Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Debates de colegio

Las dos últimas noches han sido una verdadera carrera de los cuatro principales partidos políticos para intentar convencer a los indecisos, esos que aún no hubieran decidido a quién votar en los comicios del próximo domingo. Y digo intentar porque tras ver, analizar y sacar conclusiones de ambos debates, y sintiéndolo mucho por los organizadores de éstos, pienso que lo de debate “definitivo” en los titulares podrían habérselo ahorrado.

Antes incluso de comenzar, estos debates a cuatro se vieron envueltos en una gran polémica tras la decisión de la Junta Electoral Central de excluir al quinto invitado, VOX, de participar en ellos debido a que no contaba con el mínimo de votos establecidos por la ley. Además, no pareciendo suficiente, el actual Presidente Pedro Sánchez volvió a sacar a relucir su superego y trató de cambiar la hora y fecha del debate de RTVE, acción por la que ha sido acusado de querer evitar debatir con sus contrincantes y que solo le ha servido para tener que bajar la cabeza de nuevo ante una decisión carente de sentido alguno.

Alejadas de lo que se podría entender como un debate por la presidencia de un país, ambas charlas se han desarrollado en un tono que podría tratarse de maleducado y cercano a una pelea que cualquier niño podría tener en el recreo de un colegio. Interrupciones incesantes, insultos denigrantes, marcos con fotos, intercambio de papelitos… una verdadera vergüenza para todos los ciudadanos que tuvimos que presenciar tal desaguisado.

Para comenzar, Pablo Casado, candidato del PP, ha dedicado todo su tiempo a mentir. Se ha demostrado en diferentes medios de comunicación cómo Casado, el que continuamente tacha a sus contrincantes de mentirosos, dijo en el primer debate más de diez datos falsos tanto a favor de su partido como en contra de los demás, no quedando tranquilo y repitiendo alguno de ellos también en el segundo. Asimismo, ha defendido todos sus argumentos con una falsa sonrisa que está empezando a ser fiel en todos los partidos de derecha y que incluso está presente en el momento en que otro candidato está arremetiendo contra ellos. Quizá la utilice para intentar dar la sensación de seguridad que su discurso anclado en el pasado no consigue dar a sus votantes ni de lejos. A partir de esto y con apoyo de Rivera, redujo su discurso a denunciar a los partidos independentistas y a los “batasunos”.

Continuando por el ala derecha, nos topamos con el candidato que más ha dado de qué hablar por su comportamiento jovial y un tanto bochornoso en muchos momentos. Sin duda alguna, estamos hablando de Albert Rivera, candidato de Ciudadanos y posiblemente uno de los peores dialogantes que existan en la historia por la candidatura a la presidencia del Gobierno. No bastándole solo con interrumpir incesantemente los discursos de sus adversarios, el candidato naranja se ocupó de llevar y mostrar durante todo el acto una cantidad inverosímil de fotografías, gráficos y otros documentos cuya intención aún es desconocida por la gran mayoría de los espectadores. Además de esto, volvió a centrar su monótono discurso en la unidad de España frente a los partidos “anticonstitucionales”, la corrupción de los dos grandes partidos y a desvariar entre términos ininteligibles como feminismo “liberal”, siempre claro con la característica mueca sonriente de la actual derecha. Me gustaría, de veras, que se replantease su discurso en contra de los partidos que según él no cumplen la Constitución y se mirara su propio ombligo para darse cuenta de si los que forman la coalición que gobierna en Andalucía no está sustentada por algún partido que usa la Carta Magna para algo más que para calzar la mesa.

Entrando ya en el terreno de la izquierda, Pedro Sánchez defendió con uñas y dientes la moción de censura que el PSOE, de la mano de Podemos y otros partidos como EH Bildu o el bloque independentista catalán. Su actitud también estuvo alejada de la tranquilidad y se acercó más a la desesperación por ver cómo los dos partidos de la derecha no paraban de arremeter contra su Gobierno, su partido, e incluso su persona. En ocasiones se igualaba a sus compañeros y no los dejaba articular una frase entera sin interrumpirlos, momentos en los que perdía toda la compostura y se mostraba un Sánchez quemado y bastante decaído. A pesar de esto, pienso que en algunos casos estuvo impecable, como en el momento en que defendió la eutanasia y se enfrentó cara a cara a los líderes, azul y naranja, para defender la necesidad de consentimiento para cualquier relación sexual, o como el instante en que articula la oración “el vientre de una mujer no se alquila”. También decepcionó bastante cuando, rebajándose al nivel de Rivera, sacó el libro sobre el líder de VOX y se lo intercambió con él como si fueran notitas en una clase de primaria.

Para terminar, quiero recalcar que me llevé una grata sorpresa por parte de Pablo Iglesias, candidato de Unidas Podemos, ya que me pareció el debatiente con más nivel de ambas noches y que logró mantener la compostura en todo momento frente a la farándula que allí se estaba viviendo. Alejado de mis ideas políticas, su compostura frente a los demás y su actitud comedida hicieron que por primera vez sintiese que un candidato dominaba mínimamente la retórica y consiguió que, quizá, centrara mi atención en el debate especialmente en el momento en que él intervenía. Aunque no sería yo mismo si no encontrase alguna falta en su discurso, que a veces noté demasiado calmado y con mucha parsimonia respecto a algunos temas que en mi opinión necesitaban algo más de fuerza al ser tratados. Discrepo totalmente de su propuesta para permitir a Cataluña hacer un referendo sin cambiar la Constitución y a sus políticas económicas nada sostenibles con el déficit existente en nuestra economía. Por otro lado, aplaudo la intención de hacer pública toda la educación y la sanidad y su continua e inacabable lista de propuestas para mejorar la situación que hicieron que se desmarcase de los demás contrincantes, a los que reprocho abiertamente no hicieran propuestas claras en ninguno de los bloques propuestos.

No sé a los demás, pero tengo claro que a mí, al menos, estos debates no me han sacado de nada y solo me han hecho percatarme una vez más de la inutilidad y la poca preparación que tienen nuestros políticos de cara a su profesión. Quizá deba hacer caso a una comparación que veía hace unos días en redes sociales y que asimilaba a la política con un autobús que no me llevará exactamente a donde deseo, pero me dejará cerca de aquello que tengo como fin.