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El Cerro de la Merced, testigo mudo de la historia del sur de Córdoba

Imagen de los trabajos de la tercera fase de excavaciones (Cedida por el equipo de la excavación).

Durante el mes de julio se han desarrollado los trabajos de la tercera fase de excavación del yacimiento íbero del Cerro de la Merced en Cabra. El yacimiento es propiedad del Ayuntamiento egabrense desde el año 2006, fecha en la que lo adquirió. Un equipo de 25 personas ha trabajado en esta campaña, compuesto por arqueólogos, topógrafos, dibujantes, una restauradora, voluntarios y trabajadores municipales.

El director de los trabajos, el arqueólogo Fernando Quesada, Doctor en Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid y uno de los arqueólogos más importantes del país, ha realizado un balance de esos trabajos, en los que se ha actuado fundamentalmente en la zona interior del recinto. 

Los resultados de la excavación constatan la importancia de este yacimiento, demuestra la actividad que se desarrollaba en el mismo y descubre su estructura interna, constatando la existencia de dos plantas en el recinto fortificado. Además este año se ha continuado con el estudio de los muros exteriores construidos con grandes bloques de piedra, que alcanzan una altura de unos dos metros y medio.

“Los objetivos de esta campaña se han cumplido, el hallazgo de restos cerámicos nos han llevado a precisar y mantener la cronología propuesta y las fases de ocupación del cerro, se ha confirmado la sospecha que teníamos de una estructura interior del recinto compleja, con numerosas estructuras constructivas, y lo sorprendente es la excelente conservación de estos espacios, con la confirmación de que el recinto tenía dos plantas, y en tercer lugar la comprensión del papel que jugó este recinto en una región donde juega un papel de control del territorio muy relevante”, explica Fernando Quesada. 

Esa morfología interior del recinto descubierta en esta fase de los trabajos hace pensar en habitaciones paralelas que darían a un pasillo o a un patio. Uno de los rasgos característicos de esas estructuras internas es el buen estado de los restos de los muros, cuyo grosor y composición indican que tendrían unos 4 metros de altura, de los cuales 1’60 metros o más corresponden a unos zócalos de piedra, de sillarejo bien tallados, y el resto de la altura en pared de barro. Esto es indicativo de la existencia de dos plantas, de tal modo que la superficie interior podría estar destinada a almacenes o zonas de transformación, y una planta superior donde se desarrollaría la vida cotidiana de los habitantes del recinto. Todo ello a su vez plantea cuestiones como la existencia de restos de una estructura de acceso a la planta superior y de depósitos de agua que todavía no han sido descubiertos y que podrían quedar definidos en futuras campañas de trabajo.

Tres períodos históricos diferenciados
Quedan así perfectamente constatados tres períodos principales de ocupación del cerro, en la Edad del Bronce, anterior al 2000 a.C., posteriormente la fase íbera, la más amplia, con una primera fase (Plena Época Ibérica, siglos V-III a.C.), cuando romanos y cartagineses aún no habían llegado a la península, de ese período hay restos de un monumento probablemente conmemorativo, con sillares tallados con frisos y cornisas curvas y grandes muros. Se ha comprobado que posteriormente, hacia el 125 a.C. se construye un gran recinto fortificado con piedra tallada, a su vez dentro del recinto fortificado ya existente, posiblemente por orden un jefe íbero local. Es importante el hallazgo de restos de cerámica campaniense, piezas importadas de otras regiones, que indica la importancia de ese centro de poder. 

El tercer período de ocupación constatado sería la Edad Media, unos mil años después (siglos IX-XI d.C., época emiral), un período no menos interesante para el director de la excavación, porque como explica Fernando Quesada “mil años después el Cerro de la Merced volvió a ser ocupado, la razón de ser fue la misma que siglos antes, fue el control del paso que va desde la campiña, la zona llana que mira al Guadalquivir, hacia el interior de la Subbética, la depresión de Priego y Alcaudete, hoy en día es el paso del Mojón que lleva a la zona de Carcabuey, Priego y Almedinilla, una zona muy fértil”. 

Para entender la importancia del Cerro de la Merced en esta época hay que tener en cuenta el carácter convulso de la época, con las revueltas de Ibn Hafsun que llegan hasta la zona de la Subbética y que hacen del Cerro de la Merced en esa época un punto de control militar importante.

Para Fernando Quesada, “el Cerro de la Merced es un testigo pétreo, mudo pero a la vez muy expresivo del final de un mundo, una persona con poder, un noble local que tiene medios para controlar un territorio, que hace edificar un gran recinto fortificado hacia el 100 a.C., por la razón que sea cae en desgracia, la zona está sometida al control romano, en algún momento algo debió pasar y en algún momento este gran recinto es destruido, demolido, y nunca volverá a ser ocupado como tal, habrá una última parte crepuscular, algunos habitantes ocupan las ruinas, después será otra cosa, es decir Roma”.

 

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