Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Vivir de la política

Mucho se habla de la gente que está en política por el simple hecho de buscar un trabajo más o menos bien remunerado y con una fijeza de al menos cuatro años, con aspiración a seguir per saecula saeculorum si son capaces de meter bien la cabeza y las urnas los respetan. Y esto trae a colación una serie de interrogantes que podemos hacernos sin necesidad de dar muchas vueltas de tuerca.
 
¿Existe la profesión de político? Bueno, sabemos que existe una carrera universitaria que es la de Ciencias políticas, pero de ahí a pensar que los políticos que nos gobiernan han pasado por las aulas de la universidad para acreditarse en esa rama va un abismo. Y no es que yo esté pensando que sería conveniente exigir a cuantos forman parte de una candidatura electoral que sean licenciados en esa carrera, no darían las aulas para albergar a tantos como figuran en esas listas, ni tampoco muchísimos de los que van en ellas están capacitados ni acreditados para ser universitarios. Por lo tanto, hay que empezar a pensar que político puede ser cualquiera, eso lo primero, al que no se le requiere la más mínima preparación ni la más mínima experiencia, dato este último que en muchísimos trabajos es importantísimo.
 
Así pues, podemos determinar que la profesión de político es de las menos profesionales y de las menos acreditadas que conozco, y, sin embargo, parece que es de las que tiene aspirantes a cascoporro. Y otro dato, parece que vemos bien y como muy democrático eso de que cualquiera pueda llegar a ocupar altísimos cargos políticos. Todo muy norteamericano. Aunque eso de que todos somos iguales y tenemos las mismas posibilidades para alcanzar cualquier meta queda muy bonito, lo cierto es que son frases inconclusas y, por tanto, un puro engañabobos. Porque la igualdad, si es que existe, sería sólo ante la Ley; y las posibilidades son parcialmente las mismas para todos, y si no que se lo pregunten al cesado Wert.
 
Otra cosa que nos podemos preguntar es por qué entran algunas personas en política. Vamos a ver, creer que todos lo hacen para ayudar a los demás y buscar el bien común, la justicia social y un reparto justo y equitativo de las arcas públicas es tanto como decir que La Tierra es plana. Los múltiples casos de corrupción que se han destapado últimamente, o los que se destaparon en un pasado, no hacen más que confirmar que hay mucha más gente de lo que parece que se acerca a la “profesión” de político con el único propósito de sacar tajada. Bien es cierto que algunos cortaron tal tajada que se les indigestó y por eso son corruptos, pero no podemos perder de vista a otros que van sacando tajaditas que les permiten vivir cómodos y sin esfuerzos ni responsabilidades y sin que ello suponga corrupción, al menos legal, la ética ya sería más discutible. Y aclaro, digo sin responsabilidades porque la mayoría de ellos las delegan en los técnicos de las distintas administraciones, como si ellos sólo estuvieran ahí para echar el garabato.
 
¿Deberían tener los políticos una fecha de caducidad? Es cierto que algunos están caducos antes de empezar, pero al resto se les debe de suponer frescura suficiente para volcarse un tiempo en los demás, en lo público. Ese tiempo es la cuestión, nadie es imprescindible o al menos no debe de creerse serlo, los proyectos se ejecutan y hay que buscar otros nuevos, y si vienen de otras personas pues mejor, así no se vician las actitudes erróneas ni se vive eternamente de un éxito efímero. Es importante la savia nueva en política, pero no sólo debe venir de jóvenes con vitalidad desbordante que después de haber empezado en su profesión la aparquen, también puede venir de la mano de la experiencia por personas que quieran hacer un paréntesis en su trabajo para aportarla a la política, o incluso de gente que ha terminado su vida laboral y no quiera emprender su nueva etapa echado en una señal de tráfico mirando a quien pasa. Claro que para todos esos casos antes se debe de tener o haber tenido un puesto de trabajo…
 
¿En manos de quiénes estamos entonces? Pues ustedes mismos. Es penoso pensar en los pocos que tienen un trabajo y se meten en política con verdaderas inquietudes de hacer el bien a los demás, en los pocos que una vez dentro mantienen su cuota económica como si siguieran trabajando en lo suyo y terminan su periplo político con lo puesto, en los pocos que se dan cuatro u ocho años de vida política máximo para volcar todas sus energías en conseguir la mejora de la vida del ciudadano y luego se vuelven a su trabajo. Evidentemente es penoso por ser tan pocos. Y lo mismo de penosos son los que se meten a políticos porque no tienen trabajo y ven en esta pseudoprofesión una salida fácil, siempre y cuando las urnas sean condescendientes con ellos. Estos son a los que se les suele llamar profesionales de la política en el sentido más despectivo.
 
No hace falta poner ningún ejemplo de todos los supuestos que he tratado, seguro que el inteligente lector ya le ha puesto cara y ha ubicado a cada cual, tampoco hace falta irse lejos, muy cerquita tenemos algunos casos.
 
La dignificación de la política debe venir por los mismos políticos, y si ellos no son capaces de dignificarla es porque fallan los partidos que los sustentan, que no se plantean ni la cuarta parte de los interrogantes aquí expuestos a la hora de cobijarlos. Porque no se puede olvidar que la política es algo, nos guste o no, fundamental y necesario para el devenir democrático de un pueblo, provincia, región, país o continente, y de seguir con estos niveles de políticos a saber dónde se irá a llegar.
 
Pd.- Y no todo el mundo sirve para hacer política, al menos política oficial, porque hay que tener muy dura la piel para ser políticamente correcto y no todos tenemos la dermis así; pero política de calle sí, por eso, quizás, todos seamos políticos.
 

Comentarios

Enviado por Anónimo el

Lo más interesante que has dicho es eso de que no hace falta poner ejemplos porque todos hemos puesto cara a cada cual, sobre todo a esos parados que están en la política para comer, y bien, ya que ellos no son capaces de trabajar dignamente como los demás y ven en la política solo un remedio para sus problemas laborales.

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