Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

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Creo que no hace falta tener demasiada agudeza ni demasiados años para darse cuenta de que los políticos, a lo largo de toda la historia de la humanidad, de una manera u otra, mienten a sus pueblos porque saben que el pueblo, como mejor está es quietecito. El gran error de unos cuantos políticos a lo largo de la historia ha sido olvidar esto y dar lugar a una revolución que acabó con ellos.

Las técnicas para tener quieto al pueblo son variadas, desde el halago a la mentira pasando por el “pan y circo” o el cloroformo en sus múltiples formas. Sin embargo, todas las técnicas se reducen a estas cuatro cosas que acabo de enunciar.

Cuando el PP ganó las Elecciones de noviembre de 2011, todo eran promesas de cambio en la trayectoria de la crisis. Luego empezaron las promesas incumplidas. Más adelante el Gobierno aseguró que a mediados de 2013 se empezaría a ver la salida a esta situación. Desde febrero o marzo de 2013 ya no se habla nada de mediados de año y se asegura que en 2014 empieza la recuperación. En abril de 2013 ya empiezan a decir que la crisis acabará a finales de 2014. Los líderes europeos sostienen algo parecido. Y así van dando largas al pueblo.

Sin embargo, en la calle las cosas no se ven igual. Los comercios se siguen cerrando, los sueldos no llegan a fin de mes, el IBI y el IVA hacen estragos en los ya menguados bolsillos de los ciudadanos, los impuestos suben y se crean otros nuevos, el paro aumenta, la actividad económica no termina de despegar, los bancos no prestan ni un euro, quienes tienen algo de dinero no invierten y quienes no tienen ya se están ajustando incluso en la alimentación diaria. Y solo mirar a Chipre hace temblar a todo el país.

No se lo que dirán los índices económicos o cómo se reflejará en ellos, pero hay algo evidente en este país: todos somos más pobres. Todos hemos bajado unos cuantos escalones. Todos de una u otra manera los hemos bajado. Quizá no nos haya venido mal por aquello que todavía se dice que estábamos viviendo por encima de nuestras posibilidades. El problema está en que, en esa bajada de escalones, hay bastante gente que ha cruzado ya el umbral de determinado nivel de pobreza que raya—o sin rayar—en la mendicidad y en la indigencia.

Eso ya es grave y está en plena contradicción con las monsergas del Gobierno y con los planes macroeconómicos. Lo malo es cuando aparece el hambre. El hambre, de por si, es un argumento excesivamente terco como para andar con numeritos o índices, o con los parabienes de los amigos europeos.

En este país hace años hubo una guerra. ¿Por qué llegó un momento en el que los españoles terminaron matándose unos a otros? Entre las causas que he leído u oído, me parece que podemos sintetizar tres.

La primera es el odio a la religión católica que desde el primer momento fue característico de la IIª República y que llevó al asesinato de numerosos sacerdotes, religiosos y demás fieles. Llegó un momento en el que la España masacrada por razón de la religión decidió plantar cara a quien la estaba masacrando.

La segunda causa es la educación, mejor dicho, la ausencia de educación. Si la España de los años treinta hubiera sido más tolerante y menos analfabeta, más respetuosa con el prójimo, más culta, más ilustrada, probablemente las divergencias se habrían solucionado de una forma más civilizada, más serena, más respetuosa, más racional. Pero no pudo ser así. La sangre de los españoles se fue calentando poco a poco y no había un soporte educativo en los protagonistas de ese momento de la historia.

La tercera causa es el hambre. El hambre mandó al traste todo razonamiento que pudiera haber. En la España de los años treinta había hambre. Comer no puede esperar. Los animales matan para comer…y el hombre también, si no hay comida a la vista.

Cáritas—institución de la Iglesia Católica—está ya dando de comer en este país a varios millones de personas a quienes ni el PP, ni el PSOE, ni IU, ni UGT, ni CCOO si quiera se han planteado dar de comer. Sin embargo dar de comer es como poner un tapón momentáneamente. El problema está ahí y sigue ahí. El problema es que la clase media que formara Franco—aunque les cueste reconocerlo a algunos—durante cuarenta años, se está yendo a tomar por culo a gran velocidad y su lugar lo está empezando a ocupar un proletariado inculto y con hambre, fuertemente adoctrinado de anticristianismo por Rubalcaba y los mariachis del PSOE…

Parece que todavía distamos bastante de los años treinta de la década anterior, pero buen camino no llevamos. Las posturas se pueden radicalizar. España es un caldo de cultivo para que aparezcan tipos al estilo Largo Caballero, el Lenin español, o Indalecio Prieto o Negrín. Me decía hace poco un amigo que este país ya no tiene arreglo salvo un golpe militar o una proletarización. Vamos, volver a la URSS, que es hacia donde miraban los que perdieron aquella guerra después de haber sembrado de odio el país para cien años.

Quizá algunos piensen que todo esto es muy exagerado. Ojala acierten. Desde luego si hay alguien a quien le interesa que los anteriores razonamientos parezcan exagerados es a los políticos de este país: en principio, son los únicos beneficiados de tener al pueblo engañado mientras ellos viven como reyes. Sobre el futuro, ya se verá.

Antonio Moya Somolinos.

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