Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

La tragedia del virus de la muerte

Meditar con voz propia obliga a poseer un nivel de formación y equilibrio, situarse en un plano independiente desde el que poder protegerse con el escudo de sólidos razonamientos

A cualquier hora del día o la noche, llueve o ventee, encontremos en todas las cadenas de la televisión las mismas necedades. Nadie señala a los culpables de esta siniestra Guerra Mundial. Pero alguien debe ser el demente Hay momentos en que llega uno a vomitar con algunos de estos tipos que al parecer son políticos. Por fortuna, en mi caso, siempre tengo un libro a mano. Pero no lo tiro a La pantalla, se dañaría el libro.

Cervantes fue un genio por partida doble. La primera por escribir El Quijote. La segunda por escribir parte de tan inmensa obra revolucionaria de las letras de todo el universo en su casa, rodeado de mujeres, hermanas y sobrinas. Todas con sus maridos, amantes y visitantes. Mérito y valor que alcanza la genialidad total.

Los poderes inmovilistas retienen las razones de la lógica, pero estas, temprano o tarde terminan por emerger y ocupar el espacio que les corresponde. Entonces ellos acuden a la calumnia, la mentira y los improperios. Y si es necesario el crimen.

El verdadero destino de Jan Potocki era alcanzar el espacio literario de escritor genial. Y es que nunca aceptó que el mundo para él se limitará al  placer y la comedia de los palacios, las embajadas y los bellos salones de la alta clase de la sociedad europea. Se sentía poseído por magia arrebatadora hacia la escritura tomando como alimento la propia experiencia que extraía  el fruto de su indudable capacidad creativa y sentido crítico del humor. Nunca ausente de una sólida y desafiante crítica social y religiosa.

Meditar con voz propia obliga a poseer un nivel de formación y equilibrio, situarse en un plano independiente desde el que poder protegerse con el escudo de sólidos razonamientos. Es un principio de raíz estoica para sobrevivir frente a la alienación.

Cuando se logra dominar la prisa, ajustarla a un ritmo apaciguado, la visión de las cosas del diario vivir se enriquecen. Cambien el decorado.

No podemos considerar culpable de nada ni autor de delito alguno, a todos los que entran clandestinamente en un país huyendo de la miseria, buscando un trabajo con el que poder alimentar a los suyos. Es posible que entre los que llegan, también se encuentre un hi­potético asesino, el profesional del hampa. Tal vez no quiso serlo, pero la dureza de la vida, las presiones,  explotación, el ambiente hostil, la soledad, pueden convertir al más honesto en un paria incontrolable. 

España es un pueblo de hereditaria e imaginada hidalguía. Gusta de exhibir a la puerta de su casa la frondosidad de sus apariencias con migajas de pan en la pechera, mientras el estómago gruñe holgado sus justas quejas.

Siempre que se guarden las formas y no se juegue con cartas marcadas, y mucho menos con el drama y la belleza en el espacio del sentido de su contenido trágico, las comparaciones literarias e históricas jamás pueden ser odiosas y mucho menos descargo de conciencia o justificación, de aquellas culpas de las que se es consciente y se condenan, pero nunca cómplice.