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“Dido y Eneas” de Henry Purcell, la apuesta operística del Coro del Conservatorio de Lucena

MÚSICA. La Asociación Cultural Coro del Conservatorio de Lucena, con su montaje operístico “Dido y Eneas” de Henry Purcell, ha puesto una tesela más en el gran mosaico que ha de llevar a Lucena a recibir de la UNESCO el título de City of Music. La obra, del compositor barroco británico Henry Purcell, ha sido llevada a cabo bajo la dirección musical de Esther Sanzo Herrera y la dirección escénica de quien escribe, Antonio Suárez Cabello. Yo he sido uno más de los que han participado activamente para llevar a la escena del Auditorio Municipal un proyecto complejo pero ilusionante, que abre una posibilidad más en el laberinto musical de la ciudad. Además, se ha dado la exclusividad de ser la primera ópera llevada al teatro por un grupo local. El acontecimiento tuvo lugar el pasado 7 de mayo, en doble sesión.

“Dido y Eneas” (1682) fue la primera ópera de Purcell y está considerada como una de las óperas más importantes del Barroco, así como la primera ópera nacional inglesa. El libreto corresponde a Nahum Tate y el texto, en inglés, se inspira en el libro IV de la Eneida de Virgilio. Es una historia de amor y desamor, de vida y muerte, en la que el Destino marca los caminos que han de recorrer los enamorados: Dido, la legendaria reina de Cartago y Eneas, el refugiado príncipe troyano. El estreno comercial fue en Londres a principios de 1700. El argumento está estructurado en tres actos, siendo su duración aproximada de sesenta minutos, desarrollándose la acción dramática en distintos lugares: palacio de Dido (2 escenas), cueva del hechicero y las brujas, bosquecillo y puerto de Cartago.

Encomiable ha sido el esfuerzo del Coro del Conservatorio de Lucena enfrentándose a las dificultades que conlleva una producción dramática musical de este tipo, cuando están muy condicionados los recursos económicos, técnicos y humanos. Pero, a veces, el esfuerzo colectivo y la ilusión de abordar proyectos más ambiciosos y diferentes hacen posible este tipo de realizaciones; por supuesto, siempre adaptadas a las circunstancias que las rodean, buscando esa personalidad propia en la puesta en escena del espectáculo operístico. No faltó la entrega total de intérpretes, músicos y técnicos que aunaron esfuerzos para que en el escenario se produjera la magia del teatro. Una labor que fue reconocida por el respetable público aplaudiendo en pie y con gran entusiasmo al final de cada representación de esta historia de amor y muerte.

La ópera fue interpretada en sus papeles principales por Rosa Miranda, soprano, en Dido; José Antonio Ariza, barítono, en Eneas, príncipe troyano; Alba Moreno, soprano, en Belinda, hermana y dama de la reina; José Carrión, contratenor, en Hechicero y Espíritu; María Jesús Pacheco, soprano, Segunda dama de la reina y Bruja I; Diego Morales, tenor, en Marinero y María Teresa Moreno, soprano, en Bruja II. Todos ellos cantantes profesionales o semiprofesionales que demostraron su talento musical en la calidad de sus voces y en la habilidad de actuación. Destacar la interpretación de Rosa Miranda en el aria más famosa de la obra: "When I am laid in earth", conocida popularmente como "Lamento de Dido", al que seguía el emocionado “With drooping wings” por el Coro, dando fin al espectáculo.

La dirección musical, a cargo de Esther Sanzo Herrera, de larga trayectoria profesional, mantuvo en todo momento el discurso melódico sacando la mayor sensibilidad de sus intérpretes: cantantes, Joven Orquesta SYSO y Camerata Barroca, compuesta por José Luis Arrabal (clave), Aníbal Soriano (tiorba y guitarra barroca), Paloma Pérez (viola de gamba), Miguel Hernández (violone) y Rafael Reyes (percusión). Antes de la representación operística, la Joven Orquesta SYSO nos dejó el Concerto Grosso Op.6, No.5 HVV323 de G. F. Haendel bajo la dirección de Domingo Escobar.

La Joven Orquesta SYSO pone de manifiesto en cada actuación que son jóvenes talentos, y que, como dice Miguel Herrador, es “un proyecto de ilusión, trabajo, formación, sacrificio, integración social y proyección internacional”.

Sobria, y buscando un estilo visual, la puesta en escena, teniendo en cuenta los medios disponibles (económicos y humanos) y el tiempo de montaje (dos meses aproximadamente). Importante ha sido la labor ejecutada por el Coro como parte fundamental de la dramatización en su múltiple trabajo: en lo ritual, cuando el canto se convierte en plegaria; en su acción demarcadora, puesto que pone fin a casi todas las escena, y como narrador, sugiriendo o preanunciado los derroteros por los que se va a encaminar la acción. Además de su desdoblamiento de la personalidad actoral, puesto que a veces formaba parte del séquito de Dido, otras del de Eneas, de un grupo de marineros, y en ocasiones interpretaba a brujas, furias del mundo infernal, violentas, que no conocen a los dioses, que no tienen más ley que ellas mismas y cuya misión principal es la venganza. Se buscó una puesta en escena vinculada con la época mítica. Utilizamos una voz en off que explicaba un brevísimo argumento antes de cada situación, que coincidía con la proyección de una diapositiva que ambientaba la acción de los acontecimientos.

El Coro estaba integrado por: Ana Hinojosa, Carmen Lucía Espada, Elena Ávila, Mª José Gálvez, Mª Isabel Luna, Mª Dolores Bergillos, Mariceli Serrano y Saray Ruiz, sopranos; Alberto Hernández, Juan José Ramírez, Juan María Villa, Miguel Beato y Pablo Bujalance, tenores; Ana Jiménez, Araceli Somé, Araceli Torres, Carmen Alaminos, Julia Muñoz, Mar Hurtado, Paqui López, Pilar García  y Teresa Ruiz, contraltos y Alberto Herrera, Fernando Chicano, Gabriel Maci, José Araceli Ávila, José Miguel Ibáñez y Pedro Prieto, bajos.

Muy importante ha sido el equipo técnico con Lara Carrasco en la luminotecnia; Roberto Moraleja, Manuel Zambrano y Laura López en vestuario y atrezzo; José Luis Pineda (Escuela de Teatro Duque de Rivas) en maquillaje, Gonzalo Peluqueros en peluquería; Mª Carmen Alaminos como ayudante de dirección musical; Roberto Moraleja como ayudante de dirección escénica y Miguel Beato, en la coordinación productora de este gran evento. Sin olvidar al personal de la Delegación de Cultura y a los técnicos del Auditorio Municipal.

Antes del inicio de la representación hubo unas palabras de agradecimiento por parte de Mari Carmen Cabezas,   presidenta de AFAMMER, y Manuel Lara Cantizani, concejal de Cultura del Ayuntamiento de Lucena, agradeciendo al público su asistencia, así como a los patrocinadores y colabores que han hecho posible este acontecimiento operístico que surge gracias al Coro del Conservatorio Profesional de Música de Lucena “Maestro Chicano Muñoz”. Lara recordaba su tiempo de estudiante analizando el libro IV de la Eneida de Virgilio, cuya argumento (Dido y Eneas) era llevado operísticamente a la escena en una noche mágica llena de múltiples sentimientos.