Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Jartura

¡Qué jartura, compadre, qué jartura! Es que me están dando ganas de plantarme en Arroyomolinos de León y retomar mi antiguo vivir de jipi: los dos terrenitos de patatas, el de hortalizas varias, el baño al caer la tarde entre las aguas de un Ganges particular, la guitarrita en el final de la jornada junto a la chimenea de la casa milenaria y entre canción y canción una jalada larga a la pipa de kif, la meditación antes de meterme en el saco de dormir puesto sobre el suelo de tablas…

Sí, ya sé que me quedan dos telediarios para ocupar plaza en el patio donde se crían las malvas, pero mientras pueda medio respirar y las rótulas me respeten, aunque se atrevan ya al tuteo, un poco de aire puro y unas lonchas del mejor jamón regadas con mosto de andar por casa me vendrían fenomenal en esta última etapa del tour. Además, podría dedicarme a la pintura pura y dura y sin descanso con todo el espacio que tendría en derredor. También a mis fotografías extrañas y sin pulir.

Podría hacer tantas cosas, que enseguida se me olvidaría que estuve una vez en un camino largo y ancho por donde deambulaban auténticos bandidos, personas sin escrúpulos que engañaban, malhechores de carnet en la solapa: delincuentes en una sola palabra. Y un planeta que puede irse al carajo en cualquier momento. Así que dándole vueltas a la cabeza estoy, a la par que desde youtube.com George Harrison y su guitarra herida me recuerdan lo del prójimo y demás.

Otra vuelta de tuerca, otra, necesitaría para enderezarme del todo y no depender de una ristra de electrodos insertados en la espina dorsal. Un redoble de tambor, de los de Ginger Baker, que volviera a resucitarme, para el gozo infinito de la legión de ángeles que dejé sobre una barquita de colores zozobrada en las aguas de la vieja Onuba. Un fandango de Paco Toronjo que me revolviera las tripas y me dejara tan rígido como el mástil de una bandera.

¡Qué jartura, compadre, qué jartura!