En el nombre del hijo de Donna Leon (Nueva Jersey, 1942), la más reciente historia de tan reconocida autora de novela negra, que disfruta de multitud de lectores fieles y apasionados, siguiendo el sendero literario marcado por la escritora, trama y espejo crítico de la sobrecargada Venecia de turismo masivo.
En ella, nuestro comisario Brunei se enfrenta a una intrigante y nada fácil aventura que transcurre dentro de los propios prejuicios de su carrera. Y de nuevo volvemos a pasear por Venecia de la mano de este caballero investigador, al que en todas sus historias se ve acompañado de su encantadora esposa, culta profesora, apasionada en el ejercicio de la buena concina. Naturalmente sería un delito de alta traición, olvidar la presencia de la enigmática y exquisita signorina Elettra”, secretaria del vicequestore Patta, imprescindible por sus muchos recursos de oficio, buscadora de la vida y hechos de todo lo que puede resultar imposible en el complicado mundo de la investigación policial, bien sean crimines o la acostumbrada corrupción de las alturas políticas de la alta sociedad o los más dolorosos humillados y ofendidos.
Donna Leon muestra en esta reciente aventura (traducida por María Figueroa Evans para Seix Barral) una sorprendente habilidad literaria para introducir al lector por una trama donde las relaciones familiares de la familia y la labor policial de comisario Brunetti luchan consigo mismo. Y la aventura, discurre por una curiosa tela de araña, que se abre al lector con la persona de Gonzalo Rodríguez de Tejada, de origen español, que ha logrado una fortuna en el apasionado mundo del arte. Y que ya retirado lleva una vida tranquila en la flotante Venecia, aunque sin mezclarse con la muchedumbre, en compañía de un hombre más joven que él que ha decidido nombrar su heredero. Aquí la narradora invita al lector para que indague sobre la cultura y bien situada pareja, ya que la situación preocupa también a la familia del personaje y su extraña decisión. Y aquí aparece el conde Falier, suegro de Brunetti y amigo personal de Gonzalo, quien embargado de una seria inquietud pide ayuda a su yerno. Y aquí el caso toma cuerpo, misterio e intranquilidad, junto a una tristeza interna para nuestro comisario, que se adentra en la verdad de su mundo, en este caso, familia y amistades se entrecruzan en ese mundo donde la avaricia, el espacio del arte, el poderoso señor don dinero, con lo sexual y complicidad de las libertades.
Narradora que contagia por su fina crítica sin entrar en una lectura difícil, creando un ambiente favorable para esa lectura de tan fascinante historia, que se mece en Venecia. Una Donna Leon que vive desde hace unos años lejana geografía por cuestiones de amor, tranquilidad y sensibilidad, al ser incapaz de soportar el bullicio turístico y su charanga, para una persona que considera acosada de multitudes. De manera que: “Dejo hablar a Brunetti porque yo no soy española, ni italiana, ni soy suiza. Creo que para hablar uno tiene que sentir muy suyas, muy internamente, estas cuestiones antes de dar una opinión, porque si no, no puedes, no estás legitimado para darlas” expone en una entrevista en el diario El País. Mujer muy comprometida con su escritura mostrando el mundo de los negocios y la política, el consumo y su locura. Expone que: xx P. ¿Cree que el mundo de la política en general cada vez está más revuelto?
“Tengo la sensación de que todos los locos han dejado los hospitales, están en la calle y están sueltos. Y el tipo de loco que tenemos es como el presidente de Filipinas que en el caso de aquella mujer que violaron y que mataron se permitió el lujo de decir que él también lo hubiera hecho. Si es este tipo de político el que tenemos enfrente de un país… También el escándalo de Trump fue público. En público dijo cómo agarraría a las mujeres y no pasó nada”.