Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Mal por Antonio Moya

He leído tu artículo publicado en el periódico digital “Sur de Córdoba” y me he quedado muy sorprendido por lo que tienes la osadía de comentar, osadía que muy probablemente proviene de tu desconocimiento, pues tú mismo comienzas dicho artículo diciendo “diré que prácticamente todo lo que sé de este tema lo sé por los periódicos”. Me hubiera encantado que te hubieses puesto en contacto conmigo para aclarar dudas sobre mi proceder, pero no lo has hecho y te has dejado guiar, o manipular, por alguien cercano a ti (o como te ha sucedido anteriormente, te lo ha dicho el amigo de un amigo).

Comencemos. En primer lugar me acusas de que alguien me “está utilizando como arma arrojadiza para dar un poco por saco a ese pobre cura”, para continuar aseverando que me han dado un soplo y que se lo podían haber dado a Paco Poyato (este apéndice narrativo no sé a qué viene,..¿o sí?). Continúas tu deprimente relato aseverando “y que lo único que os queda a los rojos es la animadversión a la Iglesia”. Me resulta difícil determinar cuál de las afirmaciones es más errónea, absurda e incluso falta de respeto a mi persona y a mi inteligencia. Creo que, posiblemente de manera inconsciente, estás actuando como una marioneta movida por la mano de un tercero, aunque hay gente que afirma que eres tú el que continuamente haces la función de los titiriteros antiguos que movían pequeñas marionetas.

NADIE, repito, NADIE me ha dado ningún soplo de nada. Ninguna foto de las que expuse en el pleno de 30 de julio nos ha sido proporcionada por ninguna persona ajena a Unión Vecinal Egabrense. NADIE, repito, NADIE nos ha dicho lo que teníamos que hacer o no.

Tú hablas de oído, de hecho (por lo que tú mismo afirmas) no has visto el pleno ni has leído la moción que presentamos sobre las inmatriculaciones de la Iglesia, que es otro asunto del que veo desconoces la realidad tanto jurídica como ética.

No me molesta que me califiques como “rojo”, porque esa definición que para ti puede ser peyorativa para mí supone un orgullo. Sí me irrita que utilices el incomprensible victimismo de afirmar que actuamos movidos por animadversión a la Iglesia. Hemos hablado tú y yo en muchas ocasiones  sobre la religión y la fe, y estoy seguro que tú mismo no coincides con lo que planteas. Sabes que no tengo ninguna aversión a la Iglesia, aunque sí a las jerarquías eclesiásticas que día a día van huyendo más de los problemas reales de la sociedad, e incluso de sus propios fieles y que se permiten el lujo de realizar comentarios homófobos y misóginos día sí y día también, actuando siempre de la mano de las élites y no del pueblo.

El único interés de Unidad Vecinal Egabrense es la defensa del patrimonio histórico, esté ubicado en una iglesia, en un castillo o en una dependencia municipal. Creo que no es tan difícil de entender, pero cuando se tiene el barniz de muchos años de cercanía a los postulados más retrógrados de los que están en el poder eclesial, algún poso se queda irremediablemente en el subconsciente.

No deberías juzgar sin datos, ni guiarte únicamente por lo que supones o te comentan otras personas.  “No juzguéis para que no seáis juzgados” (Mateo 7:1).

Sobre el asunto de las inmatriculaciones, compruebo que jurídicamente desconoces la realidad de estos actos. La única afirmación que haces es que la inscripción de un bien en el Registro de la Propiedad no determina la propiedad de dicho bien. Algo tan obvio que no entiendo a qué viene. Incluso en el pleno de julio yo utilicé ese mismo argumento ante las incomprensibles argumentaciones del portavoz de Ciudadanos para votar “no” a la moción que trataba de este asunto.

Afortunadamente, al no implicar propiedad el registro de un bien, cabe la posibilidad de reclamarlo por su dueño efectivo una vez comprobada la legitimidad de los medios de prueba que acompañen esa reclamación de propiedad. El problema está en que la legislación, hasta el año 2015, ofrecía unos privilegios decimonónicos a la Iglesia católica para poder proceder indiscriminadamente a la inmatriculación de bienes, bastando únicamente un autocertificado del Obispo o el Arzobispo afirmando que un determinado bien les pertenecía, sin adjuntar ningún título que confirmara el derecho privativo sobre el mismo. No voy a hacer aquí una exposición exhaustiva de la legislación al respecto de las inmatriculaciones, pues ya lo hice en la moción y en el pleno, por lo que, de estar interesado puedes buscarla en redes sociales o yo mismo te la puedo proporcionar.

Nuestro interés, como en el caso de las remodelaciones sin autorización realizadas en la Iglesia Asunción y Ángeles, es conocer cuáles son los inmuebles inmatriculados en nuestra ciudad, sólo eso, conocer cuáles, y una vez que los sepamos comprobar si la propiedad de los mismos es de la Iglesia o no.

Podría ampliar mucho más mi argumentación, aunque no sé si merece la pena. Recuerdo que hace tiempo escribías artículos bien redactados y argumentados, con los que se podía estar de acuerdo o no, pero últimamente me ha sorprendido mucho que lo que antes eran argumentos ahora son sospechas o rumores, lo que antes era escritura casi barroca ahora es escritura preñada de frases soeces, lo que antes era respeto (más o menos) ahora son descalificaciones, cuando no insultos, siempre apostillando que lo haces dentro de tu derecho a la libertad de expresión. Yo también utilizo mi libertad de expresión para escribir estas pocas líneas, que entiendo no hubiesen sido necesarias si me hubieses llamado para contrastar tus ambiguos argumentos. Creo, sinceramente,  que no puedes pensar continuamente que todos (o casi todos) van en dirección contraria y tú (y algún acólito más) sois los únicos que circuláis por la vía adecuada.  Mal, Antonio, mal.

¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: “Hermano, deja que te saque la paja de tu ojo”, tú que no ves la viga que tienes en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano” (Lucas 6, 41-42).