Siempre he oído decir a los mayores que difícilmente pasaría un siglo sin que hubiese una guerra.
Voy a intentar exponer mis ideas sin alterarme demasiado, porque cada vez que me siento para transcribir lo que pienso, se me agria el carácter de tal forma que lo dejo para que no me salgan más canas de las que ya tengo.
Esta maldita pandemia, dejando a un lado todo lo negativo, penoso y dolorido que está siendo para todo el mundo pero en especial para los españoles, también debemos pensar que algo positivo nos ha dejado o debería dejarnos. Voy a procurar explicarme.
Han sido repetidas las ocasiones que en varios de mis artículos he denunciado la necesidad de que algunos ministerios nunca deberían haberse transferido a las autonomías, ellos son Justicia, Educación y Sanidad. Bajo ningún concepto estos tres ministerios se deberían haber transferido. Son entidades con tal enjundia que no se deberían haber dividido en 17 formas distintas de interpretación dejándolo al libre albedrio del político de turno. Nótese que según la comunidad, existen diversos modelos educativos, se explica la historia de España según conveniencia de la región e ideología política del que ocupe la presidencia de la misma, entre otras cosas. Eso ha llevado a generar un grado de confusión mental, disgregación e incultura, en modo superlativo.
La justicia que siempre se vanaglorió de ser independiente, no politizada, se la significa con una balanza sujeta por una imagen femenina con los ojos tapados, llamada también la Dama de la Justicia, inspirada en la diosa griega Temis, que significa orden, queriendo hacer ver que está basado en el sistema legal y en los principios de justicia e igualdad, sin interferencias ni influencias externas a la ley, no se comporta de la misma manera para todos los ciudadanos, por mucho que nos lo quieran hacer creer.
Del mismo modo si la sanidad dependiera del estado central, en esta ocasión no habría hecho falta promulgar el estado de alarma porque dependería directamente del ministerio de sanidad que sería el que diera las pautas correspondientes a seguir. Nos hubiéramos evitado que el gobierno, basándose en estas circunstancias, decreto va y decreto viene, haga y deshaga a su gusto todo tipo de tropelías presionado por unos y otros componentes del mismo. Ni que decir tiene que las personas responsables de las diferentes carteras deberían ser responsables y verdaderos expertos en el tema, porque como bien se ha podido comprobar, un licenciado en filosofía dedicado a la política, experiencia sanitaria tiene realmente poca, por no decir nula. Además si se deja aconsejar por expertos preocupados más en ideología política que en la salud de los ciudadanos, el resultado es desgraciadamente el que tenemos.
Quiero recordar que en una entrevista que hicieron a Pablo Iglesia en TV en el 2014 dijo muy ufano, “en política no se pide perdón, se dimite”, entonces iba en contra de lo que llaman la casta. Ahora hace poco pidió perdón por no haber informado adecuadamente el problema de la pandemia, claro, ya pertenece a la casta.
Lo que está ocurriendo en nuestro país no dan crédito fuera del mismo, la corrupción en cubierta que hay, la demagogia, los engaños informativos, la ineptitud gubernamental, la incultura y soberbia política, la magnitud de cargos políticos en un país con tantísima deuda externa estando al borde de un rescate por parte de la UE. Si a esto añadimos la manipulación para cambiar la monarquía parlamentaria por un régimen totalitario tan evidente, ha hecho que los inversores pongan pie en polvorosa y los capitales salgan de estampida.
La pandemia económica que se va a producir va a ser tan dramática como la sanitaria, evidentemente la pérdida de un ser querido no es comparable con nada, me refiero a la magnitud del problema. Miles de familias sufrirán el desempleo, el paro, la desilusión en la población hará mella, porque cuando se estaba viendo salir un poco del túnel, volvemos a entrar en él en peores circunstancias.
Siempre he oído decir a los mayores que difícilmente pasaría un siglo sin que hubiese una guerra. Ahora la guerra ha sido sanitaria, en vez de bombas ha sido el virus pero los desastres ocasionados han sido similares a nivel mundial. El avance de la ciencia y el devenir del tiempo nos debe servir para aprender de los errores cometidos y evitar volverlos a cometer.
El ingreso económico español está basado en el turismo y es evidente que nos vamos a ver muy mermados este año. Ángela Merkel ha prohibido que vengan este verano a nuestro país. Tenemos casi 8000 Km de costa y ¿cuántas industrias conserveras tenemos? ¿Cuántos astilleros tenemos? Y si hablamos de frutas y hortalizas. Y la automoción, ¿cuántas fábricas tenemos?
Mucho se está hablando de volver a la normalidad, yo creo que no, lo que considerábamos normal nos ha llevado a este desastre, que debemos tomar conciencia y evolucionar para que en lo sucesivo, si ocurre otra situación similar, no nos coja tan desprevenidos ni desprovistos de recursos, ni basar la mayor parte de nuestra economía en algo tan efímero como el turismo. Claro está que para poder llevarse a cabo tal iniciativa, necesitamos políticos serios, responsables, morales, éticos y con la dignidad suficiente para corregir sus errores en caso de cometerlos y dimitir en el caso de no saber resolver los problemas que tienen entre manos.