Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Carmena, Carmena. O como nadar y guardar la toga

Dos titiriteros están en prisión sin fianza (a espera de juicio) en Venezuela (perdón…en España) privados de sus derechos más elementales por ejercer su profesión.

Pero la noticia para la prensa, los tertulianos y los responsables políticos patrios no es ésta, ni la extrema gravedad de ésta, sino que lo importante para la democracia mediática estriba en el mal gusto, lo inapropiado de la obra para ser vista por niños y, por extensión, el supuesto enaltecimiento del terrorismo que realizan en ella para justificar así la tremenda arbitrariedad judicial y mediática.

Una obra: La Bruja y Don Cristóbal, que (sin haberla visto) explican sus autores está basada en la obra de Federico García Lorca. Crítica al Poder y a sus instituciones democráticas y cómo éstas reaccionan violentamente contra todo aquel que proteste y se rebele acusándole de “terrorista”. De ahí que el policía-guiñol acabe en la obra susodicha dándole al manifestante-guiñol una pancarta donde pone Gora Alka-Eta (en alusión a Alquaeda y ETA) y poder así acusarle de tremendo terrorista de trapo.

Que este grupo de titiriteros fuera contratado anteriormente por Ana Botella, que lo fuera en esta ocasión por Carmena, y que para ello sólo se leyeran la sipnosis de la obra (en donde se señalaba “para todos los públicos”) mostrándose en una plaza pública (en horario escolar) no es lo importante tampoco.

Los titiriteros terroristas, con sus poderosas armas de destrucción masiva, han pasado de acusadores a acusados. Nada extraño (aunque no por ello menos irritante y avergonzante) en un país de esperpento que tiene a decenas de personas multadas y otras en prisión por sus opiniones, por haberse manifestado en una Huelga General, en un desahucio… o por haber herido a un antidisturbios cuando éste se dobló la muñeca al aporrearle la cabeza.

Nada extraño en un país de larga tradición inquisitorial donde a la derecha (desde siempre) le ha gustado poner en el mismo plano una tradición, hábito o pensamiento ajeno con el robo, el expolio y el crimen propio. Un país acostumbrado a la hipocresía que mira con desdén violencias varias en cines, televisiones y en juegos de ordenador, y luego no sabe relajarse ante una representación teatral condenándola de la manera más vil mientras se hacen una foto con la camiseta “Je suis Charlie Hebdo”. Nada extraño en un país de larga tradición franquista donde la Audiencia Nacional es un trasunto de aquel Tribunal de Excepción. Un país, en definitiva, nada dado a la poesía y a las metáforas.

Y es que, como decía Gil de Biedma: “De todas las historias de la Historia,
sin duda la más triste es la de España, porque termina mal”, este país donde la pobreza y el mal gobierno no son, sin más, pobreza y mal gobierno, sino un estado místico del hombre.

¿Qué le hubiera pasado a Chaplin en un democrático país si la imitación del Hitler en su Gran Dictador hubiera sido catalogada de apología del fascismo? ¿Dejaremos de ir a los Museos de Arte Contemporáneo porque en ellos (según la Doctora en Estética, Elena Oliveras) el arte contemporáneo prefiere lo extremo, lo feo, incluso el asco?

Ni en la Hispania de la Roma imperial, brutal y violenta, se atacó de esta manera a los titiriteros con sus pantomimas críticas y sanguinolentas (estas de verdad) y ningún Senador, que se sepa, tuvo que nadar guardando su toga ante las críticas patricias a tan desmedidas libertades plebeyas.

Porque siendo esperpéntico, irritante y avergonzante este hecho, lo más triste es ver a esa Carmena (esperanza de los titiriteros) intentando “nadar y guardar la ropa”, dando “una de cal y otra de arena”, con paños calientes y complejos de izquierda, en lugar de protestar ENÉRGICAMENTE y sin ambages por el tremendo atropello a los derechos humanos. ¡Eso es lo que toca ahora! y no hablar de lo apropiado o desapropiado de la obra en sí, por su estética o contenido: Para abanderar ilusiones en este triste país, no sólo hay que ser consciente de su Historia (y querer cambiarla) sino que hay que ser VALIENTE.

Pero nada me extraña, ya lo comentaba hace algún año en otro artículo de esta columna de opinión (“La plus grande manifestation de l'histoire récente de l'Espagne” Adolfo Suárez y el 22M) antes de que se aprobara la Ley Mordaza, porque primero van a por los cuerpos y después a por las metáforas.

En fin, como acto de valentía habrá que buscar pronto cómo poder ver la obra teatral en cuestión, tan publicitada, ahora que ya prohíben hasta las metáforas.