MONTILLA. Montilla vivió este domingo 22 de junio una jornada cargada de emoción, memoria y reconocimiento con motivo del acto de homenaje a los once vecinos deportados a los campos de concentración nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Un acto institucional organizado por el Ayuntamiento de Montilla junto a la Asociación Triángulo Azul Stolpersteine Córdoba y Jaén, en el marco del 80º aniversario de la liberación de estos campos, y bajo el lema “Nunca más, en ningún lugar, contra nadie”.
La jornada comenzó con la inauguración de la exposición “El exilio y la deportación cordobesa en campos de concentración nazis” en el Salón San Juan de Dios. A continuación, frente al Ayuntamiento, se procedió a la colocación simbólica de once Stolpersteine, pequeñas placas de latón con el nombre y el destino de los montillanos víctimas del nazismo. Durante el acto se leyeron poemas, textos y biografías de los homenajeados, en una ceremonia acompañada por música en directo y una emotiva entrega floral. El alumnado de los IES Inca Garcilaso y Emilio Canalejo participó activamente, dotando de sensibilidad y significado este ejercicio de memoria colectiva.
Los once montillanos recordados fueron: José Carrasco Navarro, Manuel Cerezo Rute, Antonio Duque Alcaide, Antonio Jordano Jordano, Luis Luque Espejo, Antonio Polonio Morales, Ángel Ramírez Muñoz, Tomás Rodas Castro, Miguel Torres Alcaide, Juan González León y Manuel González León. De todos ellos, solo dos sobrevivieron. El resto fueron asesinados en los campos de Mauthausen y Gusen.
Ya por la tarde, se proyectó el documental “La luz de nuestra memoria”, que puso el foco en las mujeres silenciadas por el exilio. La jornada culminó con una mesa redonda moderada por Cristina García, presidenta de la Asociación Triángulo Azul, con la participación de familiares, expertas en historia y representantes institucionales.
Con este proyecto, Montilla refuerza su compromiso con la memoria democrática, dignificando a quienes fueron despojados de su nombre, su patria y su vida, y reafirma que desde el recuerdo activo puede construirse una sociedad más libre y justa.
Por otro lado y en otro orden cosas, Montilla pudo disfrutar de José de la Torre solo 37 años. Aquel “niño tímido” que soñó con ser actor nunca podría imaginar el inmenso cariño con el que su ciudad contestaría a su injusto y prematuro fallecimiento. Esa respuesta, que necesitaba tener el pulso ya calmado, superado el terrible dolor de aquel 5 de diciembre, tomó forma anoche en el Teatro Garnelo y con 37 rosas amarillas sobre el escenario.
Fue un aplauso colectivo, un abrazo emocionado, un viaje por los sentimientos y recuerdos de quienes más quisieron a De la Torre. Otro montillano vinculado a las artes escénicas, el guionista y director Juan Carlos Rubio, “tío profesional” que revivió los días en los que recibió en Madrid al joven aprendiz de actor, fue el conductor de una gala que se ideó para reconfortar los ánimos... Y vaya si lo consiguió.
Por el atril y el micrófono pasaron sus padres, Mª José y Antonio, su amigo Álvaro, su novia Irene, para desvelar cómo era José en las distancias cortas y cuando se apagaban las luces de su versión pública, la que vimos –y disfrutamos— en series como ‘Toy Boy’, ‘Vis a vis’, ‘Servir y proteger’ o ‘Amar es para siempre’ con las que empezaba a triunfar tras crecer en la Escuela de Arte Dramático (ESAD) de Málaga.
También compañeros de profesión quisieron participar del homenaje. Las actrices Belén Rueda y Luisa Martín subieron al escenario para poner palabras a “lo mucho que se le echa de menos”. Los ensayos y la gira de la obra ‘Salomé’ las unió “ya para siempre” a José de la Torre, que se caracterizaba por “buscar siempre en todo el mundo la calidez y el cariño”.
No acababa ahí el sabor agridulce de una gala en la que era fácil ir de la sonrisa a las lágrimas. El Ayuntamiento de Montilla, con su alcalde, Rafael Llamas, quien aseguró que “José representa, como nadie, la identidad de Montilla, un municipio alegre, humilde, que se siente orgulloso de sus hijos e hijas que vemos triunfar fuera porque el triunfo de todos ellos es también nuestro futuro”, anunciando que el recuerdo del actor montillano siempre quedará entrelazado al Teatro Garnelo luciendo su nombre en la butaca número 5.
“La butaca número 5. Cinco como los dedos de la mano que aplaude, como los sentidos cuando todo vibra, como los vértices de una estrella que brilla, aunque nadie mire al cielo; y ahora cuando caiga el telón, cuando el teatro quede en calma, cuando se cierren las puertas, sabremos que hay una luz, brillante, muy fiel, en la butaca 5 esperando la siguiente función”, pronunciaba Sole Raya, concejala de Cultura.
Para entonces, a las más de 300 personas que llenaban el Garnelo les costaba contener la emoción. Pero quedaba el colofón, la danza. Un final sorprendente, de puro sabor a Montilla: la coreógrafa Úrsula López bailó sobre los sones de la Centuria Romana Munda para meter de lleno en el homenaje al Viernes Santo montillano, uno de los días preferidos de José de la Torre. Y, de nuevo, el nudo en la garganta. Y, de nuevo, un guiño al cielo.