Enrique Bellido Muñoz
Leo en Sur de Córdoba que en Lucena se han celebrado las VIII Jornadas de Historia "Memoria y olvido sobre la guerra civil y la represión franquista".
Su contenido, supongo que no podía ser otro, se articula en torno a la Memoria Histórica que desde sectores de la izquierda española se propugna, en una tarea que mucho me temo que, al margen de intentar dignificar la memoria de los represaliados por el régimen franquista -lo que no pondré en duda-, persiga saldar cuentas con una etapa de nuestra historia que son ya muy pocos los que tuvieron la desgracia de vivir en primera persona.
Por supuesto que les reconozco todo el derecho a mantener viva una llama que a muchos de ellos debe haber provocado una profundo quemazón en sus vidas, como debió provocarla aquella otra que, nacida del otro bando -y digo bando porque de eso se trataba, de dos bandos enfrentados, a veces en bandada y bandidaje-, marcó las vidas de quienes también sufrieron las consecuencias de la intolerancia ideológica y social.
Sin embargo, ello no se compadece con una parte del título de las Jornadas, la que se refiere al olvido, que representa la antítesis de la función memorial y que, por tanto, difícilmente puede conjugarse con esta. Memoria y olvido son antónimos que pueden casar simbólicamente en un título, pero que resultan a todas luces incompatibles, máxime si de sentimientos se trata.
Es verdad que llegará un día en el que las dos Españas todavía existentes -las de quienes las vivieron desde la división más atroz y las de quienes sin vivirlas recibimos el relato de las mismas- irán poco a poco difuminándose por el olvido y, fundamentalmente, la falta de memoria, quedando relegadas a los archivos que en todo formato las contengan y preserven.
Pero yo abogaría por pedir a unos y a otros, a quienes por unos o por otros fueron víctimas o familiares de las mismas, que mirasen al futuro y permitiesen que sus descendientes también lo hagan, buscando la convergencia en una sola España en la que resolvamos nuestras diferencias ideológicas, de credo o sociales, al margen de condicionantes del pasado.
No dudo que la Medicina Legal y Forense aún tenga mucho que descifrar en los restos de esa Memoria Histórica, como me imagino que podría deducirse de la conferencia que con el título "Exhumando fosas, recuperando dignidades" dictó el catedrático de la especialidad Francisco Etxeberria, pero me pregunto si realmente la dignidad de los asesinados en aquella época hemos de buscarla en sus restos materiales y en el lugar en el que estén depositados, o nos debe bastar con el recuerdo que de sus valores transmitieron.
Nunca la dignidad se ha situado en lo físico, por mucho que este haya sido un constante acompañante, sino en el "yo" ético, que no tiene porqué ser el espiritual.
Por ello que no pueda coincidir con mi colega de profesión en el título de su conferencia.
En todo caso, somos libres para expresar nuestras sensibilidades y en tanto en cuanto el ejercicio de las mismas no entre en coalición con la legítima, también, expresión de otras, cualquier planteamiento, como el que yo me hago aquí, es solo mera reflexión que solo a mí me obliga.
Enrique Bellido Muñoz
Ex senador del PP y miembro del Consejo Asesor del PP-A
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