Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Analfabéticos

En el llamamiento del juramento o promesa a acatar la Constitución de un Ayuntamiento de nuestra comarca, el presidente de la mesa de edad, sin duda abrumado por los nervios del momento, convocó a los ediles por orden “analfabético” a que lo realizaran. Dado lo que estos días venimos contemplando en semejantes circunstancias en distintas localidades de todo el país, la llamada resulta metafórica por demás.

 El nivel de quienes nos rigen, debe tener una exigencia acorde con las responsabilidades que se asumen, y no me refiero solo a titulaciones académicas, sino, además,  a bagaje intelectual, conocimiento social y habilidades en la relación y comunicación, imprescindibles en esta situación, para poder relacionarse mínimamente con los electores. Por cierto, el uso de los nuevos medios comunicativos (redes sociales, Internet en general), puede ocasionar algún disgustilllo a quienes los minimizan, a pesar de utilizarlos con profusión, como el señor Zapata....Recuerden: es difícil borrar el rastro.

Nuevos tiempos, nuevas formas, cierto. Pero no vendría mal retomar conceptos del pasado, por muy añejos que nos parezcan. Nuestra sociedad vive de la inmediatez, de lo efímero, a veces con poco soporte real. La cultura del esfuerzo y en general la validez de los méritos, se han sustituido por la oportunidad, un curriculum hecho a la carrera, cuando no falso y, eso sí, estar bien posicionado dentro de la organización del partido en cuestión, para cuando el cargo esté a la vista, no vaya a volar a manos del contrincante.

Esta perversa dinámica lleva a situaciones paradójicas. Los políticos españoles, en general, cobran poco en relación a sus homónimos de nuestro entorno, quizá por eso, roben tanto. El problema no son sus salarios, sino que son muchos, demasiados y además con un menor nivel de exigencia en la responsabilidad: En Alemania dimite un Ministro porque copió parte de su Tesis Doctoral y aquí, para que les voy a contar.....Tenemos muchos más cargos públicos que cualquier país de nuestra Europa cercana, y hasta 6 o 7 instancias Administrativas diferentes. Insostenible.

No es de extrañar, que en este caldo de cultivo, aparezcan iniciativas que nos digan aquello que todos queremos oír, sin explicarnos a fondo las reales posibilidades de llevarlo a cabo... Pero, ¿de verdad vamos a regenerarnos?  A estas alturas solo merecerán consideración aquellas formaciones que hablen de la reducción del gigantesco entramado de cargos y puestos, sin un claro objetivo y más confusa concesión aún, donde el pago de favores, las puertas “giratorias” y los intercambios de gestiones, no primen sobre la labor del servicio público.

Menos cargos, pero más profesionalizados y responsabilizados en una labor que debe redundar en beneficio de todos, con independencia de colores y preferencias.

Estoy punto por punto de acuerdo con el anterior defensor del Pueblo Andaluz, José Chamizo, cuando en un reciente artículo en El Día de Córdoba (19.06.15), reclama “una política diferente, que sitúe a la persona como centro de la acción de nuestros dirigentes”. Pero, ¿cuantos dirigentes hacen falta para dirigirnos?

 Medir el tamaño del estado, definir claramente lo público y sus responsabilidades, generar una Administración ágil, eficaz y eficiente, y despolitizar instancias, altas y pequeñas, de nuestro entramado social, son retos inexcusables y urgentes para hacer creíble la gestión de quienes dicen defendernos. Caso contrario seguiremos nadando en la incompetencia, o peor, lo que ello puede acarrear, la radicalización en las posturas  que tanto trabajo costó desterrar en la Transición. La energía que los españoles a veces empleamos en la confrontación, bien haríamos en ponerla a contribución del pensamiento y la reflexión para acercarnos de verdad a los países que son paradigma de la Democracia y la Justicia Social.

 

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