No es porque en estos últimos días se hayan producido varios sucesos escalofriantes, donde los agresores son menores, por lo que escribo sobre el tema, yo diría que aprovecho estos lamentables episodios de esta España negra para seguir clamando, aunque sea al cielo, por la reforma inmediata de la Ley del Menor. Y digo seguir porque no es la primera vez que lo hago, y para mi pesar tampoco creo que sea la última. Soy consciente de que es un tema polémico y difícil de desarrollar por completo en la extensión que da un artículo, pero no aguanto más.
Desde que se aprobó la tan traída y llevada Constitución, que en su día fue un hito de vanguardia y progresismo, aunque ahora es evidente que debe ser retocada, se han hecho leyes en España que, bajo mi punto de vista, se han pasado de garantistas y de progresistas, y es que pasarse de progresismo ya decía yo que llevaba a caer en el cursiprogresismo tan dañino.
La Ley del Menor data del año 2000, cuando Aznar gobernaba y estaba a pocos meses de sacar la mayoría absoluta en las elecciones de ese año. Luego es una ley de un gobierno de derechas. Puede esto resultar tan paradógico como que también bajo la dominación de “Ansar” se pusiera fin a la obligatoriedad de cumplir con el Servicio Militar, pero no nos confundamos. La Ley del Menor fue pasarse de la raya, fue caer en la trampa de por querer dar una imagen de progreso derivar en una ley que iba a permitir situaciones muy injustas. Lo otro fue terminar con algo sin sentido en la época que se vivía, por mucho que ahora los franceses quieran revivirla en su país con una duración de un mes.
Y luego, recordemos, llegó Zapatero y no podía ser menos, se dijo, para progre yo y voy a rematar la faena modificando el Código civil superprotegiendo a los niños, vamos, que dar una colleja a tu hijo te podría traer gravísimas consecuencias. Y no les grites que los traumatizas. Otro pasito para darle alas a los que con maldad han denunciado a sus padres por reprenderlos o intentar educarlos, inventando supuestos malos tratos que, en muchos casos, los jueces han terminado por no creer ya que sólo existía la palabra del menor contra la de los padres. Mira tú por dónde estos “niños” son sabedores de toda su protección legal, ¡caramba con la inocencia de estas criaturitas de 12 y 13 añitos! La inmensa mayoría de los lectores seguro que no están traumatizados ni por los gritos que les dieron, ni por las collejas que merecidamente se llevaron de pequeños, yo no lo estoy, y no necesité que me dieran la opción de denunciar a mis padres, ni a mí se me hubiera ocurrido tal sandez.
Pero esto de hacer inimputables a los menores de 14 años, y a los que ya los tienen cumplidos protegerlos de la cárcel para que ingresen en Centros de Menores (que tendrían una conversación aparte por lo de esperar para entrar a la cárcel a los 18) es del todo absurdo si estás acostumbrado a tratar con gente de esas edades. Lo mismo que te encuentras a niños que con 14 años son muy ingenuos y poco conocedores de las miserias y las grandezas de este mundo, te encuentras algunos que con 12 o 13 años llevan andado un camino que a veces cuesta imaginar en la sociedad actual, pero que son capaces de las mayores fechorías sin pestañear, sabiéndose, porque eso sí que se lo saben, inimputables. Siglos atrás, un niño del pueblo de 10 años era otra cosa, pasaba de la niñez a la edad joven casi sin darse cuenta, y ya conocía el lado oscuro de la vida que le tocó vivir, viéndose en muchos casos abocado a acudir a la delincuencia para sobrevivir. Eran otros tiempos.
Hoy día, como padre me costaría trabajo encajar que un hijo mío con 13 años fuera capaz de matar. Para los padres de hoy nuestros niños siempre serán niños, y lo serán vistos desde el punto de vista de la inocencia. Yo en casa de mi madre sigo siendo el niño cuando ella se dirige a mi hermana para referirse a mí. Esto, con lo que algunos se habrán identificado, es totalmente entendible y ojalá siempre fuéramos todos niños inocentes durante nuestra vida, pero esa no es la realidad. Lo mismo que crecemos y perdemos gran parte de esa inocencia, hay algunos que la pierden con 11 años y con 12 son todo lo contrario a inocentes, incluso hay algunos que ya vienen de fábrica así, con una maldad inusitada imposible de entender.
Cuánto se habla de los niños tiranos, los niños que no aceptan un no, que martirizan a los padres y son verdaderos cánceres en la escuela. Cuánto se habla de los niños malcriados, maleducados por familias que no se ocupan de ellos nada más que para darles lo que piden. Cuánto se habla de otros sobreprotegidos por unos padres equivocados que pretenden que su hijo no sea amonestado cuando haga acciones inapropiadas, creyendo que eso le hará bien sin tener en cuenta que el niño crecerá y se les escapará de las manos. U otros, que para su desgracia han nacido marcados en familias totalmente desestructuradas, donde no existen los valores más básicos y la delincuencia es la forma “normal” de vivir para ellos. Cuánto se habla de todos ellos, muchos son los que, bajo mi punto de vista, deberían de estar quitados de esos ambientes nocivos, pero sin embargo vemos que las Administraciones competentes no son capaces de dar ese paso. Se da en circunstancias ya límites, pero habría que darlo antes de llegar a ellas, para que así esa criatura tenga un mínimo de esperanza de tener una vida lo más parecida posible a la de nuestros hijos.
Hay que dejarse de tanta tontería, por h o por b hay niños de 12 y 13 años que son capaces de todo, de robar, violar, asesinar. Se ven por las calles de las ciudades en pandilla y lo menos que piensas de ellos es que son niños inocentes. No nos equivoquemos, su edad mental no es la biológica, son mucho mayores y son conscientes de todo lo que hacen y de sus consecuencias. No nos equivoquemos defendiendo una Ley del menor injusta por querer ser progres comprensivos, con este tipo de “niños” no se puede tener la misma idea de niñez que con los que viven una vida normal, no queramos que todos sean iguales porque eso es una falacia. Lo que sí deben de ser todos iguales es ante la ley. Por eso es necesario que cambie la Ley del menor, nada deben temer los padres que educan a sus hijos adecuadamente, se ocupan de ellos y velan porque su comportamiento no sea delictivo. Que teman los demás, porque yo prefiero eso a tener que oír que los mayores de un barrio viven atemorizados por “niños” que los tienen amenazados y que incluso llegan a asesinarlos. O a “niños” que violan a uno de 9 en el recreo de un colegio, o a los “niños” que intentan violar a dos mujeres de 30 y 40 años; esto oído sólo en la semana pasada.
Como se dice en la calle, dejémonos de tonterías y que cada palo aguante su vela, que esos supuestos “niñitos” tienen ya los huevos negros. Que hay que quitarse la venda del cursiprogresismo, que es retrógrado y muy nocivo, aunque venga de la mano de psicólogos, sociólogos y demás …ólogos con áurea de chachis piruli, guais del Paraguay.
Y que nadie piense que para mí todos los niños o jóvenes son así, estos son una excepción, cada vez más creciente, pero una excepción, la mayoría de los chavales son como nosotros fuimos, más protegidos, sí, pero en el fondo chicos que crecen en la era que les ha tocado, con sus virtudes y defectos, y en el buen sentido de la palabra, buenos.