Seicho Matsumoto (1909-19929), es la estrella de perenne fulgor, distinguida y genial muestra de novela policíaca fruto del indagar por Libros del Asteroide, forma de poder ofrecerlo a los españoles amantes de la buena novela negra y a la vez provocar en Occidente una agradable y sorprendente sorpresa. Excelente acierto de la editorial y buen pago la respuesta de favorable acogida, digna de a gradecer, por parte del lector. Arriesgado y sólido logro literario de la apuesta con riesgo en el amplio espacio del mundo literario, distanciándose de la ruidosa y preocupante catarata de libros que se vienen editando en una carrera sin meta por parte de las grandes editoriales, que puede terminar con asfixia ante el exceso de mediocridad de banales títulos desde el equivocado criterio que “es lo que quiere la gente”
Seicho Matsumoto se inició como narrador de novela policiaca allá por los años cincuenta cuando era cuarentón, semejante a otro de los grandes del género en Occidente, Raymond Chandler. Siendo no pocas las dificultades vividas de nuestro autor oriental ya que por aquellas fechas, el género policiaco sufría lamentable serie de persecuciones por parte del gobierno nacionalista de su país al considerarlo antipatriótico y decadente, desde la visión y la idea de encontrar este tipo de literatura contraproducente para el fortalecimiento del nacionalismo a ultranza. Mas lo bueno, cogido de la mano con paciencia oriental triunfó sobre la estrechez mental de la política.
En esta novela de El expreso de Tokio el misterio del que va poseída la narración, que en sus apariencia no se contempla al principio, lo produce dos cadáveres aparecidos en una playa desierta de la isla de Kyushu, suceso compuesto por un oscuro funcionario del Estado y la camarera de un restaurante, que yacen muy unidos con todos los síntomas de ser dos amantes que se han suicidado tomando cianuro
Sin embargo, para el veterano policía del distrito provincial Jutaro Torigai, bien que despierta curiosas sospechas al observar los cadáveres de una simple camarera del restaurante Koyuki del distrito de Akasaka de Tokio y un funcionario cuyo ministerio ha sido objeto de un reciente escándalo de corrupción. “En otoño del año anterior, en ese ministerio había estallado un escándalo de corrupción en el se comentaba que había varios proveedores implicados. La prensa destacaba con cautela como por el momento solo afectaba a los cargos inferiores, pero que en primavera empezaría a salpicar las altas esferas”. Mas nuestro veterano sabueso dado su fino olfato le conducen por unos vericuetos profesionales que decide exponer al subinspector Mihara de la Policía Metropolitana de Tokio, quien toma el caso con tan meticuloso interés que lo lleva a recorrer en trenes la geografía de parte del país, en un y venir de viajes para unir pistas con las que esclarecer el misterio de la pareja convencido de que no ha sido un suicidio. Y dadas las circunstancias que se vienen produciendo a medida que se van hilvanando hechos, sospechas y suposiciones, todo estriba en el juego de salidas y llagadas de trenes por el territorio, adquiriendo la Guía de Ferrocarriles Nacional el protagonismo de ser la llave de todo el proceso instigador que a medida se van atando los múltiples cabos sueltos. La magia narrativa muestra la clave de todo un minucioso andar y desandar entre trenes y andenes estudiados al minuto. Así, que toda la historia se mantiene en un eficaz y minucioso argumento director que va marcando los pasos de las estaciones con los horarios que señalan la salida y llegadas el ir y venir de un anden a otro anden por los horarios de las múltiples paradas. Coartadas y sospechas, tráfico incesante de trenes y viajeros que despiertan recelos. Recreación del paisaje envolviendo el misterio a la vez que va atrapando al lector hasta lograr incluirlo en el compromiso de descubrir un caso que a veces parece alejarse en una cortina humo que oscurece y por otras parte la inquietud de poder atrapar el desenlace.
Muy importante reconocer en el autor su habilidad y capacidad narrativa rompiendo viejas maneras de crear historias, renovando el viejo estilo del género policiaco nacional con la marca occidental, incluyendo en ella críticos y agudos exámenes de invectiva social y corrupción de las altas esferas de la política y las malversaciones. El lector, seguro puede sentirse seguro y fascinado ante el curioso y metódico ingenio manejando esa guía de ferrocarriles del Tokio de 1914 con una precisión de movimiento de fichas dentro de una amenidad intrigante y absorbente.