Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

La literatura como acto de resistencia ante la abyección moral

El pensamiento adquiere con la literatura interrogación y reflexión ante el mundo. Su espíritu es origen y causa de libertad y compromiso, también de desdichas, pero sobre todo de integridad.

"Aves que van y que vienen / de mis ojos a los tuyos, / de los tuyos nunca vuelven..."

José Antonio Muñoz Rojas en Cancionero de la Casería, uncía amor y naturaleza. Ecos que al unísono siempre resuenan en su obra con la materia incorruptible de las emociones. Y que en el poeta antequerano son pellizcos en los que la ternura es territorio de luz y gozo. A escasas fechas de cumplir el centenario de vida, fallecía en el otoño de 2009. Su poesía, pervivencia de lo íntimo, posee la cadencia y resonancia de la humildad que las hojas expresan cuando la apacible brisa canturrea entre ellas. Es la oratoria de los cielos que infude en el ser humano el temor menos predecible y la extraña belleza de lo incierto. El tiempo viejo bulle como el musgo entre las piedras, gritando el umbrío verdor de su naturaleza. Asomando como la estela del caracol en su camino, cuando el sol enciende ese rastro argentario y la lentitud brilla por su presencia.

Ángel Vázquez quemó dos novelas inacabadas en la pensión de Atocha en la que malvivía. El autor de La vida perra de Juanita Narboni, dejó que la estufa consumiera lo que el alcohol ya habia hecho en su interior: la esperanza. Ganador del premio Planeta en 1962 por  Se enciende y se apaga la luz, en este tiempo nuevo nadie podría creer que tal merecimiento -el montante económico no es lo de menos- fuera el preludio del cruel olvido. Las cenizas de su creación guardan la simbología y mitificación de la hilatura suelta, la que tras la puntada queda sobrante, y de la que se tira con un brusco tirón, para dejarla suspendida en el aire, mientras se precipita, con lenta agonía, a la inutilidad.

El caos está siempre presente. Epitafio de la nueva contemporaneidad entre el tiempo viejo y nuevo. Son sólo uno: el mismo tiempo. La dualidad estriba en la representación que hagamos de su paso por nosotros. Filtramos el fino ejercicio y la burda tarea. El tiempo viejo queda rumiando en nuestro interior. El nuevo, presente marchito, devengará su existencia como El retrato de Dorian Gray. "La escritura ha sido para mí el medio fundamental, el más absoluto y poderoso que me permitió expresar el caos en que me debatía. Me permitió liberar no sólo mis ideas, sino, sobre todo, mis obsesiones más recónditas. Lo hizo cuando la tristeza y el pesimismo habían roído de tal modo mi espíritu que, como un estigma quedaron para siempre enhebrados a la trama de mi existencia. Porque fue precisamente el desencuentro, la ambigüedad, esta melancolís frente a lo efímero, el origen de mi desesperada y absoluta entrega a la literatura". Ernesto Sábato nos dejó el magisterio del espíritu que contienen sus libros y el poder de aislamiento que provocan. Es la experiencia sensible del día a día. La mirada dentro de otra mirada para visionar el inframundo humano.

Perecemos de tiempo, como así vivimos. Sin embargo, inquietante sensación es la que nos corroe con este tiempo nuevo derivado del viejo, que es rumor lejano y difuso. En estas fechas de iluminaria callejera y festiva nos abrigamos no sólo de frío, también de horror. Mientras en occidente la tradición se desnuda en el infante que duerme aliviado entre bestias, la postmodernidad  agrieta los márgenes y estrecha la simple rutina: trabajar, educar, disfrutar, pensar, actuar, sanar... La literatura es un acto de resistencia frente a La hogueras de las vanidades.

El pasado 7 de noviembre se cumplió el centenario del nacimiento de Albert Camus. En el año 1939 publicaba un artículo-manifiesto en el periódico que codirigió, Le Soir Républicaine en Argel, en el que exponía los principios sobre los que debía asentarse la labor del periodista: lucidez, desobediencia, ironía y obstinación, afirmando que cada ciudadano tiene derecho a "elevarse sobre el colectivo para construir su propia libertad". Posteriormente, en 1942 y durante cuatro años, fue director de Combat, diario de la Resistencia contra el gobierno de Vichy y el Tercer Reich, periodo en el que escribió El extranjero. Destino común al que parece encaminarse la sociedad actual, que refleja en este obra el autor galo. Personas decentes que son abocadas a convivir con la degradación moral y la arbitrariedad como moneda de uso y valor de cambio. La literatura no puede cambiar el mundo, pero sí hacernos volver la mirada sobre él y nutrirla de lucidez, desobediencia, ironía y obstinación, como afirmaba el autor de La peste.

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