Las extravagancias son textos que andaban sueltos sin estar contenidos dentro de la legislación canónica de la iglesia católica, o sea, del “Corpus Iuris Canonici". Las de Juan XXII de 1317 surgen como un añadido de las Clementinae y las extravagancias comunes, con setenta decretales de los Papas desde Urbano IV hasta Sixto IV, se editaron allá por el 1500.
No voy a ahondar más en algo que no domino como es el derecho, pero quería que sirviera de introducción para adentrarnos en el tema de la visita del Papa Benedicto XVI a nuestro país para la jornada mundial con la juventud. Poco podré aportar a lo mucho escrito sobre del asunto, pero quiero dejar mi modesta opinión al respecto, que se puede resumir en calificarlo todo como la extravagancia benedictina en pleno siglo XXI.
Y me voy a explicar. La crisis que lleva años asolando al mundo y que se está cebando con los más desfavorecidos, como ha pasado siempre, no ha dejado tampoco inmaculada a la clase media; todos lo sabemos porque incluso conocemos a gente que se ha visto, y se ve sometida a la fusta del paro y no sabe ni por cuánto tiempo. Las bolsas de comida y los comedores sociales no dan abasto. En muchos hogares la situación es asfixiante y las perspectivas de cambio son nulas. Los desahucios por no poder hacer frente a las alegres hipotecas concedidas hace unos años están a la orden del día. El cinturón se aprieta y se aprieta por unos y eso conlleva que se apriete también por otros. Y todo esto hablando de lo que tenemos al lado, en la calle, sin entrar en la macroeconomía que se me escapa del conocimiento y que a duras penas es capaz de explicar lo que está pasando.
Y si nos salimos de lo próximo y vemos lo que está pasando en Somalia, o en Siria o Libia, o en Afganistán o Irak, o en Haití o la franja de Gaza, o en Guatemala o Liberia, da que pensar y me parece mentira que a estas alturas el mundo esté tan involucionado. Tanto es así que estoy seguro que la mano que mece la cuna del mundo es la que decide en cada momento el destino de la humanidad, y esa mano es intocable e inhumana. Pienso que la ONU es un paripé, es una musiquita de fondo con sinfonía de himno y una letra edulcorada que logra calmar conciencias mientras suena a modo de “We are the world” y nada más.
Y mientras el mundo está como está y veo que las religiones son una causa más que provoca que esté como está, me encuentro con que la iglesia católica se dedica a montar we are the worl des en Madrid para la vanagloria de Benedicto, su líder espiritual. Y miles y miles de niños bien se dedican a viajar desde todo el mundo para pasar unas estupendas vacaciones, porque en España somos así de generosos con la iglesia católica y les vamos a favorecer en todo su estancia. Y es que el Papa se lo merece y ellos también. Familias de acogida y entrada gratis a esto y a aquello, comida y baños para mitigar el calorcillo que no falten. Visitas a los ayuntamientos de izquierdas y de derechas que los reciben como héroes, no sé bien por qué logros, pero fotos con alcaldes y concejales para recordar la efeméride no faltan.
Y si ahora comparamos este último párrafo con los dos anteriores, no me queda más remedio que ver como una extravagancia todo este tinglado. Extravagancia no por estar fuera de los códices canónicos, sino extravagante porque social y moralmente muestran una estética indecorosa e indignante que me parece fuera de lugar y atemporal.
Se puede pensar que yo no tengo fe en ningún Dios, y es cierto, y por ende no creo en iglesias, pero siempre me he mostrado muy respetuoso con todo y todos los que no tienen mis ideas y dicen tener una fe ciega. Que, por cierto, me parece una redundancia porque la fe no puede ser de otra manera. Pero en este caso y en estos momentos me cuesta la misma vida respetar este montaje, lo acato y acepto porque no me queda otro remedio, pero lo de respetarlo… como que no. Conozco dignísimas asociaciones que se dedican a traer por vacaciones a niños del Sahara o de Ucrania (AMANS o la de Miguel Vacas) para pasar un tiempo entre nosotros y sé de las dificultades que tienen para que estas criaturas tengan familias que quieran acogerlos. Claro, no es lo mismo acoger a un pobre que a un rico, a un musulmán que a un ultracatólico. Ah, y también conozco inmigrantes que se dejan aquí la piel trabajando para poder mandar dinero a sus familiares que siguen en su país, a los cuales no pueden ver con frecuencia porque el billete de avión es demasiado caro, tan caro como el que han pagado sus paisanos pudientes para venir a España de visita lúdica, con el fin de endiosar a un hombre al que se le atribuyen más deméritos que bondades (y no es lugar ni momento de relatarlos).
¿Es toda la juventud mundial como los que vienen a esta jornada papal? No lo creo, ni mucho menos… gracias a dios. A estos jóvenes los percibo como el colmo de la hipocresía, por un lado con sus guitarritas y sus canciones ñoñas lanzando vivas al Papa y por otro actuando sin cumplir su doctrina. “Ya veremos si dentro unos días no les da por ponerse a engordar…” decía una canción de Jarcha, porque a Dios rogando y con el cuerpo disfrutando, y como no podrán llevar condones para no ser descubiertos en su doble moral… ¿Qué compromiso se le supone a estos jóvenes? Si de verdad fueran seguidores de la doctrina de Jesús de Nazaret estarían comprometidos con los más desfavorecidos, estarían volcados en ayudar al prójimo y no adorarían al becerro de oro con mitra y con toda su pompa y boato. Si ese Jesús fuera Jesucristo, y por lo tanto Dios, se le estarían revolviendo las tripas viendo lo que en su nombre han montado unos cuantos indeseables, lloraría lágrimas de sangre viendo cómo miles de jóvenes de todo el mundo se reúnen en su nombre y en el de su representante en la tierra, y viendo qué tipo de jóvenes son.
Y podría acabar con un repaso a ese ser malicioso llamado Rouco Varela, con un análisis de sus declaraciones y con un recordatorio de su trayectoria. O hablando del gasto que nos supone a todos esta extravagancia. O hablando del país no democrático europeo, llamado Vaticano. Pero no me quiero alargar más, estos temas darían para muchos artículos. ¿Pero para qué? Prefiero además callar no vaya a ser que surdecordoba.com se vea inmerso en problemas por culpa de los talibanes católicos como le ha pasado a un medio digital de Montilla en el uso de la libertad de expresión.
Y hablando de surdecordoba.com, quiero felicitar a sus hacedores por el primer cumpleaños en el ciberespacio siendo fieles al precepto de pluralidad al que se comprometieron. Gracias y a cumplir muchos más.
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