Recuerdo que cuando era joven se abrió una tienda en Cabra a la que todo el mundo llamaba la de El Modisto, lugar que hoy sigue ahí luciendo preciosos trajes de corte y confección femenina. Me llamó entonces la atención el apelativo del local, porque en vista de lo que se exhibía en el escaparate se trataba de una persona que diseñaba y cosía ropa femenina, vamos, que era un sastre de toda la vida pero que en lugar de hacer trajes de hombre los hacía de mujer. Lo que pasa es que ya sabemos que para darle un toque de modernidad a las cosas se suele recurrir a esconder las palabras de siempre y sustituirlas por otras que suenan mejor.
Siendo en su oficio muy bueno, no es del modisto-sastre de Cabra del que me voy a ocupar, sino de otro que está demostrando que en su oficio no es nada bueno y que para lo que verdaderamente sirve es para ser modisto, quizás su vocación frustrada. No es otro que el presidente del gobierno, Mariano Rajoy, el hombre del corte fácil y mala confección, el sastre que lo mismo le corta un traje a los funcionarios que le mete la tijera a los pensionistas, a los parados, a los enfermos, a los alumnos universitarios o al sursuncorda si se pone en su camino. Eso sí, con los banqueros no se atreve, con los grandes defraudadores tampoco (hasta los perdona…), ni con los de las rentas altas, tampoco con las innumerables empresas públicas creadas para dar cobijo a los militantes de los partidos gobernantes, ni con las Diputaciones, Mancomunidades, Agencias de esto y de lo otro, y menos con los verdaderos culpables de esta caótica crisis, que son los maquiavélicos mercados financieros con sus nombres y apellidos muy poco conocidos y los políticos nefastos que pululan por doquier, no sólo no se atreve, sino que a unos les dora la píldora y con los otros se compincha.
El modisto mentiroso se rodea en su taller de otros subalternos que lo mal aconsejan, tejedores expertos como Montoro y de Guindos que por detrás cortan y cortan sin misericordia. Hace poco prometían unas cosas porque estaban en campaña electoral y ahora hacen otras sin rubor alguno, haciéndonos creer que no hay más remedio. Y eso es mentira, muchos catedráticos de economía ya nos han contado que hay otras formas de hacer frente a esta lacra y que se puede hacer sin que paguen las clases medias todos los patos. Lo de los funcionarios es indignante, y no lo digo por ser uno de ellos, es que no hay derecho que los que antes eran unos parias de poca monta y poco sueldo, ahora parezca que son los ricachones que tienen que sacar al país de los males donde los políticos lo han metido. Y encima incrementando más sobre el colectivo esa mala imagen de vagos injustamente extendida. El modisto gallego fue ministro de Administraciones Públicascon Ansary parece mentira que haya aprendido tan poco de nosotros, una muestra más de su enorme torpeza.
Y nuestro modisto también acaba de dar unas puntadas por la sisa del IVA, parece que tiraba un poco y ha decidido subirlo. Al final va a dejar España más que como un traje a medida como un disfraz de Saturno devorando a sus hijos. Porque además no pensemos que el sastre ya se va a quedar quieto, auguro más recortes, sí, esto empieza a ser su droga que no controla y que a poco de dejarla le entra el mono y vuelta a la carga.
Si algo me reconforta es no haber sido nunca votante del modisto ni de su partido, no quiero ni pensar lo que estarán sintiendo algunos que lo fueron en las pasadas elecciones y que están padeciendo la tijera impenitente en sus carnes, porque este sastre es de los que te prueba el traje y te clava los alfileres cada dos por tres.
El anterior presidente, Zapatero que no modisto, lo hizo rematadamente mal, basta con recordar que nos quería sacar de la crisis, que negó durante mucho tiempo, reduciendo la velocidad en las autovías a 110. ¿Por qué tenemos en el poder a esta gente tan lerda? ¿Sería posible una política sin partidos controladores y todopoderosos? Es lamentable comprobar que ni la rosa ni la gaviota sirven para servir y sí para servirse.
La historia recordará a Rajoy por sus hechos, de la crisis saldremos algún día porque así tiene que ser, pero con seguridad no será por la gestión del modisto. Los libros no hablarán de él como de Giorgio Armani, ni como de Elio Berhanyer, más bien creo que su obra le dará crédito para entrar en las hemerotecas como el patético Mariano manostijeras.
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