Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

¿Dónde está el podador?

Y el árbol sigue creciendo. Cada vez podrá cobijar más gente bajo sus frondosas ramas. Las instituciones siguen creciendo; cargos políticos y asesores siguen nutriéndose del tronco y ramas, mientras sus raíces esquilman todo el jugo de un cada vez más pobre suelo, agotando sus reservas, sus nutrientes y provocando la  pérdida de esperanza en la recuperación.

El viejo árbol de viejo tronco exhibe sus ramas primarias por todas las comunidades y estas a su vez hacen crecer ramas secundarias a modo de diputaciones, mancomunidades, fundaciones, grupos de desarrollo… Y a ese árbol hay que seguir abonándolo para que pueda dar sombra y frutos a quienes son parte integrante de él.

Mientras, a los que aún tienen trabajo se les aumentan los impuestos, y los que no lo tienen sienten pavor por su futuro y, lo que es peor, por su presente.

Aumenta el número de frutas podridas del majestuoso árbol, a modo de escándalos, imputaciones y procedimientos judiciales con los que cada vez minan más la confianza de quienes aguardan noticias esperanzadoras. Pero no habrá poda; mientras puedan, esconderán entre sus hojas sus podridos frutos hasta que la insistencia y buen hacer de magistrados demuestren en interminables juicios la podredumbre de estos frutos.

Cada cuatro años, algunas de las flores más llamativas y convincentes del costoso árbol se dirigen a sus clientes prometiéndoles acogerlos bajo sus ramas, aduciendo que en años anteriores las inclemencias del tiempo, y el precario estado en el que recibieron su herencia, impidieron mejores resultados. 

Ninguna de esas flores propondrá someter al árbol a una más que necesaria poda, sacrificando las cada vez más numerosas ramas secas e improductivas con las que cuenta. Exigen más abono para mantenerlo, para mantenerse, a costa de quien no puede aportar más.

De tantos recortes como los que nos hemos visto obsequiados, han olvidado el recorte más necesario, que no es otro que el recorte en el árbol.

Si parte de ese abono se pudiera utilizar para provocar la aparición de los tan esperados  brotes verdes, otro gallo cantaría. Pero no, esos nutrientes son necesarios para ellos. Tienen que mantener costosas instituciones.

Los semilleros jóvenes necesitan sentirse apoyados para poder generar prometedoras  plántulas que a su vez generen los tan necesarios brotes verdes; para que las semillas se desarrollen es necesario un calor, un agua y un medio que no terminan de aparecer.

Hace falta que alguien pode el tan necesario e imprescendible árbol así como enorme, desmesurado y bestial, o este terminará secándonos a todos.

 

 

Comentarios

Enviado por Enrique Bellido el

Difícil empeño, Pepe, cuando quien en este caso tiene la capacidad de podar es el propio árbol, que preferirá caer de viejo y seco a amputarse una rama por muy podrida que esté...

Enviado por Perseo el

Acostumbrado el árbol al manejo de la tijera para recortarnos y recortarnos, a lo mejor no le cuesta tanto coger una de podar y darse un repasito.
Y si no, siempre estamos los votantes para en las urnas demostrar que o se autopoda el árbol o lo podamos nosotros.

Enviado por A. Prodigio el

Muy a mi pesar (y al de muchos) estoy de acuerdo con Enrique en que será muy difícil (por no decir imposible) que el propio árbol se ampute sus ramas podridas, aun a sabiendas de que esas ramas están pudriendo cada vez más el árbol entero. Y esperemos que no llegue a la raíz, porque plantar un árbol entero cuesta mucho tiempo, dinero y quién sabe si incluso vidas, en el peor de los casos...
Como bien dice Perseo, los votantes deberíamos demostrar que aquí estamos todos para podar ese árbol, si él mismo no se auto-poda. Pero, lamentablemente, eso no va a pasar. Es lo que debería ocurrir, pero no olvidemos que esto es España. La salud, o mejor dicho, el bienestar, de muchas de las millones de "hojas" (ciudadanos) de ese árbol dependen de que ciertas ramas reciban buena y abundante savia para que una mínima parte de esta llegue a dichas hojas en forma de promesas electorales que, en la mayoría de los casos, se quedan en eso, en simples promesas incumplidas.
En este árbol cada hoja va a su conveniencia, sin mirar por la salud del árbol entero.
Buen artículo Pepe, y gran símil el del árbol. Enhorabuena.

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