La obra 'Jazz Café' del escritor cordobés, J. Sánchez Vázquez ganadora del IX Noveno Premio Ciudad de Carmona que convoca y publica Editorial Almuzara, nos recrea y pasea con desparpajo literario por la ciudad de los Califas, donde se ha cometido un asesinato con saña en callejón de malos usos lujuriosos de un crítico de arte de fama mundial. Su novio un joven que todavía no ha llegado a la treintena, se siente dolido e intranquilo ante tan macabro suceso y no menos desconfiado del posible desarrollo del caso según el informe que debe elaborar la policía, especulando que puede cerrarse de forma rutinaria como tantos otros, al ser el criminal suceso uno más propio de líos entre maricones.
Ante tan subjetivo criterio de Adrián Prieto, que es como se llama el amante de la víctima, éste decide angustiado contratar a un detective privado, que en este caso es un personaje heterodoxo, un Marlowe muy andaluz y crítico con la sociedad en la que vive y recuerda el pasado dictatorial con criterios propios muy provocador. Nuestro personaje, de nombre Salvatierra, poseedor de ironía punzante y juicio crítico como debe corresponder a un sabueso avispado del histórico Califato de Córdoba, muestra de oficio y memoria con retranca para llevarse por delante a media ciudad con clarísimos ejemplos de nuestra más reciente historia.
El cadáver ha sido marcado, se supone que a punta de navaja, con un símbolo que puede resultar extraño a las nuevas generaciones, pero demasiado viejo y peligroso para los de mucha edad que, al contrario de nuestros políticos del bostezo, no padecen perdida de memoria ya que se trata de una cruz gamada el sello tallado en la piel. Sello que de nuevo y paulatinamente se extiende como una amenaza fantasma que recorre la desprestigiada y vieja Europa. Esta que padece una pérdida de identidad histórica lamentable mostrando consecuencias diarias más que dolorosas. El macabro tatuaje símbolo de una tragedia sin límite lleva a pensar en alguna secta concreta, siendo el Instituto Anatómico Forense quien debe asumir con precisión las pesquisas. Este es el primer plano de la narración que conducirá al posible lector a través de una trama entre policiaca y social de Jazz Café, firmada por J. Sánchez Vázquez (Córdoba, 1966) que ha logrado el IX Premio Internacional de Novela Negra Ciudad de Carmona, recién publicada por Almuzara. Un texto que surge a partir de "un asesinato en la cabeza" que tenía el autor, que fue buscando "el envoltorio, los aditamentos" para da forma a una narración que también se nutre de su interés por "los movimientos sociales". "Pero siempre he pensado en lo literario, porque como se te vaya la mano con lo social resulta un panfleto", señala el autor, que resulta ser, lógico, gran aficionado a la novela negra.
El autor de Jazz Café toma como ejemplo al inolvidable Vázquez Montalbán "En la novela negra siempre hay un personaje fundamental que es la ciudad, ahí están Vázquez Montalbán, González Ledesma..., y yo quería también que el que lea esta obra sienta la ciudad como personaje". Él ha elegido Córdoba ciudad que al ser su patria chica y grandeza en la historia universal, políticos e Iglesia actuales a parte, pues bien que los vapulea con prosa viva y desafiadora más que justificada. Situando igualmente como punto de encuentro y disparadero de reuniones y análisis ese café cuto dueño es un apasionado del jazz de calidad, sones entrañables propios de mucha novela negra americana muy asumido dicho género en España, unas veces con acierto y otras con sobrepeso del mismo. Claro que peor sería meter en una novela policiaca que transcurre en una provincia andaluza el flamenco puro. Estamos, pues, ante una novela interesante y de amplio abanico que muestra la influencia de los clásicos norteamericanos, la lucha de clases y el tono crítico de lo social, una constante desde la que el autor visualiza la España actual y la de reciente pasado, entre el ir y venir de la intriga policiaca propia del genero. El resultado es una buena novela. Lastima (criterio subjetivo por mi parte), considerar le sobra algo así como cien páginas de secuencias y diálogos no imposibles de sintetizarlos. Sin ellas, lo de buena novela, Jazz Café podría haber adquirido el don de “Una muy buena novela”.