Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Las comedias estadounidenses de los 80

A mi hermano.

Es un deleite que los hermanos compartan aficiones, y si, como es mi caso, los hermanos son sólo dos, además, es un privilegio, pues, permite coincidir en los eventos, intercambiar impresiones, valorar los gustos, armonizar tiempo en común… Permite, en definitiva, conectar. Y hacerlo más allá de la vinculación familiar o sanguínea o afectiva, puesto que esa afición compartida la fortalece y engrandece, que es de lo que se trata.

Mi hermano y yo compartimos la afición por el cine. Dedicamos horas a ver películas, analizarlas y comentarlas. Nos divierte, nos entretiene y nos conquista. Nos encanta y nos apasiona. En numerosas ocasiones, volvemos a las comedias estadounidenses de los años 80, siempre con la misma conclusión, tras el oportuno debate: son clásicos imprescindibles que nunca pasan de moda. Da igual cuándo, dónde y cómo las veas, el pasatiempo está garantizado, nunca decepcionan. Son de esas películas que seguirías viendo, aunque las pillaras empezadas.

Sin duda, los años ochenta del pasado siglo fueron una época dorada para la comedia estadounidense, que pergeñó multitud de títulos, la mayoría de los cuales quizá no cosechase premios y laureles, pero, en cambio, nos legaron un esparcimiento permanente. Son clásicos, como tecleaba, al margen de la encorsetada definición que muchos conceden al cine clásico, y que detesto, como aquél anterior al año 75 o 78, a cuya era se puso fin a través de una pléyade de directores de nueva generación. Aquellos barbudos que cerraron un ciclo con títulos como El padrino, Taxi Driver, Tiburón o La guerra de las galaxias. Un clásico, por el contrario, es de visionado eterno, de eterno regocijo y de eterno descubrimiento. Nunca pasa de moda, insisto, con independencia del año de producción.

Así, cuando mi hermano y yo hablamos de comedias estadounidenses de los 80, indefectiblemente, salen a la luz, como las estrellas que relucen al ocultarse el sol, títulos, y también nombres, sean de directores, como Jim Abrahams, David y Jerry Zucker, Ivan Reitman, Robert Zemeckis, John Landis, John Hughes, Mel Brooks; sean actores, como Tom Hanks, Bill Murray, Michael J. Fox, Leslie Nielsen, Eddie Murphy. En cualquiera de los subgéneros, desde el familiar hasta las comedias del absurdo o policíacas, que se prolongaron a lo largo de los 90.

Por comenzar a listar títulos con cierta decencia, podría abrir década Aterriza como puedas (1980), desternillante film del absurdo creado por los Zucker y Abrahams que marcó una concatenación de producciones, empezando por su algo más desafortunada secuela en 1982 y terminando con la trilogía de largometrajes Agárralo como puedas, iniciada en 1988 y protagonizada por un sobresaliente Leslie Nielsen, cuya gloria le alcanzó durante la vejez, reventando en la década de los 90. Largometrajes que no fueron sino la adaptación a la gran pantalla de una excepcional y tronchante miniserie de seis episodios, con idéntico protagonista y triunvirato creador: Police Squad! (1982). En el ínterin, la alocada terna estrenó Top Secret! (1984), bizarra sucesión de gags, protagonizada por Val Kilmer.

Teclear sobre las comedias estadounidenses y sobre los 80 es hacerlo sobre Tom Hanks, actor que inició su andadura interpretativa delante de las cámaras en el ámbito televisivo. Con un guión coescrito por Pat Proft, protagonizó, en 1984, Despedida de soltero, al tiempo que Ron Howard le confiaba ser pareja de cartel de Daryl Hannah en Un, dos, tres… Splash. Después de la decepcionante El hombre con un zapato rojo (1985), estrenó, en 1986, la explosiva e imprescindible Esta casa es una ruina, para decaer de nuevo de la mano de Dan Aykroyd con Dos sabuesos despistados (1987), y lograr su primera nominación al Óscar y su primer Globo de Oro como mejor actor con Big (1988). Al año siguiente, en 1989, Hanks colocó el broche de oro a la década con la brillante No matarás… al vecino, redonda comedia con tintes de terror, ya impresionante por lo concentrado del espacio donde se desarrolla la trama, y dirigida por un Joe Dante cuyo último trabajo había sido en 1987 con la también destacable comedia de ciencia ficción El chip prodigioso, protagonizada por Dennis Quaid, Martin Short y Meg Ryan.

A propósito de comedias de ciencia ficción, la que es imposible que pierda su frescura e interés es la grandiosa trilogía Regreso al futuro (1985, 1989 y 1990), dirigida por Robert Zemeckis, quien firmó los guiones junto con Bob Gale, y protagonizada por los queridísimos Michael J. Fox y Christopher Lloyd; cuya primera entrega amasó múltiples nominaciones y premios. Zemeckis repitió el éxito con la comedia fusión de culto ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (1988). Tampoco debe quedar fuera de los altares la bilogía de corte fantástico Cazafantasmas (1984 y 1989), en la que funcionó en extremo la conjunción Ivan Reitman, Bill Murray, Dan Aykroyd, Harold Ramis y Rick Moranis; algunos de los cuales habían coincidido en El pelotón chiflado (1981). Asimismo, Murray no abandonaría la década sin brindarnos otro portento de la comedia fantástica, al frente de Richard Donner: Los fantasmas atacan al jefe (1988).

Si se trata de comedia policíaca y de acción de los 80, no podría faltar Superdetective en Hollywood (1984), encabezada por un Eddie Murphy en la cima de la fama, que recibió nominaciones al Óscar, Globos de Oro y BAFTA. Murphy retomó el papel, bajo la dirección de Tony Scott, para la secuela de 1987, con disparidad de opiniones entre crítica y público, fracasando siete años después con la tercera entrega. Idéntica progresión descendente en el subgénero fue la vivida por la saga Arma letal, de Richard Donner, con Mel Gibson y Danny Glover, tetralogía de la que escojo la I y II (1987 y 1989); y por la ristra Loca academia de policía, de la que sólo despuntó la originaria de 1984. No obstante, Eddie Murphy todavía descolló durante la década con dos largometrajes cómicos a resaltar, ambos dirigidos por John Landis: Entre pillos anda el juego (1983), en la que se rodeó de Dan Aykroyd, Jamie Lee Curtis y James Belushi; y El príncipe de Zamunda (1988).

Se me agota el área de líneas, sin embargo, no desearía teclear el punto final sin citar siquiera dos títulos subrayables entre los esenciales: Todo en un día (1986) y La loca historia de las galaxias (1987). Y otros dos que no puedo obviar: La mujer de rojo (1984) y No me chilles, que no te veo (1989).

La década de los 80, en general, fue un periodo cinematográfico extraordinariamente prolífico, que bien merecería su propio artículo.