Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Y el jardinero se fue por esos mares de Dios

Recuerdo cuando Pepe Delgado me presentó a la sobrina de Antonio Machado, Leonor Machado Martínez. Allí en su refugio querido, "El Paseíllo”,  Pepe, ella, Joaquín,  Álvaro, Marina Montes y yo hablamos de la vida del poeta sevillano, de su obra, sobre España y sobre muchos temas más. Como colofón, al finalizar el encuentro accedió a ser entrevistada y logramos grabarla. ¡Una exclusiva gracias a la mediación de Jarcas (Pepe) y sus labores de espléndido anfitrión!

Fue una más de las tantas horas que con Pepe gocé hasta que el destino, los avatares y el trabajo me demandó dejar Cabra. Hasta ese momento fueron muchas, muchísimas horas con Pepe en las que hablábamos sin parar de lo divino y de lo humano desde el respeto que un liberal tolerante y educado como una copa de un pino sabía mantener en sus conversaciones. Un rojo de los de ahora y un liberal de los de antes; un ateo como los de siempre y un creyente católico; un ex mitinero frente a un pregonero de la Virgen cara a cara. Días, noches de verano y de invierno, tertulias infinitas entorno a una copa -o dos- nos contemplaron a él y a mí. Discutíamos, discrepábamos, debatíamos pero jamás nos faltamos ni al respeto ni hubo una voz más alta que otra. Pepe era así de encantador y de respetuoso.

De verbo fluido y con una mochila repleta de anécdotas me ilustraba vitalmente, me aconsejaba o se convertía en mi particular paño de lágrimas. De mí él lo sabía todo; mis problemas, mis alegrías y mis proyectos; mi día a día y hasta mis meteduras de patas. Pepe era el “puto amo” de la confianza y lealtad, de la afabilidad y de la simpatía; generaba cariño y te lo daba. Si hubiera podido hacer todo por todos lo hubiera hecho. Yo siempre le decía “Pepe en el fondo eres un izquierdista con alcurnia y un noble emboscado en una funda de capillita”. Él me lo negaba y se reía. Determinados varapalos, algunas ingratitudes personales y más experiencias vividas en realidad lo habían llevado a ser un agnóstico social y un creyente sin prácticas. Un noble nihilista, tal vez. De nuevo Machado para decir que Pepe era “en el buen sentido de la palabra bueno”. Muy buena gente.

El recuerdo de su padre siempre le acompañaba. Fue un idólatra paterno al que puso siempre como ejemplo a seguir y al que su recuerdo estuvo unido como el agua al “manantial”. Su mujer Maite, su santo y seña y sus dos hijos, María y Juan, los motores para levantarte todos los días buscando la energía que tal vez las circunstancias le mermaban.

Conocedor del mundo de los tiburones de tierra; de Malasia y Chile, del Madrid más completo y emprendedor, de distintas aventuras comerciales, iniciáticas, vanguardistas, valientes y osadas para su tiempo, Pepe lo guardaba para sí y me contaba algo de todo ello. Su última aventura mitad intento de proyecto comercial, mitad deseo de ser útil y comunicar fue “Sur de Córdoba”. Sin gran conocimiento del periodismo y con la dificultad de adentrarse en los medios informáticos, Pepe fue día a día, “golpe a golpe y verso a verso” fraguando un proyecto que logró convertirse, ante la admiración de algunos y el desdén de unos pocos ‘eruditos a la violeta’, en una referencia informativa diaria. Muy especialmente los que abandonamos físicamente el sur de Córdoba y nos fuimos a otros destinos, entrábamos todos los días en sus páginas sabedores que algo que no conocíamos por otros medios lo íbamos a encontrar ahí.

 “Golpe a golpe y verso  a verso” y a “golpes de corazón”, Pepe se convirtió en un gran editor y periodista de cercanía y su medio en un potente notario de la actualidad. Me parece loable la iniciativa de aquellos incondicionales amigos que siempre tuvo y tendrá y que ahora emergen para continuar el legado que él puso en marcha. Bien muchachos, el Foro ha vuelto, el Sur de Córdoba vuelve con Jarcas redivivo con Quinta, Álvaro, Paraguayo, el vate Forrest, Josep Lluis, Pep Garrido, Navas, Pareja y tantos otros que nos volvemos a reunir en su mesa camilla pero con Juan Delgado en su lugar. ¡Joaquín!, tú pon el picón que yo aporto el JB. Como recientemente afirmó otra persona ‘en el buen sentido de la palabra bueno’ como es Pepe Garrido, “¡qué alegría! tú periódico está en buenas manos”.

Momentos duros me impidieron ir a su funeral. En parte da igual, él sabía que no creía en ello. Que el funeral, como sus procesiones, va por dentro. En un día en el que por otros motivos las lágrimas se me habían acabado y el miedo, la incredulidad y el dolor ocupaban todo mi espacio, cuando el manantial del lagrimal se agota, recibí la fatal noticia desde Cabra. En ese instante una última y minúscula gotita arrancó de mi secarral pupila deslizándose de manera diferenciada a las otras y que, como si tuviera forma humana, agitaba la mano como diciendo ‘adiós querido amigo, adiós Pepe’… como la que “dejó ir la Patro al cerrar la cajita…”

Pepe, poeta, machadiano de verdad, caballero auténtico y amigo, plantó un jardín: “Érase de un marinero que hizo un jardín junto al mar, y se metió a jardinero. Estaba el jardín en flor y el jardinero se fue por esos mares de Dios” (Antonio Machado).

Regaré en una modesta aportación ese jardín llamado “Sur de Córdoba” que ese poeta metido a redactor sembró, cuidó e hizo crecer. Esas son las flores de tu legado regadas con tu creatividad y trabajo: las mimaremos y abonaremos mientras tú nos contemplas con tu generosa sonrisa desde esos mares de Dios. Hazme sitio que más tarde o temprano te diré ja sóc aquí.

Un abrazo querido Pepe.

 

Juan Luis Valenzuela, ‘disfrutador’ de silencios, secretos, palabras y minutos y muchas horas con Pepe Delgado

Comentarios

Enviado por Joaquín Caballe... el

Muy bonito lo que has escrito en tu artículo, Juan Luis. Pepe era una gran persona y estoy seguro de que, para los que lo llevamos en nuestro corazón, lo sigue siendo. Un fuerte abrazo para todos.

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