AGRICULTURA. El delegado de Agricultura, Pesca y desarrollo Rural, Francisco Zurera, ha puesto de relieve la importancia del trabajo que llevan a cabo los hortelanos de la Vega del Genil, a quienes ha animado a continuar con su apuesta por incrementar el valor añadido de sus producciones y por ocupar nuevos nichos de mercado.

Así lo ha manifestado Zurera en el acto de presentación del proyecto para instalar un Ecomercado en los terrenos de la antigua ladrillera de Puente Genil, que ha realizado el alcalde de la localidad, Esteban Morales. Este acto ha contado con la presencia de la vicepresidenta segunda de la Diputación y diputada delegada de Desarrollo Económico, Ana Carrillo, miembros de la Corporación municipal pontana y el presidente de la Asociación de Empresarios de Puente Genil, Salvador Sánchez. 

Para esta iniciativa, el Ayuntamiento ha solicitado la ayuda del Fondo Europeo de Desarrollo Regional  (Feder), y permitirá  convertir este terreno municipal en un lugar de encuentro de los agricultores para poner en valor y comercializar sus productos.

En una reunión con agricultores de la Vega del Genil, el delegado ha señalado que la producción de esta zona es “conocida y reconocida en Córdoba, con una buena imagen en los mercados y con un interesante futuro”.

El alcalde dijo que el objetivo de este tipo de encuentro era trasladar la oportunidad que se abría a los horticultores a través de la agricultura ecológica, “especialmente los ubicados en las aldeas que cuentan con una importante producción de calidad”, esperando incorporarlos a este proyecto a través de la denominación ecológica que les permita contar con una ventaja competitiva en el mercado, lo que se traduciría en “una magnífica oportunidad –dijo- para promover el desarrollo económico de Puente Genil”.

Morales destacó que se trataba de uno de los grandes proyectos estratégicos que recoge el documento aprobado en Pleno “que hay que ponerlo en marcha antes del mes de mayo, fecha en la que la Unión Europea resolverá a los beneficiarios de los fondos Feder”, señalando que se pretendía, por tanto, “conseguir el sello de calidad de la agricultura ecológica, que suponga un salto cualitativo en la comercialización de los productos de la huerta para sacarlos de la competencia habitual”.