Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Desconcertado

Las feministas y el uso de nuestra lengua

Ciertamente estoy confundido, desorientado y perplejo con el uso de ciertas palabras por parte de las que defienden el empleo indiscriminado del femenino, en vocablos que no lo pueden admitir por su propia naturaleza, como son los participios de presente, pero lo que más asombrado me tiene es el uso de la palabra poeta cuando se refieren a féminas que sienten la inspiración, el deseo y placer de componer obras líricas.

La palabra a la que me refiero procede del vocablo griego ποιητής (poietes), y ésta a su vez del verbo ποιεω (poieo) que significa entre otras cosas, crear, hacer, componer un poema, o sea, que poeta es quien compone obras referentes a la poesía o relacionadas con ella.

Pero no sólo hay hombres que están dotados de gracia, talento y además sensibilidad poética. También han existido desde siempre, mujeres que tienen esa ternura con la que nos deleitamos al entrar en contacto con una creación llena de intimismo, pues ambos, la mayoría de las veces, lo que plasman en sus obras, es su interior, sentimientos, pasiones… la fibra más interna de su delicado corazón.

Uno y otra, desde el tiempo de los griegos han sido denominados de distinta manera. Al hombre se le ha llamado, como más arriba hemos dicho y a la mujer se la designaba con el vocablo ποιήτρια (poiétria), en latín además de poetissa, como indica el DRAE, se puede decir de distintas maneras pöetria, o pöetrida, claramente tomadas del Griego[1].

Esta palabra es tan antigua que ya se calificaba con ella a Safo de Mitilene que vivió entre 650/610 y 580 a. C) y en la isla de Lesbos fundó una especie de academia dedicada a la poesía, a la que asistían solamente poetisas.

No, no me estoy yendo por las ramas ni perdiendo el hilo del discurso, estoy intentando demostrar que la palabra poetisa, referida a la mujer que compone obras líricas en las que expresa sus sentimientos, ha tenido desde la más remota antigüedad su especial denominación, tanto en Griego como en Latín y también en castellano, con un vocablo tan eufónico como el de poetisa, pues tiene nada menos que las tres vocales abiertas y sólo una cerrada que es la i, de ahí que, por lo menos a mi, me suene de una forma muy grata.

Parece ser que al referirse a las poetisas, por un reclamo feminista mal entendido, se decidió que debían de denominarse poetas, pues las poetisas tenían mala fama. Se las identificaba con aquellas señoritas cursis que en otro tiempo, a falta de ocupación mejor, llenaban sus ocios componiendo rimas sentimentales.

Soberana memez, pues también los hombres, en casi todos los tiempos, han volcado sus emociones en versos delicados y llenos de sentimiento.

Por ese feminismo no bien comprendido, ciertas poetisas decidieron que ese nombre no era para ellas, pues no querían considerarse como las del siglo XIX o XX, y se les ocurrió que deberían utilizar-usurpar, el nombre que cuadraba al varón, es decir poeta para aplicárselo a ellas, con lo que a mi entender lo único que hicieron éstas fue masculinizarse, todo lo contrario de lo que persiguen las avanzadillas del más puro feminismo

Éstas en su desmedido afán de encontrar terminaciones en femenino aún para palabras en las que dudosamente encajan.

La Primera fue la esposa da Felipe González cuando dijo aquello de jóvenes y jóvenas. Fue prudente, creo que reconoció su error, y nunca más he vuelto a oírla.

Le siguió la nunca bien ponderada Bibiana Aído, cuando tuvo la encomiable idea de pronunciar miembros y miembras. Ésta se empecinó en el error y pretendió que la RAE la reconociera.

Pero considero grotesco crear palabras que la mayoría de los hablantes rechazamos, y, en algunos casos, mantenerse en la tozudez por quienes se las inventan de que deben ser empleadas.

Llegados a este punto, imagino que la mujer que conduce un avión no debería llamarse piloto, sino pilota. Risible, ¿no?

Quien ostenta el cargo de teniente del ejército sería la tenienta. Absurdo, ¿verdad?

La que desempeña el grado de sargento, sargenta. Cómico, ¿no?

La que realiza el oficio de albañil, albañila. Ciertamente burlesco.

Los niños que asisten a las escuelas, según sean varones o hembras deberían llamarse escolares y escolaras. Y así un sinfín de casos

Por ello, como digo no entiendo y estoy desconcertado, cómo existiendo la palabra masculina poeta quieren las poetisas aplicárselas a ellas mismas, masculinizándose con ello, en contra de las pretensiones de las feministas.

 

 

[1] N. B. Ximénez Stephan Diccionarium manuale Latino-Hispanum. Madrid, 1818. Tipografía Regia.

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