna sensación de solidaridad humana, cuya reacción no es otra que tasar fiel e insobornable esta apuesta de situar las vivencias en su justo término. Indagar en el mecanismo del fanatismo y la intolerancia, aunque se pueda ser consciente de que toda revolución con el paso del tiempo devora a sus mejores hijos para convertirse en un remedo, la degeneración de la burocracia del poder dictatorial, la tentación del dinero.

Este es el contenido de la obra: revolucionarios y agentes secretos, idealistas y oportunistas, víctimas y verdugos. La vida y milagros de los eternos perdedores. Pero si se quedara todo ahí, la historia sólo tendría el valor de la denuncia, sin embargo en estos relatos, especialmente en el que da título al libro, como señala Joseph Brodsky, posee “una honda excelencia que dora a sus moribundas metamorfosis de una belleza adicional”. Es la belleza que conmueve y aprisiona emanando ternura y entereza los personajes. No se origina odio, tampoco clemencia por los perseguidos, la altura de ideales y creencias lo impide porque no renuncian a la idea, sino que hicieron frente a los manipuladores y verdugos.

Relatos sobre personajes judíos que de distintas maneras y comportamientos han vivido y padecido la convulsa agitada y no menos sangrienta historia del siglo XX. Revoluciones y utopías, guerras, destrucción de la esperanza por aquellas crueles dictaduras que aniquilaron todo signo de libertad y crítica en la vieja y lastimada Europa. En una de sus novelas Danilo Kiš escribió: “Más vale estar entre los perseguidos que entre los perseguidores” Él fue un ciudadano y escritor vilmente calumniado y perseguido, tachado de plagiador de autores como Solzhenitsyn, James Joyce, Mandelstam, Jorge Luis Borges. Falsos testimonios contra quien logró crear una obra propia provista de valores éticos.

Bien conocida es por quienes han padecido y padecen persecución y descalificaciones, “que toda acusación formal no es más que la punta de un enorme iceberg de odio real”, como se señala en el prólogo. Estas son las historias del escritor Danilo Kiš (1935-1989), nacido en Subotica (Serbia) de madre montenegrina y padre judío. Que en 1972 provoco con su relato Una tumba para Boris Davidovich, un violento escándalo por parte de los comunistas estalinistas para quienes Moscú era la Roma eterna del comunismo y la verdad absoluta.