Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Otoño de equilibrios malabares

José Antonio Rodríguez

Con el final del estío se acabó la calma no pactada en la que dormitaban, larvadas, las tensiones socioeconómicas y políticas que azoran al Estado.  Si bien de ese letargo hay que excluir algunos acontecimientos territoriales que, irrumpiendo inesperadamente, germinaron en el verano y seguramente espigarán por la siguiente estación.Sólo una ligera referencia merece el de menor calado, agostado por la canícula.  Y que por su rebozo ha de calificarse, más rectamente, como de ocurrente peripecia teatral. Coordinada por el director de escena Sánchez Gordillo, fue, simplemente, una transmutación de legítimos actos sindicales reivindicativos, en actuaciones de opereta bufa. Y no obstante la defensa de oficio, alarde de hermenéutica, que hicieron de ellas los fervientes (convencidos y de conveniencia) tuvo, sin más, el jaez de un espectáculo efectista; interpretado para el público y, especialmente, para la prensa por un colectivo de trabajadores que caracterizaron, con rudeza, a un andariego monipodio de rateros y ocupas ocasionales.

Otro fuste y trascendencia traían y tendrán las convocatorias de elecciones autonómicas en Euskadi y Galicia, el arrecio del sentimiento soberanista en Cataluña y, unido inherentemente a ellos, las consecuencias del que debería ser inminente rescate semicondicionado de España por la UE. Todos estos peliagudos envites preparan un otoño en el que el Gobierno de la Nación vendrá obligado a concebir verdaderos equilibrios para evitar la descomposición.

Con el anuncio de elecciones en el País Vasco se entreabre, aún más, la caja de pandora del independentismo vasco. Llamado, eufemísticamente, por nacionalistas y aberzales como derecho a la autodeterminación y que ya expandió su trayectoria con la legalización de Bildu. Ahora, el muy posible triunfo en las urnas del PNV, seguido de una alianza con Bildu o viceversa, apresuraría los trazos temporales hacia una tentativa de referéndum soberanista. Y al final vendría a confirmar la nueva estrategia de ETA, de que -la política es la continuación de la guerra por otros medios-.

De distinta naturaleza, sin entrar en razones históricas, puede decirse que es el actual auge del secesionismo en Cataluña. Su motivación inmediata estaría en la severa recesión económica que padece toda España y que, con rigor desconocido, también exaspera a los catalanes. Así lo expresaron el día de la Diada. Esa desesperación es hábilmente, como de costumbre, utilizada por los nacionalistas catalanes como combustible acelerante, con la admonición: -todos los males nos vienen de España-. Para el doble propósito de, por un lado, salvar mediante la emoción victimista su propio desgaste como Gobierno, por las duras restricciones que está imponiendo. Y por el otro, y tal vez sea el efectivo trasfondo, diseñar un chantaje económico-fiscal al Estado para obtener la máxima rentabilidad, no sólo económica sino política. Éste hilo conductor llevaría al nacionalismo catalán a convocar, con ventajista intención, elecciones autonómicas anticipadas en Cataluña. Aunque, éstas, dado el actual ambiente, puedan convertirlo en rehén de su imprudente maniobra.

La eclosión otoñal del separatismo enhebra con el aciago contexto económico español, porque éste le da a aquella perversa coartada y es el fuelle que aviva su desleal incandescencia. Ya se sabe, nadie reniega del socio rico, mientras lo sea.

Y en el esquema macroeconómico, la absoluta dependencia que la solvencia de España tiene de los mercados de deuda, junto a la significativa posición de la UE como única compradora, creíble, de aquella; hará que el Gobierno se rinda al rescate y que, solamente, queden por negociar las condiciones de la capitulación. De éstas, una concernirá a la enmienda de la grave realidad financiera autonómica. Inaplazable cuestión irresoluta. Por cercanía baste citar como ejemplo el nada ejemplar caso andaluz. Andalucía necesita alrededor de 3000 millones de euros para no caer en el incumplimiento de sus obligaciones y, de entre las grandes comunidades autónomas, es la que mayor déficit ha acumulado en el primer semestre, llegando al noventa por ciento de lo permitido para todo el año.

Esos son los frágiles objetos que este otoño, en un difícil equilibrio, deben manejar con la firmeza, el cuidado y la destreza, propios de un malabarista, el Presidente de Gobierno y su Ejecutivo. Sin que ninguno se les precipite y malogre. Porque, sin alarmismos, la que sucumbiría, rompiéndose en pedazos, es la identidad española tal y como la conocemos.

José Antonio Rodríguez

Licenciado en Derecho.Asesor jurídico

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