Lola Rodríguez Martínez

Ejercer la libertad de expresión es desarrollar un derecho inmanente, consustancial a la naturaleza humana y sin el que no puede explicarse la Historia. Precisamente por esto, en democracia, su desarrollo solo debe estar limitado, inexcusablemente, por el respeto al prójimo, sea próximo o contrario. Cuando, irresponsablemente,  se práctica obedeciendo únicamente al ánimo eviscerador, manifestando propios complejos, limitaciones, odios y fobias; persiguiendo, bastardamente, la destrucción de la dignidad o la honra del otro, entonces se viola su esencia y finalidad. Cayendo en el libertinaje inexpresivo.

Esto creo que ha ocurrido con la Jornada Mundial de la Juventud, la asistencia del Papa y un número más que exorbitante de jóvenes a ella. En muchos casos, no en todos, se ha dicho, actuado y, sobre todo, escrito con inquina, arremetiendo   gratuitamente contra la Iglesia; con el solitario propósito de zaherirla. Aunque olvidando, torpemente, la histórica lección de que los ataques frontales y la persecución superflua la promocionan y desarrollan, fortaleciéndola. Esta, es una Institución de hecho y derecho que ha ilustrado en ocasiones y emborronado en otras, páginas de nuestro devenir desde hace 2000 años y conserva su vitalidad.

Por otra parte, se agradece que toda crítica sea racional,  no concebida con las tripas, y aunque pueda admitirse incluso el poco o ningún ingenio, la grosería, la falta de gracilidad; igualmente es evidente que la zafiedad, en la opinión, siempre dice mucho del que la vierte.

Entiendo el inconformismo y que con la que esta cayendo, se aduzca al coste para el erario público de la JMJ. Aunque también recuerdo que durante los últimos años, precisamente los que la censuran sonrieron a la conversión del B.O.E. en un obligatorio cepillo,  para financiar endebles causas variopintas y hacer repartos nada gloriosos. No comprendo, sin embargo, a los que fingiendo persiguen alzarse como estandartes o dontancredos de otros, porque son poco o quisieran ser más. Insustanciales, se parapetan tras la libertad de expresión para dirigir insultos fáciles, prosaicamente sexistas, contra mujeres por su condición de jóvenes participantes en la Jornada, componentes de órdenes religiosas o miembros de asociaciones católicas.

Al respecto, pienso que nunca tendrán justificación la intolerancia o la idiotez, ni las dos a la vez.

Lola Rodríguez Martínez

Secretaria General de la Asociación Mujeres en Igualdad de Cabra.