Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

¿Política?

En unos días en los que los políticos se han olvidado totalmente de los ciudadanos y solo priman sus intereses personales y de partido (en ese orden), sería bueno tenerlo en cuenta, bien anotado, para reflejarlo en las próximas elecciones, cuando lleguen con su piel de cordero y la mayor de las desvergüenzas a pedir nuestro voto.

Porque mientras en todo el país, los ciudadanos lo están pasando mal, muy mal, con muertes, enfermedades, pérdidas de puestos de trabajo, restricciones que afectaban a muchas situaciones de convivencia… ellos estaban en una inútil pelea dialéctica que a nadie interesa ni conviene.

Ante todo esto me pregunto ¿por qué no le pedimos a nuestros “representantes” las mismas cualidades que tenía Julio Anguita?

Julio Anguita era, como poco, admirado por gran parte de la ciudadanía, aun incluso por los que no tenían sus mismas ideas, su filosofía de vida la aplicaba a la política, era coherente, honrado, fiel  a sus ideas, de principios, metódico, austero, honesto, integro, con sentido común, valeroso, elocuente, inteligente, comprometido, digno, solidario, ecologista, feminista, luchador, justo, generoso, crítico (sobre todo con los suyos). Su voz tenía la fuerza de la verdad, la reflexión y el diálogo. Su figura ha crecido con los años (no como Aznar, Felipe…). Rechazó la política de manual y los catecismos ideológicos y siempre estuvo alejado de las malas prácticas, la mediocridad y las ambiciones personales, que tan a la orden del día están en la actual clase política española. En definitiva una rara avis, que gustaba a gran parte de la ciudadanía pero que desgraciadamente no ha servido de ejemplo para la mayoría de nuestros políticos.

Con la figura de Julio se comprueba que puede haber otra forma de hacer política sin olvidar al ciudadano, por ello es hora de que nos plantemos y les digamos a nuestros representantes, que no nos representan, que desgraciadamente, ellos son parte del problema y no la solución, porque la mayoría, al llegar a conseguir su “sillón”, se creen un peldaño por encima de los demás ciudadanos y nos miran como si fuéramos seres inferiores y, por tanto, no merecedores de ninguna solución, o no al menos hasta que ellos terminen de “acomodarse” en la poltrona.

Clase política que está siendo el hazmerreir del resto de países, y quedando en una posición de poca seriedad cuando salimos al exterior para pedir ayuda o pretendemos vender nuestros productos.