Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Almas muertas y tarjetas de crédito

“El paleto perfecto es el que nunca se asombra de nada; ni de su propia estupidez”

                                                                                   Antonio Machado

     Me escribes amigo Pedro indignado por la corrupción de movimiento continúo y protección oficial con  la que  la villanía del poder maltrata nuestro diario malvivir en esta patria llena de remiendos y mentiras por los cuatro costados, mientras los vo­ceros del régimen pretenden hacernos ver que es plata fina y no hedionda chatarra de inmundo basurero lo que nos contamina. Yo te digo, que nobleza obliga a toda persona sensata a cambiar los sofocos por denunciar las mentiras apoyadas en la cita que encabeza esta crónica, del poeta de España que, por mucha modernidad, con mi respeto a ella, es meridiana actualidad siempre ligera de equipaje igual a los hijos de la mar.

     De aquí la lectura como elemento de defensa y refugio, ante tanto desvarío, mediocridad y explotación de los “menos favore­cidos por la fortuna” (cinismo  eufemístico). Resultando que la noticia sobre las tarjetas de las desvergüenzas y lo que te rondaré morena, me coge con una nueva lectura de Las  Al­mas Muertas  del gran escritor Nikolai Gogol (1809-1852, uno de esos fabulosos  maestros de la literatura rusa junto a León Tolstoi, Dostoievski, Pushkin  o Chéjov, extraídos de la amplia gama que nos ha donado aquella inmensa geografía.

      Estremece la calidad y hondura crítica de esta obra, por la actualidad que puede significar en el calendario de despropósitos en nuestra madrastra patria. Porque Las almas muertas de Gogol, es constancia viva y acusadora del deber y compromiso literario con un pueblo por encima de los partidismos y el pesebre asegurado para los coros agradecidos. Y es que los clásicos al permanecer vivos solo necesitan abrirles una ventana de vez en cuan­do, especialmente pensando en las nuevas generaciones apresadas por el impacto mediático, esos que para que piquen los inge­nuos e ingenuas se suelen exponer  en montones  con apetitosos cartelones en las grandes almacenes para mayor bombazo. Porque si aplicamos el dicho de por mis obras me conoceréis, demos por seguro que estas reediciones de las obras maestras de la literatura protagonizan una continua y moderada muestra permanente.

      Nikolai Gogol pertenece a esa estirpe de autores como su gran ami­go Alexander Pushkin, al que le corresponde por justicia el título de maestro de la prosa rusa del siglo XIX, rico y caudaloso, embriagador y emotivo  insuperable estas almas dormidas, considerada la mejor de sus obras, porque en ella dibuja con una ironía fina y realista de que manera transcurría  la miserable vida del pueblo ruso (“los menos afortunados” según el eufemismo patriotero ibérico). Para ello creó  ese peculiar personaje llamado Chichikov dedicado a visitar ciudades pequeñas logrando relaciones con terratenientes consiguiendo llegar acuerdos y   poder comprar “almas muertas”  es decir la propiedad de siervos fallecidos en aquellas inmensas grandes propiedades de las áreas rurales, para poder presentarlos, haciéndolos constar como siervos de su propiedad vivos y activos al no existir partidas de defusión, con el fin de lograr conseguir créditos del Estado para ayudarlos con fingida justicia humanitaria.

      Es el elemento clave con el que el autor logra la sátira más perfecta que se ha escrito sobre la vida miserable en la Rusia campesina que sumar a la corrupción e ineficacia de las admi­nistraciones de aquellos tiempos semejantes a estos que con cierto disfraz de modernidad caciquil  no tienen mucho que envidiarles en lo que respeta a determinadas componendas de administrativas y bancarias. Una historia real rebosante de humanidad que analiza con ojo crítico y alma del pueblo, la sociedad en su más putrefacto estado de descomposición y mi­seria, interpretada por una larga serie de personajes  que perfec­tamente la escenifican e interpretan, gracias a este maestro de la narrativa. Ficción tan real y emotiva como inolvidable, cuyo contenido justifica su permanencia en la lista literaria viva  actual de calidad. Quienes conozcan esta magistral novela sonreirán si hacen comparaciones. Solo espero, que los pasos que nos llevan a la España irredenta defensa espiritual de Occidente, los poderes establecidos no utilicen también para las próximas lecciones los votos de las almas fallecidas para ganarlas, mientras se dan gol­pes de pecho con los que cubrir el expediente desde el escaparate de la  indecencia y la más descarada mediocridad y falta de escrúpulos. Pues algo que se parece ya sucedió con los emigrantes de allá del charco y el voto por correo cuando las elecciones.

 

Francisco Vélez Nieto

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