Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Hacerse un Puigdemont

Cuando se tuvo conocimiento público de la fuga , domingo 29 de octubre de 2017, del ex presidente catalán Puigdemont, los medios de difusión ideológica de tierra , mar y aire (televisión, radios, periódicos...) que sostienen al Sistema tardaron unos segundos en saltar a la yugular de la fácil presa y echarle en cara su ridículo y cobardía, su incapacidad de formular el “a lo hecho, pecho” y plantarse en su despacho de la Generalitat para proclamar” Yo soy el máximo responsable y asumo mi actuación”.

En aquellos días, como Colectivo Prometeo y Frente Cívico "Somos Mayoría" nos preocupaba y mucho “el choque de trenes” conducidos por intolerantes que avivaban las llamas del odio ( un ejemplo, la segunda entrada más vista en la historia de nuestro blog -Diálogo, diálogo-) y por ello Julio apelaba públicamente en todas las ocasiones a la sensatez, cordura y poner sobre la mesa nuestro modelo propio de República Federal.

Tras el referéndum del 1-O, la DUI y la aplicación del 155 al hablar del tema siempre coincidimos en que la postura correcta desde nuestra visión política, quedarse y apechugar con las consecuencias, había sido la de Junqueras, Romeva y demás dirigentes que hoy pagan con la falta de libertad una condena ante nuestros ojos desproporcionada e injusta.

Pero ese es otro tema. Sacamos a colación la situación para dejar claro que no teníamos, ni tenemos, una especial simpatía por la actuación gubernamental del que era máximo representante de la Derecha catalana  pero conviene refrescar el “auto de fe” mediático que se hizo con él y constatar, por enésima vez la doble vara de medir, el doble rasero, la doble moral que utiliza el Sistema cuando el cuestionado es de los de “leña al mono” o cuando en cambio es “ uno de los nuestros”.

Esta tarde del 3 de agosto de 2020, merendamos con una noticia: el rey emérito, con una parte de sus colgajos económicos ( no conocemos todos los vericuetos) y vergüenzas expuestas al aire, nos ha hecho un Puigdemont, aprovechando canícula, sopor veraniego y atontamiento generalizado.

En un comunicado sin desperdicio tras el enternecedor “ Majestad, querido Felipe” , Juan Carlos de Borbón anuncia a los súbditos su decisión de “trasladarme, en estos momentos, fuera de España”, intentando vendernos de camino que lo hace para prestar “el mejor servicio a los españoles, a sus instituciones y a ti como Rey” ( sic), “con el mismo afán de servicio que inspiro mi reinado” (re-sic), “porque su legado y mi propia dignidad como persona así me lo exigen” (sin palabras) y, lo más alucinante: “ante la repercusión pública que están generando ciertos acontecimientos pasados de mi vida privada” (¡ manda huevos!).

El autor del comunicado califica como “acontecimientos pasados de mi vida privada” los tejemanejes de una persona que hizo negocios y se enriqueció- como señalan todas las pruebas -mientras desempeña las funciones de Jefe de Estado, que puso la fortuna acumulada de esa forma a buen recaudo en paraísos fiscales y ha utilizado el cargo para vivir, nunca mejor dicho, a cuerpo de rey, con amantes y lujos a coste cero. No tendrá estilo literario pero sí una cara más dura que el cemento armado.

Pregunta ingenua: ¿imaginas este escándalo en una democracia consolidada? Cuesta, la verdad.

La sensación de impunidad, junto al hedor de los cambalaches, flota en el ambiente. El Sistema está moviendo sus hilos para obsequiarnos con un “Borbón y cuenta nueva”. Pelillos a la mar, que aquí no ha pasado nada.

Encima, pobre del emérito obligado a marchar al pseudoexilio, con una mano delante y otra detrás. Y lo más duro, sin el calor de su familia y su querida esposa Sofía.

El que proclamó tantas veces su amor al pueblo español, podía hacernos un último favor e irse como su abuelo Alfonso XIII. Por nuestra parte garantizaríamos la reagrupación de padres e hijos en Suiza -la Patria soñada- para no destruir la unidad familiar borbónica.

Y los medios de difusión del Régimen, ¿qué planean ahora? Pues preparar a los periodistas más conspicuos del abrevadero no para hacer vudú con el muñeco del rey emigrante, sino lijándoles las lenguas para que no raspen mucho al pasarlas los próximos días por las posaderas de sangre azul. Eso sí, tras proclamar mil veces lo de “errar es humano”, “un mal día lo tiene cualquiera”, “hizo mucho y bueno” y demás frases del “Manual del eterno pelotas” que siempre llevan consigo cuando se trata de hablar del Poder.

 Para seguir la tradición patria, seguro que un espontáneo saltará al ruedo para gritar “Puigdemont al paredón” o “la culpa es de Pablo Iglesias que tiene un chalet...” mientras saca a hombros y en triunfo por la puerta grande al exjefe de Estado.

Siempre hubo clases. ¡Vivan las cadenas!