Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

El espejo negro

Camina usted por la calle y, un poco más adelante, observa a un hombre o a una adolescente que mira la pantalla apagada –o vacía– de su móvil. Lo mueve, gira la cabeza y, mueve tanto uno como otra a la vez. Podríamos pensar si estará estropeado el teléfono. De repente, se enciende la pantalla y descubrimos que, además de una llamativa imagen, se miraba en el espejo negro del teléfono. Quienes vivimos el pasado analógico, por llamarlo de alguna manera, y la transición hacia lo digital, nos parecerá divertido; sin embargo, esa sencilla ocurrencia de utilizar el móvil como espejo es una expresión clara de lo que más se valora hoy –y en el futuro: imagen y tecnología.

La serie británica Black mirror –'Espejo negro' si se hubiera traducido–, creada por Charlie Broker, ahonda y lleva al límite la unión de estas dos cuestiones en forma de distopía y de futuribles. Esclavizados, condicionados o simplemente abusivos con el móvil, Internet y medios de comunicación; los protagonistas presentan los mismos problemas de la actualidad y viven los asuntos de hoy (política, trabajo, amor…); y es que, sin habernos dado cuenta, los medios de comunicación influyen en nuestra cotidianeidad, con falsas promesas de modernidad y de libertad.

De poner en jaque a un gobierno democrático en el capítulo «El Himno nacional», o de derrumbar el funcionamiento elemental de la democracia en «El momento Waldo», con una ciudadanía que, indignada por la política, se muestra entusiasmada ante ambas cosas; lejos de hallar una lección moralizante, se complace mostrándonos el resultado de nuestra imbecilidad y de rehusar a nuestra capacidad crítica, en especial por mezclar las modas o las futilidades virales con asuntos serios, lo que da lugar al esperpento. En «El momento Waldo», aunque los partidos tradicionales insisten en que Waldo es un dibujo animado –lo es de verdad, un oso azul– socarrón y que no ofrece nada, la ciudadanía se deja conquistar por la simpatía y el descaro de un maleducado muñeco, sin comprender que detrás de él hay un equipo de personas con ambiciones y codicias muy humanas. Podemos acordarnos de los movimientos 15M y similares, e, incluso, del grupo italiano de Beppe Grillo; sin embargo, habría que matizar que, si la idea de la que parten es similar –y su electorado es básicamente el mismo–, el objetivo de Waldo es distinto: el de adueñarse del sistema.

Desde Gran Hermano, la llamada telerrealidad –o realities– se ha multiplicado en una oferta de programas absurdos, que con el paso del tiempo se han ido centrando en la envidia y la canallesca del ser humano para subir las audiencias, cosa que tristemente sucede. Hay todo tipo de programas y, básicamente, la juventud los alimenta mediante la indigestión de twitter, facebook y anuncios infinitos.«15 millones de méritos» lleva a la exageración esta circunstancia actual, en la que la mejora de nuestro nivel de vida –como un ascenso social– depende de un jurado, que valora nuestras habilidades. Si vales para cantar, bailar u otra cosa, dejas de malvivir. Si bien este capítulo es el más flojo en desarrollo y resolución, es muy fácil hallar similitudes con la juventud y la televisión actual.

Parece que hemos olvidado que tuvimos vida antes de facebook. El firmante de estas líneas ha intentado desatender su perfil en varias ocasiones, logrando causar la preocupación de amistades. De vez en cuando me doy unas «vacaciones» en esa red social, a fin de no ser su esclavo y dedicarle más tiempo del que en verdad merece. «Tu historia completa» trata precisamente de qué vida llevaríamos si fuéramos un facebook viviente, con capacidad de reproducir fotografías y vídeos de lo que nos pasa diariamente en pantallas, gracias a un modernísimo programa o utilidad que incorporamos a nuestro sistema nervioso. Puedes volver a recordar y a revivir todo lo pasado tal como fue en realidad, en lugar de perder detalles o de rellenar los vacíos con invenciones. Posiblemente muchos dejarían de descansar en alas de la mentira, pero no por ello serían más felices.

«Ahora mismo vuelvo» y «Oso blanco» resultan dos buenos cuentos de terror sobre los medios de comunicación en un futuro cercano. Sorprenderán tanto al espectador que hasta el último momento no sabremos qué nos ofrecen.

Después de ver los capítulos, una vez nos encontremos con nuestro reflejo en el espejo negro de nuestro televisor, de nuestra pantalla de ordenador o de nuestro móvil; no demos la razón al vacío, no nos quedemos contemplando nuestra imagen, como quienes aparecen al inicio de este artículo, y reflexionemos sobre lo observado, sobre si somos nosotros mismos o un reflejo creado por y para uso de Internet o los medios de comunicación.

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