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Nuevo hallazgo en el Parque Arqueológico de Torreparedones en Baena

CULTURA. Una última y grata sorpresa ha surgido incluso después de concluir la última campaña  de excavación promovida por el Excmo. Ayuntamiento de Baena en la zona de las termas orientales de Torreparedones. Se trata de una interesante pieza de bronce encontrada durante los trabajos de limpieza del pozo localizado al sur del caldarium y en la misma zona donde se halló este verano el altar dedicado a la Señora de la Salud. Estaba en el fondo del pozo, a unos 20 m. de profundidad y aunque, en un primer momento, no parecía gran cosa, tras la limpieza de la pieza con ultrasonidos llevada a cabo por la restauradora Ana Infante, se pudo comprobar que se trataba de un hallazgo relevante, dado su excelente estado de conservación y la rareza de este tipo de piezas, muy escasas en todo el Occidente romano.

Mide tan sólo 13 cm de altura y pesa 264 grs. Es una especie de oinochoe o jarrita ritual, en forma de cabeza femenina, con boca trilobulada y pico vertedor y una esbelta asa, perfectamente, adaptada para asirlo con los dedos pulgar, índice y medio de la mano. La base es de forma circular y mide 4 cm de diámetro. Estamos ante un objeto litúrgico que debió utilizarse en alguna ceremonia del culto a la diosa Salus, por parte de algún sacerdote o sacerdotisa, según comenta el director de la excavación José Antonio Morena. 

Por el tipo de peinado podría fecharse en la segunda mitad del siglo I a.C. en época augustea. Un paralelo sugestivo lo encontramos en el retrato de una niña en Roma de la Colección Torlonia, un ejemplo bien conocido de las primeras etapas de los retratos de mujeres romanas con “peinado  de moda”. Es un tipo peinado estilizado y simétrico, ceñido por dos finas trenzas paralelas que parten del moño y alcanzan la frente y con grandes mechones que caen a ambos lados de la cara. La pieza debió estar utilizarse durante el siglo I d.C. momento de uso importante del pozo. Esta pieza y otras recuperadas del mismo pozo, caso de varios quemaperfumes tallados en piedra, evidencian el carácter sagrado del espacio situado inmediatamente al sur de las termas orientales donde se pudo documentar una piscina que se abastecía del agua del pozo mencionado y que contó con un banco corrido en su interior para los devotos enfermos que acudían allí buscando la curación de sus males, o al menos para aliviarlos, mediante el baño en aquellas aguas salutíferas y la mediación de la diosa Salus.