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Una versión del clásico norteamericano Extremities se representará este sábado en el Teatro Victoria de Priego

El montaje lo dirige Pedro Casablanc y, entre el elenco de actores, están Isabel Pintor, Sara Illán, Débora Izaguirre y Juan Antonio Molina

El uno de diciembre se representará en el escenario del Teatro Victoria de Priego de Córdoba, a las 20.30 horas, el montaje del espectáculo teatral Extremities, de William Mastrosimone, con versión y dirección de Pedro Casablanc, y con un elenco de actores compuesto por Isabel Pintor, Sara Illán, Débora Izaguirre y Juan Antonio Molina, en esta versión del éxito norteamericano de los 80, adaptado a nuestro tiempo.

La necesidad de contar desde una perspectiva absolutamente realista y, de la forma más directa posible, sin dulcificar o poetizar el tema de la violencia, es lo que les ha llevado a traducir y versionar este clásico norteamericano que se ha estrenado justamente hace 30 años y que se ha llevado a nuestros días, según recoge un comunicado de la productora Nexus Producciones.

La violencia desnuda no es nada ajena al teatro. “La brutalidad de algunos personajes de Shakespeare o del verismo italiano son referente lejanos de estos personajes que, en clave totalmente contemporánea, dan rienda suelta a sus deseos más bajos o a sus instintos más primarios de venganza”, apuntan desde la compañía. “Este es el interés que nos ha llevado al montaje de Extremities: intentar indagar sentimientos que se manifiestan a flor de piel. Todo ello sin concesiones.

Aquí se encuentran los celos, el rencor, el sexo, la venganza, la justicia, la desconfianza...”, apuntan. Todo esto en una hora y media de espectáculo que pretende representar con total crudeza, no exenta de un sentido del humor, con claros tintes de humor negro, la encrucijada en la que se ve envuelta su protagonista.

SIPNOSIS

Es una mañana cualquiera, Farla está escuchando la radio y arreglándose. Sus compañeras de piso, Coca y Patricia han ido al trabajo. De pronto una avispa le pica, la rocía con un insecticida y para asegurarse que está muerta la aplasta con un cigarrillo. En ese momento, se abre la puerta y entra un joven. Primero le pone excusas sobre porque ha entrado, pero una vez se cierra la puerta, ella sabe que es lo que él tiene en su mente. En un instante, Farla acaba en el suelo con un cojín en la cara, intentando zafarse de él. Éste comienza a asediarla y atacarla tanto mental como físicamente, hasta que Farla consigue desarmarlo y reducirlo. Llena de miedo y odio Farla, ayudada por sus compañeras, decide tomarse la justicia por su mano. Pero tal es la furia que la consume, que conmociona a sus compañeras con una propuesta que amenaza con rebasar la delgada línea que separa la justicia de la venganza.

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