Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Cerditos

Cerditos u ovejitas, para el caso es igual; al fin y al cabo, animales domésticos que tras un breve paseo por el campo, vuelven siempre al corral.

No, un cerdito o una ovejita no son tan autónomos como pueda parecer. Un jabalí, sí, porque es algo más que un cerdo asilvestrado, pero un cerdo o una oveja necesitan a su amo que los controle.

En los momentos en que escribo estas líneas no hago más que observar la psicología política de la gente, de los de izquierdas y de los de derechas. El momento político que vive este país es crucial porque se le ve el plumero al personal en este país de dificilísimo arreglo.

En las elecciones europeas del 2014 triunfó la abstención, sin paliativos; prueba evidente de que el país estaba—y está—hasta los cojones de los políticos y de que ya no los aguanta más. Irrumpió Podemos, pero de una manera moderada en cuanto a porcentaje. Hubo 3 millones de votantes del PP que se quedaron en casa y un puñado parecido que hicieron lo mismo con el PSOE.

Lo interesante ha venido después: Podemos se ha ido merendando a la izquierda, empezando por la “desunida” y siguiendo por el PSOE hasta el punto de situarse a nivel general como segunda fuerza política, y en algunas comunidades la primera. Al grito de “contra la casta”, la izquierda se ha reorganizado, aunque a la vista de los escándalos de Errejón y Monedero muchos ya están pensando si es la casta de donde vienen o a donde van.

La derecha, sin embargo, sigue sin reorganizarse. El PP organiza mítines, convenciones y actos en los que ellos a si mismos se dicen que son cojonudos, pero todos sabemos que llevan la mierda bajo el culo y los abortos en las manos. Esos 3 millones de votos que perdieron en las europeas serían su salvación para seguir en el cargo y hacer más de lo mismo. Pasan las semanas y esos votantes no terminan de volver al redil.

Pero Rajoy y los suyos saben que volverán. Conozco a unos cuantos de esos 3 millones de cerditos extraviados. No hay que preocuparse demasiado; son cerditos, no jabalíes. Su destino es el aprisco del PP. Están empezando a decir (no con esta frase): ¡Que vienen los rojos! en alusión indubitada a los chicos de Pablo Iglesias. Si a eso le añadimos el pánico ante el caso griego y las explosivas declaraciones de Monedero de suprimir la propiedad privada, esos cerditos dóciles, conservadores, están empezando a recular y pensar que eso del voto útil es algo inevitable y necesario cuando se trata de frenar a los malos de la película.

¿Qué Rajoy les ha tomado el pelo con los impuestos, los sueldos de los funcionarios, la reforma de la Administración, los servicios profesionales, el aborto, la reforma laboral, el empleo juvenil, la emigración y tantas cosas más? Bueno, no es para tanto. Al fin y al cabo, la prima de riesgo va mejor: “solo” está a 130.

¿No son para tanto, por ejemplo, 450.000 niños abortados en esta legislatura sin que el Gobierno haga nada por evitarlo o al menos lo que había prometido, teniendo mayoría absoluta?

─ Bueno, les votaré tapándome la nariz mientras voto—están ya empezando a decir algunos de esos cerditos dóciles.

Fácil excusa de los cobardes que no se atreven a reconocer que lo que huele mal mientras votan es su propio culo que rebosa mierda. Por algo son cerditos.

El problema es que en este país hay demasiados conservadores. Conservadores de la derecha, que tras una aventurilla por el limbo de la abstención, vuelven dóciles al redil del PP. Conservadores, también, de la izquierda, que parecen haber encontrado una casta alternativa que les puede dar de comer sin trabajar aunque esta no haya desvelado todavía de donde va a sacar dinero para tanto mamandurria.

Y mientras tanto, una serie de partidos honestos sin jalarse un rábano. Me refiero a Alternativa Española, Partido Familia y Vida, VOX, Sain, Falange Española, Comunión Tradicionalista Carlista, Partido de la Libertad Individual y algunos otros partidos que tienen cosas interesantes que ofrecer y no terminan de despegar por el dichoso voto útil de la derecha capitalizado por un partido sin ideales—fuera del “trinke”—como es el PP.

No termino de comprender cómo a la vuelta de los años existe en nuestro país todavía tanta gente que no ha descubierto lo saludable de votar en conciencia a quienes defienden las mismas—o aproximadas—ideas de quien vota. No termino de entender a esos millones de desengañados que siguen votando a quien les engañó hace 4 años y que les volverá a engañar ahora

No hay voto más inútil que el efectuado en contra de los propios principios y que será utilizado por quien lo recibe para otros intereses espurios.

Cuando una cantidad importante de ciudadanos de un país lo único que tiene en la cabeza a la hora de votar es dar por culo al contrario en vez de defender un ideal—siquiera uno—hay que reconocer que vamos verdaderamente mal.

 

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