Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Amistad o complicidad

Hace años tuve un amigo que en su ancianidad se quejaba de que no tenía apenas amigos. Debo decir de él que en su vida anterior no se había caracterizado precisamente por llevar a cabo sus negocios con honradez. Quizá una consecuencia natural de ese modo de actuar fuera la escasez de amigos.

También recuerdo hace años que un sacerdote amigo mío me estuvo razonando la tesis de que la amistad entre quienes llevan a cabo algo reprobable, no existe, por cuanto que la amistad solo es posible sobre la base de compartir un bien, algo que es bueno para quienes lo comparten. La pregunta que yo hice en aquel momento era esta: ¿Acaso no es un bien un montón de dinero, aunque sea robado o defraudado, con independencia de la procedencia? Mi amigo sacerdote me respondió que no, porque aunque el dinero sea un bien, lo que se comparte en ese caso principalmente es una mala acción moral, por lo que ese dinero es un bien injusto que perjudica a quienes así lo han obtenido, que ya no son amigos, pues no comparten un bien, sino cómplices.

Esta reflexión puede ser interesante porque a lo largo de la vida creemos que tenemos amigos cuando a lo peor, sin darnos mucha cuenta, lo que estamos haciendo son cómplices, de modo que mientras el bien tiende a perdurar, el mal no une en amistad y puede suceder que todos esos cómplices terminan desapareciendo cada uno por su lado y a la vuelta de los años nos damos cuenta de que estamos solos, sin amigos, pues si a duras penas los amigos perduran, los cómplices intentarán cortar lazos con quien les puede delatar en cuanto se den cuenta de que no somos para ellos un amigo sino un problema.

Hay una frase de John Lennon muy apropiada al caso: “Ser honesto no puede hacerte conseguir un montón de amigos, pero siempre te hace conseguir los correctos”. Me parece que ahí está la cuestión: no se trata de tener muchos amigos. Pienso que solo las personas excepcionales llegan a tenerlos. Quizá basta tener unos pocos, pero que se comparta una verdadera amistad, un verdadero bien, que nuestros amigos busquen nuestro verdadero bien y nosotros busquemos el verdadero bien de nuestros amigos. Quizá no lograremos hacer muchos amigos, aunque nos lo propongamos, aunque solo sea porque hay quien jamás nos tendrá por amigo por el mero hecho de que sabe que además somos amigos de un enemigo suyo, y por esta razón considera imposible nuestra amistad.

La honradez suele tener un precio que en el momento de ejercitarla no todo el mundo está dispuesto a pagar, pero a la vuelta de los años da buenos réditos porque a quien no ha demostrado ser honrado, nadie se le pega: todo el mundo es algo conservador…de lo suyo propio, nadie quiere correr aventuras con un compañero de viaje que no sea moralmente solvente. Ese tipo de aventuras suelen correrse en la juventud, cuando se piensa poco y se busca lo inmediato en vez de lo bueno.

Además hay otra cuestión que me parece injusta, pero hay que tenerla en cuenta: Quien actúa con falta de honradez, quizá gane mucho dinero, pero sobre todo gana muy mala fama, que también termina pasándole la factura durante el resto de sus días. Tengo por norma hacer caso omiso de la mala fama que tienen algunos amigos míos, pero soy testigo del pesado fardo que arrastran de por vida como consecuencia de actuaciones pasadas equivocadas. La mayoría de las personas no perdonan los errores pasados, no creen en la regeneración de las personas. Esto es también un precio que debería sopesar quien opta por no ser honrado: no solo ausencia de amigos, sino abundancia de malas lenguas.

Yo creo que hay que hacerle caso a John Lennon.

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