Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

De la mar y los barcos

EL marinero de tierra se pregunta quién gobernará su barco durante la próxima legislatura, quién guiará el timón de nuestra Andalucía. Marejada a la vista. Este marinero, anclado en su puerto, se avitualla para la nueva travesía. Aún no sabe la bandera que ondeará en el palo mayor. Tampoco conoce el destino de su nave.

Mientras, otros pugnarán por conseguir el almirantazgo. Las gaviotas revolotearán crecidas por vientos favorables, y los puños apretarán fuertemente las rosas rojas para no perderlas. Unos y otros necesitan el apoyo de la marinería. Prometerán futuros logros, mejores velas para la nao, revolucionarias e innovadoras técnicas de navegación, reflotar los barcos varados, ampliación de puertos antiguos y creación de nuevos, incorporación inmediata de la mujer a la tripulación y cómo no, nuevos talleres de interpretación de la mar salá. Para conseguir estos propósitos, apoyarán a los astilleros dotándolos de exenciones fiscales y subvenciones capaces de dinamizar el tejido productivo, así como de ¡más madera!

Si las costas continentales andan revueltas, las internacionales andan atormentadas; nos quieren imponer cartas de navegación que nos obliguen a modificar nuestro rumbo e igualarlo a otras flotas comunitarias.

En aguas surcadas por tiburones financieros y piratas de guante blanco habremos de navegar sorteando serpientes marinas y mares de algas, modificando las quillas de nuestros veleros e imponiéndonos coordenadas hasta ahora desconocidas, igualándonos al resto, perdiendo autonomía y confiándonos a las cada vez más exigentes políticas de la Comunidad Europea..

Mientras tanto, nuestro secular barco, Andalucía, con el velamen recosido y sus remos arqueados, cansado de falsas promesas, sigue enamorando a estériles sirenas que, nadando a proa, producen blancas espumas en el más verde de los mares.

En el malecón del puerto, los pescadores reparan sus viejas redes anhelando mejor fortuna y discutiendo a quién otorgar el timón del barco para los próximos años, sin conocer qué artes de pesca les dejarán emplear ni qué capturas les permitirán realizar.

Y el Guadalquivir, espera. Como ha hecho siempre, en la más absoluta quietud, soñando con impetuosas corrientes que le devuelvan su hegemonía.

Andalucía no puede navegar al pairo, necesita un hábil timonel que la guíe y la dirija al abrigo del mejor puerto para surcar más tarde los cada vez más impetuosos mares.

Andalucía se escorará a babor o a estribor, dependiendo solo de ella. Los andaluces debemos determinar hacia dónde dirigir nuestra proa. Espero que acertemos.

Desamarrados los cabos, arriadas las velas y levada el ancla, Andalucía navegará. Surcará desde su gran río hacia la mar más o menos serena, sufrirá con los recortes y aguantará como siempre: con alegría y con pena.

Este marinero sabe que, gane quien pierda y pierda quien gane, suba o baje la marea, tendrá que seguir remando.

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