Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Lucía, sus elegidos y la conjura

Manuel Guerrero Cabrera

Han sido los comentarios de añadidura y comparativos, más que la noticia en sí misma, lo que me ha llamado la atención de la decisión de la escritora Lucía Etxebarría  de dejar temporalmente la literatura. La comprendo y, en cierto modo, comparto lo de que no se vendan tantos libros, en contraste con el aumento de las descargas en internet. Es su decisión, con la que no hace daño a casi nadie (solo a quienes la leen incondicionalmente, una gran minoría, según se desprende sus comentarios), y se ha de respetar.

Pero el símil con la Capilla Sixtina está fuera de lugar, en especial, porque lo de que el Papa Sixto IV la pagó «con la intención no de (sic) que esos frescos los disfrutara la plebe, sino solo los doscientos elegidos de la corte papal […]. Doscientos, repito. Ni uno más» nos hace pensar que ella solo ha escrito para la minoría, mejor dicho, para una minoría, que no es la plebe. Si tomamos con todas sus consecuencias esta comparación de una obra del siglo XV para un grupo cerrado del clero en una sociedad romana en la que el Papa era la máxima autoridad de la ciudad que pretendía ser el centro de la fe cristiana, no tiene manera alguna de equipararse a una de las tantas obras literarias del mercado editorial que en esta España democrática del siglo XXI ocupa las estanterías de las librerías, porque sé que leen, en mayor o menor medida, los académicos de la Real Academia, los sacerdotes de cada pueblo, los estudiantes de astrofísica y los aceituneros de la tierra en que vivimos; porque hoy, a diferencia del siglo XV romano o español, la enseñanza es obligatoria para toda la ciudadanía y, con mayor o menor dificultad, han debido de aprender a leer, lo que amplía el potencial número de lectores. Otra cosa es que un libro se venda o que los libros interesen al público.

Por esto mismo, Lucía no acierta en lo de que «la cultura nunca ha sido gratuita», pues, por ejemplo, en las bibliotecas los préstamos aún lo son, en los centros educativos se comunica cultura (de acuerdo, los sueldos y la adquisición de libros se realizan con fondos públicos, de todos, pero no supone un gasto suplementario leer un libro de la biblioteca) y existen grupos culturales que la desarrollan con el afán de compartir.

Así que animo a Lucía a que aproveche su descanso para buscar otro trabajo (no «un trabajo», como ha dicho, dándonos a entender que escribir no lo es y que ya no va a pertenecer a la elite al trabajar como una pringada –qué fastidio para ella lo de levantarse temprano, cumplir un horario, ganarse el sueldo, etc. Supongo que pasará por la misma crisis que Ignatius, el protagonista de La conjura de los necios, en la que la consolación de su mundo se viene abajo, al verse obligado a trabajar.

 

Manuel Guerrero Cabrera

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