Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Patinazos mentales

India. Impresiones y espejismos. (V)

Patinazos mentales

 

¡Hola amigos!

Miliki el payaso  

Aquí en Dharamsala también están cerrando jornada. Eso no quiere decir que no haya cierta concurrencia que dicho sea de paso: tiene acento israelí. Es lo que más abunda por aquí, especialmente aquellos que han terminado el servicio militar obligatorio (¡de tres años de duración!) o simples viajeros. Y hay que ver lo que se parecen a los españoles. Lo que es seguro es que están por todos lados y que se fuman los petas doblados. El acento español brilla por su ausencia aunque a alguno sí que me he cruzado, sobre todo catalanes. Eso sí, tres de ellos me dijeron que sus padres fueron emigrantes cordobeses, dos de Priego y uno de Montilla ¡Toma ya! Si Colón levantara la cabeza se preguntaría qué le pasa a Andalucía que la única forma en que los andaluces salgan de ella es emigrando. Claro que él no era andaluz. “Vosotros, que llegasteis a ser los más aventureros abriendo aquel canal Sevilla-América y que no os movéis ni aunque os paguen el billete”. Seguro que también se preguntaría porqué no existe aquel puerto ya en Sevilla, pero es que todavía no sabía lo que era la Semana Santa en Sevilla. Cuando llego a un sitio nuevo e preguntan de dónde soy, a lo que yo respondo: from Spain. Entonces me interrogan brevemente (caso de estar interesados en venderme algo) ¿De Barcelona? Nol ¿De Madrid? Nol ¿Del Vasque Country? Nol. Y ahí suele terminar la conversación a menos que mi orgullo patrio me lance y les diga: no, no… del sur del sur, Andalucía. Normalmente lo hago. De lo único que me voy a quejar va a ser de la horrible música electrónica que ponen en la mayoría de los restaurante (cuando no hortera música de discoteca). ¿Se supone que nos debe gustar a todos? Nol. Y es que venir a celebrar raves y fiestas a 10 minutos de la residencia del mismo Dalai Lama… con todos los respetos, ¿Es que no respetáis nada? Y mientras los monjes pasan horas y horas meditando y estudiando (los monasterios tienen sus planes de estudios como cualquier colegio, que incluye matemáticas, idiomas…) esta gente se pone hasta el culo de drogas, van un par de días a yoga o a meditación y al romper un par de tabúes sociales relacionados con el  sexo o con las relaciones interpersonales ya se creen más espirituales o qué sé yo. ¿Estoy tal vez exagerando? Tal vez generalizando, pues la mayoría de la gente viene en un plan muy tranquilo, pero de exagerar nada. Hay que tener en cuenta que el norte de la India es un pacífico oasis comparado con el resto del caótico subcontinente, por lo tanto, el sitio llama para la fiesta igual que una playa desierta pero, ¿Que tendrá que ver el Budismo con la música techno? ¿Que tendrá que ver la idea de reencarnación budista con el “solo se vive una vez” de nuestra indolente juventud? Tienen más de bacanal psicodélica que otra cosa. Las compañías discográficas ya no solo se ocupan de la música. Al igual que los políticos tienen asesores (sobre todo de imagen), estas enormes empresas tienen asesores de todo tipo, entre ellos, asesores filosóficos, antropológicos, psicológicos o por el pérfido estilo, que no son otra cosa que tergiversadores, manipuladores, traficantes de ideas que nos hacen creer ser más libres por escuchar ciertos tipos de música cuando en realidad estamos más sujetos a sus democracias estéticas y a las formas de pensar, normalmente simplistas de los artistas. Ojo que no me refiero solo a la música electrónica sino también a los grupos de todo tipo. Aunque creo que en el caso de la electrónica, es demasiado despersonalizada e inhumana, como un mundo gobernado por máquinas. Y la relación con las ideas, más bien escasa. Quizás han descubierto que así es más accesible o permeable al gran público. La vaca es la misma, pero con distinto cascabel. O también con distinto corte de pelo, color de camiseta, pantalón… lo importante es que la vaca de leche a sus dueños. Estos terroristas de ideas importan la filosofía más barata de oriente para que nos creamos portadores de ideas originales que lejos de ser originales (ni auténticas), nada tienen que ver con los ancestrales culturas de donde provienen y por supuesto, están vacías, incluso muchas de las ideas originales están vacías. Modas pasajeras que encajan con este ideal de juventud que reza que cualquier cosa nueva y “diferente’” es mejor que lo antiguo. En fin, toda esta retahíla me ha venido inspirada con  tan solo imaginarme a un monje budista en una rave o en un concierto de Jimi Hendrix.

