Llamativo resulta escuchar la batería de interesadas declaraciones que el PSOE ha puesto sobre la mesa para asegurarse cuanto antes gobernar la Junta de Andalucía. En la última, fabricada por su portavoz en el Parlamento andaluz Mario Jiménez, se subraya que los ciudadanos han votado de manera decidida (¿36%?) a Díaz para que gobierne en solitario y sin cortapisas y que las organizaciones que rechisten y no le pongan la alfombra pagarán su osadía en las municipales de Mayo.
Proféticamente anunció el castigo semidivino que Andalucía – ya se sabe lo que calienta envolverse con la bandera- tiene reservado a los malévolos que "por su irresponsabilidad, su falta de honestidad a la hora de interpretar los resultados electorales y por haber antepuesto al interés general de Andalucía sus intereses partidarios" no cumplan la admonición.
¡Marchando otra ronda de patrioterismo barato con pinceladas verdiblancas!
Como acostumbramos por estos lares ya ha salido el coro para las loas. Jaleando con las palmas destaca un secretario general de CCOO Andalucía que temiendo haber untado poca vaselina tras analizar el resultado “ha sido lo mejor que le podía haber pasado a Andalucía porque nuestra comunidad necesita un gobierno recién legitimado, capaz de llevar o de buscar las sinergias para el crecimiento económico y la creación de empleo” remachó con un “ quienes estén pensando solo en las estrategias para las próximas elecciones municipales o para las generales de noviembre no están pensando en lo que necesita Andalucía, que es un gobierno que empiece a gobernar con urgencia para que la situación de los andaluces y las andaluzas no se encuentre más tiempo en la incertidumbre”.
Tras degustar la perla, ¿alguien duda a estas alturas de la corresponsabilidad del sindicalismo burocratizado en la situación política y social que vivimos? Estampilla con sus declaraciones la norma de la casa de mezclar sumisión a los gobiernos de turno y compadreo.
Desde el 23 de marzo, con tanta sonrisa y tanto hacer la “v” mirando a cámara, el PSOE quiere ocultar que en las pasadas elecciones obtuvo su peor resultado en la Comunidad Andaluza. La fortuna ha hecho que la avería quedara en un segundo plano porque mientras achicaban el agua vieron hundirse al PP, lo cual puso de manifiesto que para sentirse triunfador basta con conservar un ojo siempre que el rival pierda sus dos.Aunque ya lo hicieron en campaña, otro elemento sonrojante es el abuso en la utilización de los conceptos “Andalucía” y “estabilidad”.
Pese a los intentos de apropiación no sería un error pluralizar el primero y hablar de “las Andalucías”, pues Andalucía es un paisaje mental variopinto que va de la servil, cerrado y sacristía que diría Machado o la de los manijeros que se creen dueños de tanto cuidar el cortijo del amo hasta la doliente y digna. Hoy los “vencedores” intentan con la mezcolanza “Andalucía / Susana” crear una sola acepción y así manipular el sentimiento de pertenencia a una tierra a favor de sus intereses.
Siguen un clásico que va de la construcción identitaria pujoliana “nos agreden, atacan a Cataluña” (para salir de rositas del caso Banca Catalana) a la aznariana de “España va bien” como coartada para el saqueo de lo Público entendiendo por “España” el espacio cubierto por las nutridas cuentas corrientes de los amiguetes favorecidos. Emulan a Luis XIV en la confusión de persona-partido y Estado.
El segundo concepto, la “Estabilidad”, produce directamente carcajadas. Si era el grial buscado ¿por qué adelantaron las elecciones? No había motivos. En la coalición anterior tenían un año por delante, mayoría absoluta de escaños y unos presupuestos recién salidos del trámite parlamentario. Para disimular la cara de timada que se le ha quedado tras la jugada IU nos dice que por fin, tras tanta quina tragada en el cogobierno, llegaba Godot en forma de múltiples leyes cada cual más progresista y el PSOE se asustó del sesgo izquierdista. Quien no se consuela es porque no quiere.
