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La Procesión del Silencio culmina el Jueves Santo en la Semana Santa de Almedinilla

Foto: Manuel Carrillo Castillo

ALMEDINILLA.    

  • Las imágenes del Santísimo Cristo del Amor y la Virgen de los Dolores protagonizan el fervor de una noche primaveral.

La Semana Santa de Almedinilla tuvo ayer, Jueves Santo, un preámbulo piadoso y de amor fraterno con la celebración de la Cena del Señor con el lavatorio de pies y fervoroso con la procesión del Silencio que, a las 10.15 horas, iniciaba la salida de la iglesia de San Juan Bautista con las imágenes del Cristo del Amor y  Nuestra Señora de los Dolores.

Tras la Cruz de Guía y Ciriales, portados por hermanas de la Hermandad del Santísimo Cristo del Amor, fueron desfilando penitentes que exhibían diferentes elementos relacionados con la crucifixión de Jesús y un ramo de flores que entregarían a la Dolorosa antes de su entrada en la Iglesia Parroquial. Le seguían las hermanas penitentes  portando antorchas y faroles. A continuación la imagen del Cristo del Amor, entronizado en sus andas bellamente engalanadas sin perder la sencillez y austeridad, era portado por hermanas costaleras a las que seguían otro grupo de hermanas cofrades que marcaban el paso y evocaban al silencio con el son de los bombos y redoble del tambor.

A continuación, la Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores hacía acto de presencia con el desfile de hermanas cofrades ataviadas de túnica negra, capa blanca y velas encendidas que acompañaban a su titular bajo palio y era portada por costaleros vestidos de negro y guantes blancos.

Cerraban el cortejo procesional el Vicario de las Hermandades, Junta Directiva y Banda de Cornetas y Tambores “La Unión”, junto a devotos y devotas del Cristo del Amor y Virgen de los Dolores.

Uno de los momentos más emotivos fue el encuentro del Hijo y la Madre en la Plaza de la Iglesia donde la Junta Directiva del Cristo del Amor regalaba un ramo de flores a la Virgen de los Dolores en un respetuoso silencio roto por el son de los tambores y marcha procesional y los vivas y aplausos cuando eran elevados por los costaleros y costaleras antes de su entrada a la Iglesia Parroquial.

Hay que resaltar el buen trabajo de los capataces de ambos pasos y sus cuadrillas, que demostraron, una vez más, su maestría al portar con suma elegancia los pasos por las serpenteantes calles y plazas del recorrido oficial.

La sobriedad y seriedad se han convertido en las principales señas de identidad de esta procesión que año tras año va ganando adeptos que no quieren perderse un cortejo que llama la atención por ser uno de los más cuidados que desfilan por las calles de Almedinilla.

 
 

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