Lourdes Mangas

Olé por los toros, el vino y la feria. Unas sevillanas con esa  flamenca y una racioncita de boquerones en vinagre, que hoy pago yo. Unas cañitas con los amigos, una tarde de sol en la piscina de mi compadre, con unos “gin-tonics” fresquitos mientras por la tele están repitiendo la final de la Eurocopa. ¡Vaya baño le dimos a los italianos estos que tenemos por vecinos! Cuatro a cero…. Si es que somos los mejores…Esta entradilla va dedicada a un mundo ideal, sin ajustes ni recortes, sin agobios de facturas de hipotecas,  estereotipo de una España sin Rajoy, ni Zapatero, ni una tal Sáez de Santamaría, ni un de Guindos y, por supuesto, sin una señora llamada Merkel pululando por el escenario.

O nos reímos, o morimos de pena y desesperación.“El hambre agudiza el ingenio” y algo así está pasando en una sociedad consumida no por el hambre (que casi, ya que miles de españoles viven en el umbral de la pobreza) sino por los ajustes y recortes que viernes tras viernes (o miércoles) escuchamos perplejos en el telediario.Ni por cortés ni por valiente se pude calificar a Rajoy, ni por honrado como he leído, sino por mentiroso y desleal. Quien me lee sabe que no soy asidua al insulto, pero debo calificar al señor que ayer miró y releyó papeles en el Congreso de los Diputados ante su grupo parlamentario (que actuó indecentemente) y ante toda una oposición resignada, hundida y perpleja.Ante los anuncios de ayer, hemos vuelto a vislumbrar la brecha entre la derecha y la izquierda de este país. Mientras los primeros aplaudían los recortes y pedían comprensión en las comparecencias posteriores, los otros, cabizbajos,  intentaban alzar la voz, pero apenas se escuchaban sus palabras, pues también tenían que callar. Mientras la clase política juegan al pilla-pilla en el patio de recreo en el que ayer se convirtió el Congreso, los españoles que se diferencian por no colorearse, miran a los mineros soñando echarse a la calle para reivindicar un puesto de trabajo digno y un futuro para sus hijos.Ayer, Rajoy sólo podía leer unos papeles que contenías cifras, datos, ajustes y reajustes de tal importancia como la subida del IVA en tres puntos (que, desde mi humilde y poco estudiada opinión, creo que poco van a recaudar, cuando lo que deberían haber hecho era bajarlo hasta el 15 o 13% para fomentar el consumo),  detrimento de los Ayuntamientos en favor de las Diputaciones (¿tanto miedo da eliminar las Diputaciones?) eliminación de la paga de Navidad de los funcionarios (los cuáles soportan recortes de su salario desde la época de Zapatero; eso sí, los diputados según ellos convengan, que el pavo en la mesa va a subir este año y no sabemos si pueden renunciar a las ostras) reforma de la ley de dependencia (dando prioridad a los grandes dependientes y arrinconando a los familiares cuidadores) recortes en la prestación por desempleo  de los nuevos perceptores (para darle vidilla a la búsqueda de empelo) y un largo etcétera…Unas medidas desafortunadas, medidas que, si hubiesen estado complementadas de la eliminación de la amnistía fiscal a los grandes defraudadores, de la exigencia de millones de euros que deben a Hacienda los equipos de fútbol, o de gravar las rentas altas, hubiesen sido mejor aceptadas, ya que ahí se vería la equitatividad del pago que, sin ellas, sólo soportan la clase media-baja de este país.No soy economista, ni estudiada política que sabe debatir con cifras y números, sólo soy una veinteañera que le encanta escuchar, oír a todo aquel que tenga algo que opinar. Y ayer, en dicha actividad escuché que todo esto va a desencaminar en una revolución y que si salimos de esta crisis va a ser gracias a nosotros solos, españoles que se levantan día tras día para trabajar o buscar trabajo, esos que ni defraudan ni lo intentan, que sueñan con el primer párrafo de este artículo y esperan un futuro mejor para sus hijos.Lourdes Mangas.