Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Precisiones falangistas

En este país nombrar a la Falange es nombrar la bicha. Pido al lector que haga un ejercicio de apertura y un esfuerzo por no dejarse llevar de los tópicos al uso.

El pasado 6 de noviembre, me publicaron aquí un artículo titulado “El abominable hombre de las nueve” en el que no dejaba en muy buen lugar a los falangistas del régimen de Franco al identificarlos con los socialistas actuales.

Ratificándome en todo cuanto en esas líneas dije, creo que no está de más hacer alguna precisión por cuanto me parece que puede ser que haya quien entienda algo distinto a lo que yo quise manifestar.

Todo arranca del hecho de que bajo la misma denominación pueden darse realidades distintas, y si a ello añadimos la ignorancia de muchas personas acerca de la historia y de la historia de las ideas, la confusión puede estar servida.

Pongo por ejemplo que los socialistas anteriores a Marx son distintos de los posteriores a Marx; que no es lo mismo el PSOE antes de que abandonara el marxismo que después del congreso en que lo hizo. No son lo mismo los liberales del siglo XIX que los actuales. Y por último, no es lo mismo la Falange que fundó José Antonio que la que fusionó Franco con la Comunión Tradicionalista Carlista bajo el nombre de FET de las JONS. De la misma manera, no es lo mismo la Falange que hizo la guerra que la que disfrutó de la condición de partido único en el régimen de Franco. Todo esto me parece que está claro.

El artículo al que me refiero trataba del Plan de Estabilización llevado a cabo por los ministros Ullastres y Navarro Rubio, con el que España salió de la autarquía en que la habían metido los ministros falangistas anteriores, en concreto Girón, que entonces eran los políticos del único partido permitido y oficial, la Falange. Pero esa Falange nada tenía que ver con la que fundara José Antonio. La Falange del régimen de Franco era la Falange instalada en el poder, triunfalista y demagoga como los actuales partidos PSOE y PP cuando ganan unas elecciones, poblada por un ejército de palmeros y trompeteros que todo lo veían por el canuto del partido, con mentalidad sectaria y condenatoria hacia todo aquel que no sostuviera las consignas de su formación política, renunciando a pensar y razonar por cuenta propia, amigos de los actos multitudinarios, con banderas al viento y psicología de pertenencia grupal.

Esos falangistas de después de la guerra habían metido al país en menos de 20 años en un atolladero económico tal que si no llega a ser por el Plan de Estabilización, a estas horas estaríamos todavía sumidos en el caos. Fue providencial que Franco no les hiciera caso en ese momento y confiara en un tipo sensato y profesionalmente bien preparado como Ullastres. Me parece que para entender el franquismo con objetividad no hay nada como hacer caso a una apreciación acertadísima de José María de Areilza en su libro “Así los he visto” en la que sostiene que el mayor moderador del franquismo fue el propio Franco.

No sabemos cómo hubiera sido la postguerra si José Antonio no hubiera muerto prematuramente. Probablemente se habría peleado con Franco. ¿Quién lo sabe?. Lo que sí es cierto es que aunque la Falange ganó la guerra, tanto ella como la Comunión Tradicionalista perdieron el ideario, y a fecha de hoy ni una formación ni otra ha logrado sacudirse de encima el sambenito de “fascista” que los ignorantes, sobre todo de izquierda, le han colgado a modo de palabra mágica con la que descalifican a quienes no piensan como ellos sin detenerse a analizar en que consiste ser falangista o tradicionalista. Lo mismo le ocurrió a José Antonio, que fue condenado a muerte y ejecutado por sus ideas, pese a que no tenía las manos manchadas de sangre (Santiago Carrillo, sí, en Paracuellos, y a pesar de ello murió sin ser juzgado).

Quien tenga la osadía de pensar libremente, sin atenerse a prejuicios ni estereotipos, puede detenerse a analizar serenamente la biografía y el ideario de José Antonio y verá que existen en él ideas aprovechables para el momento en que vivimos, que hay muchas reflexiones e intuiciones que son válidas actualmente, que es una simpleza identificar sin más el ideario de Falange con el del partido fascista italiano o nacionalsocialista alemán. Evidentemente, no vamos a pedir a todo el mundo que se identifique con las ideas de Falange. Yo tampoco las suscribo en su mayoría. Pero hay cosas valiosas en ellas. También hay que tener en cuenta que cuando se fundó la Falange en 1933 el ambiente político español estaba enrarecido y lleno de violencia en todos los bandos.

Pero haciendo abstracción de todo esto, podemos decir que las ideas genuinas de la Falange están por estrenar, pues lo que fue la Falange en la guerra y después de la guerra no responde a las ideas originales, sino a un ambiente bélico y demagógico que hacen perder el planteamiento original.

Me parece que estas precisiones pueden ayudar a entender la realidad de las cosas.

 

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