El PSOE buscaba una excusa, la más nimia, para romper y se agarró a la primera (hipotético pronunciamiento de las bases de IU, desconfianza...). Le importó un bledo lo pactado o la estabilidad que ahora pregona. Como siempre fue a lo suyo.
Por ello dan risa argumentos como el “coste que tendría repetir a corto plazo unas elecciones”. Según la propia Junta la jornada del domingo nos costó a los andaluces 11.8 millones de euros. Tirando a la baja el agujero de EREs más cursos de Formación superan los 2.000 millones. Cualquier gobierno que limpie la cloaca seguro que ahorra a la Hacienda andaluza lo suficiente para hacer decenas de elecciones. Una por estación si le tomamos gusto. Y ni así dilapidaríamos la cantidad de dinero público que se quedó en los recovecos.
Por eso cuando escuchemos el manido “mandato de las urnas”, lo primero que debemos preguntar es “¿qué mandato?”. Si los andaluces tuviesen meridianamente claro lo que quieren, como en tantas ocasiones anteriores lo han hecho, hubieran apostado por la mayoría absoluta. Pero no ha sido así. Han fragmentado el voto de manera consciente y al PSOE le han dado la nota menos mala, no sobresaliente “cum laude”, por mucho que quieran engrosar el resultado.
La próxima investidura debe servir para que todo dios se retrate y la candidata con su programa se esfuerce en convencer al resto. Si no lo consigue en las veces previstas por ley que sean los andaluces quienes tomen la palabra y le den o le quiten la razón a los profetas que anuncian el apocalipsis.
A quienes nos situamos en la Izquierda esa variable no debería preocuparnos. Casi con seguridad el PP después de los primeros amagos facilitará el acceso al gobierno de Díaz. O a Ciudadanos terminará por entrarle el consabido ataque de responsabilidad y patriotismo.
Esperemos que IU, como gato escaldado mantenga el tipo y el “no” entre otras cosas porque el actual coordinador tiene palabra. Pese a que el “siempre picas, tonto” suene a música celestial entre los aparatistas amamantados en la escuela valderista que, como las brujas gallegas, “haberlos haylos”.
En el embrollo Podemos se la juega. Es difícil de vender un discurso anticasta o de limpieza mientras se pone la alfombra roja y resulta una manera poco convincente de combatir el Bipartidismo. Además tiene un espejo donde mirarse. Basta con que se lo pida a Maíllo.
Quien menosprecie la capacidad de enredo del PSOE se equivoca. Son maestros en crear bulos como el de la pinza y conseguir un cheque en blanco de la Izquierda por el miedo escénico de ésta a ser acusada de “favorecer a la derecha”.
Si una fuerza política pretende de verdad transformar el Sistema no debe temer las acusaciones. Pero tampoco debe proporcionar excusas nimias para el ataque.
El asaltar los cielos lleva escrito en letra pequeña que uno no puede retirarse batido en el primer contratiempo o la primera dificultad. El problema de que se forme o no gobierno lo tiene el PSOE, no Podemos o IU. En la oposición con propuestas de progreso se sirve a la Andalucía transformadora. Sin miedo y manteniendo las líneas rojas irrenunciables.
Por la cuenta que les trae a los mandamases no van a repetirse las elecciones. Ya se encargaran sus voceros de pregonar lo positivo del Pacto. Si por una extraña casualidad los andaluces somos convocados ya decidiremos.
A IU y a Podemos no hace falta recordarles que a la hora de recortar en Sanidad, Educación o Servicios Sociales el PSOE utiliza las mismas tijeras que el PP. O que ambas formaciones del Sistema comparten la pasión por “ externalizar” servicios sanitarios o primar la educación concertada religiosa en detrimento de la Enseñanza Pública. Basta con dar un repaso a las estadísticas y a la trayectoria seguida en cada campo.
Por lo tanto, en sus ejercicios de caligrafía política es conveniente que ambas organizaciones repitan mil veces, con buena letra, para no olvidar un pilar esencial de actuación “Menos mirar a los sillones y más a la Ciudadanía”.
Los cheques en blanco salen muy caros y en Andalucía siempre terminan cobrándolos los mismos.
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