Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

La avaricia rompe el saco

Juan Rivera Reyes

Cuando mañana jueves te dirijas a la manifestación convocada en tu ciudad contra los recortes promovidos por el Gobierno, recuerda que, a la misma hora, la parentela de dirigentes máximos del PP (hijo de Esperanza Aguirre, marido de Cospedal o Sáenz de Santamaría, legión de hermanos, tíos, cuñados, del resto...) mantendrán inalterados los privilegios que les proporciona haber sido colocados en puestos de confianza, bien de asesores, bien de representantes en consejos de administración.

Puede que mientras tanto el ministro de Defensa recuerde lo bien que le iba cuando representaba a la empresa Instalaza (bombas de racimo) o ejercía de director ejecutivo de MBDA (diseño y fabricación de misiles) o que su compañero en Economía, De Guindos siga recuperando las tarjetas de presentación que lo acreditaban como presidente para España del banco de inversiones estadounidense Lehman Brothers, en cuya quiebra por prácticas fraudulentas muchos sitúan el pistoletazo de salida , el origen de la actual situación.

Tal vez en ese instante Urdangarín estará enmarcando su nuevo y millonario contrato con Telefónica, premio de la empresa al esfuerzo, saber hacer y limpios hábitos empresariales o que su suegro, el Borbón campechano, se debata entre ir a cazar algo grande en un país que sólo sale en los libros de aventuras o tomarse un té en el Pardo con su amiga Corina.

Si es seguro que seguirán sin perseguir el fraude fiscal, sin tributar los muy ricos, que la jerarquía católica disfrutará de todas las prebendas extraídas de nuestro dinero o que las grandes fortunas ,refugiadas en las SICAV ,mantendrán esa envidiable contribución del 1% – 5% o que los impuestos  siempre son indirectos.

Mientras caminas al punto de salida, tú, pensionista, advertirás que te faltan dedos de tanto contar al céntimo, sorprendido de sobrevivir con tu exigua pensión mientras repagas medicinas y, si se tercia, echas una mano al hijo parado.

Tú, desempleado, te encenderás cuando escuchas que la bajada en la prestación al cabo de unos meses, la hacen por tu bien, para que no te aperrees pues es de sobra conocida la responsabilidad social de una buena parte del empresariado al que nunca se le ocurriría tener a un empleado trabajando más horas de la cuenta, sin contrato o facturando en negro y por ello, como apenas hay desempleados que tienen la mala costumbre de intentar comer todos los días aún a costa de consentir ver sus derechos pisoteados, tampoco se notarán unos centenares de miles más que entren en la jungla de la desregulación .

Tú, trabajador de la construcción, metal, minería, automóvil... con contrato pendiente de un ERE o de un despido improcedente gratis total ,soñarás con la vuelta a convenios decentes y horarios regulares y tú, funcionario docente, sanitario, de servicios sociales, bombero, administrativo, policía... tendrás la sangre quemada, harto de ser el tentetieso, el muñeco porfiado al que todos golpean, el chivo expiatorio señalado por los mandamases (jaleados por encefalogramas planos) pues tienes muy claro que una sociedad sólo es viable si ofrece unas mínimas garantías de vida digna a sus ciudadanos.

Incluso tú ,antidisturbio a punto de bajar el casco y empezar a disolver la manifestación cuando te lo ordenen, puede que te plantees si estás defendiendo la sociedad que quieres para tus hijos o la que las elites diseñan para los suyos.

En esta revuelta de los privilegiados que estamos viviendo, lo más llamativo es que desde hace unos años la oligarquía dominante no disimula ni el desprecio que tienen a los trabajadores de cualquier tipo ni su afán de construir una pirámide social de cúspide muy estrecha –donde estén ellos– y una amplísima base proletarizada o “lumpemproletarizada”, devuelta a los orígenes de la Revolución Industrial del XVIII-XIX, sin derechos humanos ni laborales.

Para que el timo les funcione tienen que desarbolar el estado, aniquilar las conquistas sociales y apropiarse de lo público para sus intereses privados: eso históricamente se llamó clasismo. A esa tarea se aplican.

De ahí la rapiña, la insaciable avaricia que muestran en su afán de acumulación capitalista.

Siguen un hilo conductor que en nuestro país se ha repetido una y otra vez, desde las Desamortizaciones de tierra del XIX, a la insolidaridad del “¿No queríais República? Pues comed República“ de los años 30 del XX, pasando por las grandes privatizaciones de empresas públicas rentables de finales del siglo XX , hasta desembocar en la actual situación que hace responsable a la sociedad de la trapacería de unos pocos.Todos debemos pagar lo que ellos han despilfarrado para que sigan, ahora con más poder, ahora más enriquecidos, gobernándonos.

Cuando vuelvas a casa algo más animado por el eco de la protesta no busques en los medios de difusión ideológica (periódicos , televisiones cuyos dueños son mayoritariamente o bancos o grandes multinacionales) un análisis neutral de las protestas. Sacarán como siempre el incidente aislado por encima de los centenares de miles de voluntades y te recordarán que , al haber vivido “por encima de nuestras posibilidades”  toca arrimar el hombro y sacrificarnos , pues en este desafío a la nación, las clases sociales no existen. Somos todos españoles, españoles,oe, oe.oe.

Eso sí, no saldrán a decirlo con cara seria los Botines de turno, y recurrirán a sus manejables marionetas (antes Zapatero, ahora Rajoy). A ellos les da la risa.

Una vez rotas todas las reglas del juego social por quienes mandan, una vez socavados sin pudor los pilares fundamentales del bien común, sólo queda una alternativa: la respuesta contundente de una ciudadanía , consciente y convencida de la enormidad de la agresión.

En esta primera fase, debemos concentrar los esfuerzos en parar el desafío de la oligarquía pero con el objetivo de lograr el músculo y la fuerza que permita a un amplio Frente Cívico, que aglutine los intereses de la Mayoría social , pasar al contraataque. Cuando quien debiera hacerlo deja de respetar el interés público e intenta privatizar –para hacer negocio– todas las conquistas sociales, los afectados deben poner sobre la mesa otras normas, otras reglas, otras leyes, que sí garanticen sus derechos

Juan Rivera Reyes

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