El ambiente está muy tranquilo por las Calles de Dharamsala. Me dicen que todo estará cerrado en una semana ¿Pero qué está pasando aquí? Un indio con camisa de cuadros limpia el porche de su hotel. El camarero que me ha servido el café y los huevos charla con sus colegas en la puerta del restaurante. Cada vez se aburren más. Pasan dos caballos cargados de ladrillos. Algunas mujeres suben y bajan. Unas cargan grano o paja, otras, niños o niñas. Prácticamente todas visten con colores fuertes. No creo que les importe el color que se va a llevar esta temporada. Están seguras de que sus colores serán más bonitos. Están en lo cierto.  Igual se guían por otro tipo de mandatos estéticos pero me encanta su carácter al a hora de vestir. Cómodo y muy hermoso. Desde aquí me resultan tan aburridos los Armani, Vitorio, Luquino y demás cantidad de nombres ridículos que supuestamente visten a las mujeres de ahora para mí, lejanos lares. ¡Y el dineral que se gastan! Aquí el sentido común y la tradición empujan a comprar más barato, pero no quita el que haya tiendas de moda aquí también, sin embargo el trato más favorable todavía va a parar a los sastres locales. Se puede comprar la tela con su diseño ya impreso o bordado y ellos te lo ajustan a medida. Con pantalón y pañuelo a juego incluidos.  La verdad es que a los europeos no nos viste ni Vittorio, ni LuckyLucke, ¡nos visten los chinos!

De lo que no se libran aquí tampoco es de la obsesión por la belleza, que en películas, programas y anuncios de televisión alcanza cotas intolerablemente altas. Es una obsesión ying-yang, para el hombre y para la mujer. La perfección vestida de inocencia dirige a los personajes de televisión, que son todos hermosos (menos los villanos, la obviedad es la base de esta televisión), de piel clara y con ropas muy bonitas (muchas veces de corte occidental), cochazos, preciosos y barrocos decorados que no son sino eso, decorados de nada tienen que ver con la realidad y dejadez India… Más o menos como allí, pero más hortera. Me ha sorprendido la calidad estética de los anuncios de publicidad. No son para nada cutres. Aquí la industria audiovisual, al igual que la informática o las matemáticas y la química, está muy desarrollada. Los anuncios que más abundan son de telefonía móvil, tablets, ordenadores y toda clase de tecnologías. También de electrodomésticos (Phillips), productos de belleza femeninos y más motos que coches. Unas de carretera llamadas “Hero”, para que el hombre sea libre y salvaje. Otras de scooter, para que las chicas sean independientes y coquetas pero no salgan de su ciudad.

Tras estas digresiones dejadme decir que con mis reflexiones no quiero que nadie se enfade, solo estoy probando diferentes sabores del arte de escribir. Pienso (luego se me va la olla). Ya que me he tomado este viaje como un curso acelerado de escritura (impartido por mí mismo, pero sin exámenes), pues eso, que igual escribo sobre el viaje, sobre Budismo, Hinduismo, o igual sobre música, o igual pongo algunas ideas que ni siquiera son mías. En el mundo del arte no existe la sinceridad a no ser que se considere la sinceridad en sí misma como un arte en sí mismo. Y  por supuesto, la sinceridad con sentido del humor: es cosa seria.

En fin, que está lloviendo a raudales y me faltan unas horas para coger el autobús a Rishiquesh, así que escribo de carrerilla lo que me sale en un restaurante en frente del pseudo-taller en donde he hecho mi primera talla de madera. Se me había pasado por la cabeza en Inglaterra en más de una ocasión. Ha sido mi curso de meditación por dos días, cincel y martillo en  mano. Un loto con el símbolo del Om en su interior. Estoy contento con el resultado teniendo en cuenta que es la primera vez, aunque sinceramente, la flor deja mucho que desear como flor. El caso es que tal día de lluvia no se puede desaprovechar y me he puesto a escribir lo que se me pase por la cabeza, que no será la primera vez que se me pasa. De otra manera tendré la sensación de haber pasado el día por alto.

Dharamsala es el segundo lugar más húmedo de la India, lo cual no alegra demasiado a mi alergia. Es por eso que me alojo en un hotel medio caro, para evitar la humedad de los hoteles baratos. Me quería dirigir a Shimla, antigua ciudad vacacional de la burocracia colonial inglesa y ciudad donde se desarrolla gran parte de la novela Kim de la India. Excelente novela, por cierto. Es por lo que me dirijo a Rishiquesh, capital mundial del yoga, prácticamente desconocida en occidente hasta que los Beatles viajaron a la India y se establecieron en dicha ciudad, exportando a su vuelta en Inglaterra las ideas de India, paz y buen rollo y convirtiéndose en multi-multimillonarios. Espero un lugar muy turístico pero con infinidad de cosas que ofrecer. A voz de pronto un buen masaje después de un largo viaje en autobús y algo de yoga. Aquí en Dharamsala hay cursos de meditación vippasana pero son de diez días y ahora mismo no había disponibles. Seguro que en Rishiquesh hay más ofertas. Por cierto que los “Rishis” eran los antiguos videntes (y poetas) que escribieron Los Vedas (veda en sánscrito significa conocimiento), los textos sagrados más antiguos del mundo, unos 3500 años. De hecho son aún más antiguos, pues se transmitieron de forma oral hasta que fue posible escribirlos. Los rishis recibían el conocimiento mediante rituales y técnicas extáticas tales como la recitación de mantras. Los dioses les dictaban en visiones que se iban transmitiendo así por medio de maestro alumno. Pero esa, es otra historia.

 

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