Sin dar tiempo a pasar la resaca de las elecciones del 28 M que nos dejó a la Izquierda el cuerpo hecho unos zorros y un estado de ánimo deplorable, ayer lunes 29 de mayo Pedro Sánchez consideró que para combatir la borrachera nada mejor que otra ronda de chupitos de alcohol duro en forma de elecciones generales a celebrar el próximo domingo 23 de julio.
Cruzamos los dedos para que el organismo aguante la sobrecarga etílica. Por lo pronto el anuncio de la convocatoria ha cortado de raíz todo intento de análisis autocrítico que la situación requería. Nos ha puesto tarea en la que centrarnos.
Evidentemente nos tocaba otra vez al campo de la Izquierda transformadora o que así se reclama, contemplar el paisaje semidesértico que teníamos delante de los ojos tras abrir las urnas y contar los votos. Para calcular cuantos oasis encontraríamos en el camino donde refugiarnos y calmar la sed. Sabiendo además que lo cruzaríamos acechados por turbas de beduinos salvajes dispuestos a rematarnos al menor descuido.
No es la primera vez que nos enfrentamos a un panorama devastado. Ya lo hicimos en las elecciones de 1982, las primeras ganadas por el PSOE. Tras ellas los electos cabían en un taxi y no sabíamos si teníamos dinero para pagar la carrera.
O en 2008 cuando con la candidatura de Llamazares cosechamos el 3’7 % y 2 diputados.
O en diciembre de 2015 cuando Alberto Garzón también obtuvo 2 diputados y el 3’67% de los votos.
Quiero decir con esto que tanto como PCE, como con IU, hemos cruzado desiertos de todos los colores. Algunos gigantescos como el del Sahara, Arabia, Australia o Gobi y otros más manejables como el de Siria o Chihuahua, pero siempre nos la hemos apañado para llegar al otro lado y reponer fuerzas.
Ahora, mientras calculábamos la extensión del daño llega otro reto sin tiempo de recuperarnos.
Y sí, no ignoramos que las votaciones de hace dos días han mostrado como la ola de conservadurismo que recorre el mundo cual fantasma no marxista, también azota nuestro país. Territorio donde además se “ha normalizado” - gracias al blanqueo de la propaganda de los medios de difusión de masas, -ese remedo de “trumpismo” y “white trash” llegado desde EE. UU, que unido al Franquismo autóctono se materializa en Vox o las posiciones políticas del “ayusismo”.
También sabemos que junto a la sequía climática padecemos la de las ideas, lo que permite a muchos compatriotas sobrevivir en un estado de indigencia mental en la que es fácil (gracias a la labor de machaque de los medios) construir la imagen de un enemigo sobre el que volcar sus frustraciones.
Llámense ETA – aunque la organización no existe desde hace 12 años, concretamente desde el 20 de octubre de 2011 cuando anunció el cese de su actividad-, “paguitas” a “feminazis” (eso sí cuando el dinero público va a la Iglesia o al chiringuito que monta José Manuel Soto para el Rocío nada que objetar), "regalar de nuestros impuestos pisos a inmigrantes "o cualquier otra burda ocurrencia. No importa el tamaño de la mentira cuando se encuentra un público predispuesto a creer cualquier barbaridad.
Tampoco ignoramos que los muñidores de estas falacias abogan por la desprotección, la falta de derechos o por una sociedad salvaje que haría de la "tatcheriana" -que excluía en el diseño a un tercio de la población- un paraíso de solidaridad.
Ni que lo anecdótico se ha convertido en lo importante pues todo se tapa apelando a la bandera y a la Patria, lo que lleva a un buen número de conciudadanos a votar contra sus intereses objetivos y a darle cuerda a quienes los ahorcarán cargándose la Sanidad o la Enseñanza Pública cuando ellos nunca tendrán capacidad económica para beneficiarse de la privatización
Todo ello es cierto. Pero creo que nos equivocaríamos de cabo a rabo si consideramos que nuestros problemas vienen exclusivamente del exterior. Si estamos en esa tesitura deberíamos hacérnoslo mirar.
En primer lugar, es difícil que la Ciudadanía de a pie nos crea cuando se nos llena la boca de “Unidad” si a reglón seguido parecemos un grupo de colegiales jugando un partido en el recreo que disfruta dando patadas en las espinillas a los compañeros de pupitre.
En las pasadas elecciones, las excepciones a la cacareada unidad han sido tan abundantes que se podían hacer con ellas un catálogo de IKEA.
En segundo lugar, es imposible sumar o avanzar instalados en la desconfianza. Como para el envido que ayer lanzó Sánchez nuestra respuesta sea escayolar una herida abierta lo único que vamos a conseguir es que se gangrene.
En tercer lugar, deberíamos pensar que airear nuestras diferencias solo trae desafección. A nuestro electorado los matices le afectan pues no tiene la vacuna que por ejemplo tiene el votante medio de la Derecha con la corrupción: no les resta un voto. Como saques el tema lo máximo que obtienes de respuesta ante el saqueo de las arcas públicas es un “si yo tuviera la oportunidad también lo haría”
En cuarto, analicemos con honestidad el reciente batacazo para adecuar el nivel de exigencias. Asaltar los cielos de momento no parece estar a nuestro alcance y lo mismo deberíamos aspirar en esta fase del partido a agrupar fuerzas y crear muros de contención.
En quinto sería conveniente tener claras las prioridades de nuestro discurso es decir disponer de una lista con propuestas básicas muy concretas ordenadas claramente de mayor a menor. Centrando el foco en ellas y no en otras reivindicaciones sin duda importantes, pero no esenciales que podrían desarrollarse en una acción de gobierno posterior.
La situación económica y social existente es la que condiciona el día a día de nuestros compatriotas, no lo olvidemos. Y a mejorarla debemos dedicar los esfuerzos.
En sexto predicar con la generosidad y no entrar en el juego de sillones o búsqueda de cargos.
Y en séptimo (no, no son mandamientos y no llegarán a diez) tener en cuenta que si los votos dan fuerza para repetir otra vez gobierno se debe ser valiente desde el primer día y no aplazar aquellas leyes que constituyen el ADN de nuestro campo ideológico para que al final queden como fallidas. Un ejemplo: ¿seríamos una sociedad más justa y democrática sin la Ley Mordaza? Él sí es atronador. Pues lo mismo pasa con las que se han dejado en el cajón de promesas incumplidas
Dentro de la negritud -que diría Leopold Senghor - del panorama podemos atisbar rayos de luz. Es posible que por primera vez salgamos a jugar no cuestionando las candidaturas y convencidos de que no hay otro camino que el de dejar por una puñetera vez el carnet partidista en la puerta y entrar a forjar unidad sin prejuicios.
Y la plasmación política de esa situación se va a construir alrededor del proyecto Sumar en el que deberían sentirse a gusto todos los matices y sensibilidades de nuestro campo ideológico.
¿Hay tiempo? ¿Seremos capaces? A poco que construyamos entre todos y toda una realidad ilusionante, la respuesta es positiva. ¡Que ya estamos mayorcitos para jugar al “De derrota en derrota hasta el triunfo final”!
Como posdata: en Andalucía, a finales de julio y muchas de las urnas ubicadas en colegios públicos todo el mundo va a comprobar “per se” cuál es el día a día de nuestros estudiantes: calor insufrible, ahogos, sudor extremo… Así podrán comprender desde la experiencia propia por qué defendemos una Enseñanza Pública de calidad y bien dotada en los Presupuestos.
No hay mal que por bien no venga como decía el otro.