Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Una oportunidad perdida

Parece ser que entre los españoles hay unanimidad al considerar que el Rey no está en su mejor momento, ni físico, ni emocional y mucho menos en la valoración que de su figura hace actualmente la ciudadanía.

Conscientes de ese deterioro, en el entorno del monarca debieron considerar que la celebración de su 75º cumpleaños era una buena ocasión para intentar mejorar la imagen del Jefe del Estado y, con el exceso de celo habitual en los cortesanos que suelen ser más papistas que el propio Papa, se fraguó la idea de una entrevista en formato televisivo donde el monarca respondiera a las preguntas de un periodista. El profesional escogido para ese cometido fue el veterano y controvertido Jesús Hermida, la fecha de emisión el pasado día 4 de enero, víspera del cumpleaños real, y el medio elegido TVE, que cedió sus pantallas en horario de máxima audiencia.

Pese a las buenas intenciones iniciales, el resultado final no pudo ser peor. La entrevista resulto almibarada y excesivamente empalagosa en algunos momentos y, en contra de lo que muchos ciudadanos esperaban, el Rey no fue interpelado en ningún momento sobre los asuntos que suscitan el interés de los españoles. Para decepción de muchos ingenuos espectadores que esperaban lo contrario, no hubo ni una pregunta sobre Urdangarín y su implicación en los asuntos, algo más que turbios, en los que está imputado judicialmente, ni una sola referencia a la corrupción extendida y generalizada entre la mal llamada clase política, ni un solo comentario sobre el desmantelamiento del Estado del Bienestar, ni una alusión a los recortes económicos y sociales que atenazan a la población… en definitiva, una ocasión perdida para mejorar la deteriorada imagen del Jefe del Estado.

A estas alturas nadie puede discutir que son muchos los méritos que Su Majestad ha acumulado en su favor durante los 37 años de su reinado y muchas las luces que jalonan su trabajo, pero es evidente que también son numerosas las meteduras de pata y las sombras que emborronan su dedicacion.

Uno de los objetivos que se impuso Don Juan Carlos desde que fuera proclamado rey en aquel lejano 1975, fue serlo de todos los españoles y, sin embargo, a día de hoy la corona parece haber perdido la sintonía con los ciudadanos, sobre todo con las generaciones más jóvenes de españoles. Los mismos que, justamente por no haberlo vivido personalmente, no valoran lo que la monarquía hizo en los difíciles inicios de la transición a la democracia o la importancia del Rey Juan Carlos en otras muchas facetas de nuestra historia reciente.

De esta ocasión perdida deben tomar buena nota el Rey y su entorno, como a buen seguro lo habrá hecho el Príncipe de Asturias, consciente de que no corren buenos tiempos y de que lo que está en juego es mucho más que el prestigio puntual de la institución monárquica. Deben preocuparse de estar cerca de los ciudadanos y de los graves problemas que les afectan. Y, sobre todo, Don Juan Carlos debe preocuparse de mantener a raya a los aduladores y a los cortesanos que lo rodean, porque tan malos son los que le siguen dado coba como los que tratan de cobrarse sus viejas rencillas.

Domingo Fernández Tovar

 

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