LOS TRES PODENCOS
Camino por el campo, dos perros cruzan delante de mí en actitud esquiva y asustadiza. Por su pelaje y morfología hace que no dude un instante para catalogar su raza, “son dos podencos”. Tras ellos un tercero les sigue en una loca carrera para colocarse a su altura con la misma actitud de miedo que sus predecesores ante la presencia humana. ¿Qué trato habrán recibido estos animales para considerar al hombre, con el que seguro han convivido durante unos meses o en el mejor de los casos unos años, como un ser al que hay que dar de lado por que lo único que les puede aportar es daño y sufrimiento? La temporada de caza ya ha terminado y esa es una de las razones de que se vean tantos perros de esa raza abandonados. ¿Su futuro? El futuro de estos , como de tantos, muy negro; mas negro aun que si estuviesen pululando por nuestras calles ya que con cuando se echa la veda de conejos y aves se abre una veda desconocida por muchos: La caza del perro que ose pisar ese terreno al que unos extraños que como único cuidado le dieron unos mendrugos de pan y un cuenco de agua diaria, los llevaban con el único fin de sacar de sus escondites a otros seres vivos a los que a campo abierto sus dueños segaban la vida entre plomo y ensordecedor ruido. Como digo esa cacería existe; los rifles de los guardas de cotos no tienen meses de descanso; al contrario están en ese tiempo en el que el campo retoma sus naturales sonidos tantas veces acallados por el alarido de muerte que sale de la bocacha de las escopetas mucho más activas “descastando” a una especie que la crueldad del hombre repuebla cada año nuestros campos y calles. A veces me pregunto ¿Por qué en las Sociedades de cazadores no se dan charlas y se hacen campañas de concienciación sobre el tema de los abandonos?............la respuesta es bien sencilla……..”No asistiría ni uno de sus socios o afiliados”. De igual manera estoy por seguro que entre tanto coto de caza, entre tanta sociedad de cazadores , se podría contar con los dedos de las manos los que destinan una ínfima parte de su presupuesto a colaborar con esas asociaciones que con mucho esfuerzo y pocos medios , tratan de aliviar el daño que el ser humano infringe a una especie que es fiel desde su nacimiento a su dueño y que aun recibiendo un evidente maltrato es capaz de ir y lamer la mano de quien con esa misma mano le ha golpeado o herido