Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Mariano el ingenuo y sus mariachis emprendedores

Por fin sabemos lo que querían decir. Como buenos malpensados creíamos que el destierro de la palabra “empresario” y su sustitución vía ucase de obligado cumplimiento por la de “

emprendedor”formaba parte de la clásica estrategia de pervertir el lenguaje y no llamar a las cosas por su nombre. Por la falsa creencia de que las nefastas consecuencias sociales se asimilan mejor con vaselina.

Pero no era eso. Ni intentaban subvertir el termino ni maquillar las connotaciones de explotación y abuso que la palabreja arrastra. El PP simplemente estaba describiendo su realidad, la que el testimonio judicial de Bárcenas está poniendo sobre la mesa (nunca mejor dicho lo de “sobre”): el aparato del Partido, engrasado hasta rezumar billetes de quinientos euros por todos los despachos de Génova y autonomías varias con las “ altruistas” donaciones de empresarios afines que ven de mal gusto preguntar “ ¿qué hay de lo mío? “ y prefieren decirlo con flores, rolex, trajes, viajes y fajos de billetes serie B, había emprendido su particular Hégira.

Ésta llevaría al fin del Estado (manteniendo sólo Ejército y Cuerpos de Seguridad para garantizar la “pax social”), de las garantías legales, de los derechos colectivos.. y traería el nuevo reino, aunque no de los cielos, sí del Emprendimiento.

En él, mientras a los lacayos se nos recorta, pisotea, humilla o aplica inmisericorde la legislación penal vigente, siempre habrá sitio para el constructor que soborna y consigue recalificación de terrenos; para el banquero que estafa, para el empresario que explota a sus trabajadores a la luz del día y sin necesidad de disimular o para el político que cuenta con avidez su sobresueldo ilegal o su mordida.

Mientras se penaliza la austeridad, honradez y servicio a la ciudadanía, se consagra como único camino el emprendido por quienes aprueban reglas que sólo a ellos protegen.

Curiosamente, muchos empresarios españoles, los que más hablan de mercado libre,hacen sus negocios amparados en el trato de favor que les permita quedarse con la contrata amañada, con la privatización de los servicios públicos rentables. Basta con ser agradecido, no olvidar y después colocar en alguna de las empresas al dirigente político que propició el Beneficio desmedido.

Somos un país de doble moral. Por ello los neoliberales del PP-PSOE claman para que desaparezca el Estado, a la par que cobran del erario público. Completan los emolumentos con ayuditas del “amiguito emprendedor”.

Por ello ahora, sobrecogidos,actúan como los niños pillados con las manos en la masa. Niegan la trastada y el estropicio aunque todo el mundo los haya visto.

Pretendían hasta hace unos meses darnos lecciones de moralidad al grito de “Sspañña”, a juego con la tirita del jersey de polo y la pulsera.

Nos recortaban, sangraban, vacilaban... en nombre del futuro idílico –y rojigualda- que envolvería a la nación y de cuyas migajas hasta los más lerdos viviríamos.

Hoy, conocida la impostura, tenemos aún más claro el clasismo que escondían: se han limitado a seguir la estela de sus antepasados a lo largo de la Historia.

A la espera de que el ministro Montoro de turno saque la lista de defraudadores a Hacienda y que los fiscales Anticorrupción baremen la forma de pedir el suplicatorio a quienes tienen la condición de aforados, no se nos escapa que estamos viviendo,además de en una crisis total del turnismo juancarlista, una lucha interna y sin prisioneros, dentro del Partido Putrefacto. La maniobra B, encabezada por los irreductibles de la FAES con Aguirre y Aznar al frente, está propiciada por los propios poderes oligárquicos.

Han captado el malestar ciudadano y temen que, pese a la tardanza y resignación hispana, al final la olla explote con consecuencias imprevisibles. Buscan el chivo expiatorio, el toro lanceado –llámese Cospedal, Rajoy o Juan Carlos- en el que el español de a pie concentre sus iras, para, en una medida operación cosmética ofrendarlo. Y aplacar la ira para poder continuar los tejemanejes. Con los privilegios intactos.

No entremos al trapo. Unas dimisiones no arreglan nada pues todo queda igual: el diseño privatizador intacto, la imposición ideológica a través de como la del Aborto o la Educación en marcha.

Tampoco sirven unas elecciones anticipadas si éstas sólo buscan cambiar la pata afectada del bipartidismo borbónico por la de repuesto (léase PSOE) o por otra del mismo cuño (PP) pero con más gomina marca “esencia patria”.

Estamos en la encrucijada y lo debemos saber. También que la tercera opción de los poderes económicos, si fracasan las estrategias de las “patas de repuesto”, es potenciar la extrema derecha de nuevo cuño.

Al grito de “todos los políticos son iguales”, los mismos que han creado las condiciones actuales, como dueños y señores de todos los medios de difusión,auspiciarán una solución neofascista (que apenas guarde las formas parlamentarias por aquello de estar -aún- en Europa), similar a la puesta en marcha en Grecia. Puede ser tiempo de postfranquismo

Por ello, también debemos tener claro que el cruce de caminos puede ser tiempo de la Ciudadanía, si ésta no se conforma y juega bien sus cartas.

Con una movilización permanente, poniendo el dedo en la llaga, denunciando la podredumbre instalada, no conformándose con palabras hueras, exigiendo a todos los partidos políticos que se presenten a unas elecciones un contrato vinculante en el que se comprometan a defender unos puntos mínimos: defensa del sector público, no a la privatización de las pensiones, auditoría de la Deuda, ningún parado sin cobertura, recuperación de convenios colectivos, salario mínimo de mil euros...

Y pedir a quienes se presenten a pronunciarse. Con un SÍ o un NO. Para que el ciudadano juzgue y actúe.

No entremos en su juego. Hagamos el nuestro negándonos a seguir al trilero cuando éste esconde la bolita mientras mueve los vasos.

En una situación como actual llaman poderosamente la atención los ruidosos silencios ¿Y la jerarquía eclesiástica?. Tan preocupada de olisquear en las entrepiernas a la vez que recuenta los privilegios tangibles que sus acólitos le transfieren del Estado -ley Wert último regalo-, no tienen ganas ni tiempo de pronunciarse. Ni está, ni se le espera.

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