Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Cinco películas (o más)

Para sorpresa mía, pues fue algo nada habitual para mí, este verano pude ver casi una película al día (anoto que escribí estas palabras en septiembre, pero no han podido publicarse hasta hoy) y de algunas quisiera hablar. He tomado para este artículo cinco, para continuar con la cifra que mencioné en un artículo del año pasado (que era cuatro) y, así, le facilito a mi compañero de página Julián Valle la rima fácil, aunque no sea el verso su fuerte (así lo ha expresado él en alguna ocasión), porque no le gusta el cine que yo veo… A mí tampoco me convence el suyo (por ejemplo, considera soporífera Vértigo, cuando yo pondría este adjetivo a La La Land que sé que es de su gusto), pero no tengo intención de decir más que la línea antes mencionada. 

Las películas de las que voy a hablar están elegidas según conservo mayor recuerdo.

Con la curiosidad gardeliana de saber cuánto tiempo estuvo en cartel Luces de Buenos Aires (1931) en Madrid (unos tres años), leía páginas dedicadas al cine de los distintos diarios, que podía consultar desde la hemeroteca de la Biblioteca Nacional. Así, descubrí Svengali (Archie Mayo, 1931), un fascinante drama de terror sobre un profesor de música que utiliza la hipnosis para utilizar mujeres, como hará con la protagonista llamada Trilby, interpretada por Marian Marsh; destaca la atmósfera de misterio, algunos usos interesantes de la cámara (como cuando desde su casa Svengali llama a Trilby, que está en la suya, y la cámara recorre esa larga distancia desde los ojos del hipnotizador hasta el dormitorio de la joven) y la ya citada Marian Marsh. Confieso que quedé tan fascinado por esta actriz que vi otra de las pocas que protagonizó: Horror en el cuarto negro (Roy William Neis, 1935), cuyo guion sobre dos hermanos gemelos ligados a una maldición (según una profecía familiar, el menor matará al mayor) parece dejarse influir por los relatos góticos del XIX. Boris Karloff interpreta a los gemelos sobradamente y, aunque se puede prever el final de esta historia, no deja de suceder dentro de sucesivos momentos difíciles de resolver (tour de force). Marsh aquí no hace mucho, en verdad.

Volviendo a los diarios de la década de los 30, me llamó la atención por los fotogramas El fantasma del convento (Fernando de Fuentes, 1934). Se considera una de las primeras películas de terror del cine mexicano junto con La llorona (1933) y lo cierto es que tiene el mérito de haber hecho algo serio después de la Revolución Mexicana, pero no hay mucho que resaltar de ella… Basta con decir que uno de los protagonistas se pasa buena parte del metraje dando vueltas por los pasillos del convento, en un ambiente de lograda tensión, para que no le ocurra nada.

También he visto cine actual, de este año, por supuesto, como la caótica y aburrida Infinity War, a la que no voy a dedicar ni un segundo más, y la entretenida y cínica Deadpool 2, nueva entrega de este antisuperhéroe, con guiños y dobles sentidos hacia los suyos (Marvel) y los otros (DC), en una locura de trama (con una presentación divertida y movida de la futura X-Force) en la que tiene que detener a un tipo llamado Cable que quiere matar a un chaval llamado Russell, porque en no sé qué momento del futuro este asesinará a su familia. Muy recomendable por su técnica osada y brillante, su agilidad narrativa y su humor ácido: no defrauda.

La quinta, por último, es La doncella (Park Chan-wook, 2016), que se sitúa en la década de los 30 del siglo pasado en Corea, cuando una joven analfabeta llamada Sookee es contratada como criada de otra joven y rica japonesa llamada Hideko quien está enclaustrada en casa por culpa de su tío. Sookee se alía con un estafador que se hace pasar por conde para quedarse con el dinero de Hideko, pero Sookee se enamora de su ama y esta parece corresponderle. Una película llena de sutileza hasta en lo más grosero y lo más sensual, mezcla exhibicionismo y sugerencia en el erotismo, y construye una película sensacional tanto en la técnica como en los giros inesperados del guion (y eso que hay como una media hora repetida desde otro punto de vista, que no sobra sino que complementa).

Cinco películas dejo aquí, más si se tienen en cuenta las mencionadas de pasada. Aunque aquí no he colocado ninguna, también he visto españolas, quizá otro día hable de ellas. En el artículo del año pasado me decanté por una coreana y en esta ocasión también: La doncella. A quien no le parezca bien, que rime con cinco.