Opiniones

"El Periódico digital para el sur de Córdoba"

Autocríticas

   Para analizar con alguna solvencia los resultados de las elecciones gallegas y vascas del pasado domingo, intentemos primero desterrar de la tramoya política los elementos de “atrezzo” de los que solemos abusar la Izquierda.

    En primer lugar, enterremos la quijada de burro de Caín, con la que machacamos la cabeza del “camarada y sin embargo enemigo” en cualquier disensión interna que se cruce en nuestro camino.

    También convendría alejar los espectáculos teatrales de autoflagelo histriónico, ateos remedando a los “picaos” de San Vicente de la Sonsierra haciéndose trizas las espaldas con el látigo por los errores propios y ajenos. Y mientras entonan a coro el “mea culpa”, la asamblea que hasta ayer los aclamaba hoy grita: “Humíllaos más, humíllaos un poco más que atrás no se oye bien”.

    Ni por supuesto permitir a los dirigentes de turno que pretendan solventar la papeleta con un “bostwano “ en el que el interpelado -lleve coleta o triángulo rojo-, sosteniéndose con muletas al tener las piernas partidas tras el batacazo ( electoral) resuelva la situación con un simple: “Lo siento. Me equivoqué. No lo volveré a hacer más” . Aunque tengamos la tranquilidad de saber que el compungido no tiene decenas de millones en paraísos fiscales ni amiguitas con caprichos pagados a costa del erario público.

     Con estas premisas intentemos sacar alguna conclusión del desolador paisaje que anteayer volvió a ponerse delante de la Izquierda transformadora. Antes de nada una verdad de perogrullo. Si hubiera que calificar el resultado con dos palabras, las elegidas serían “ Desastre total” en Galicia y “¡Vaya hostia!” en Euskadi.

     No se puede definir de otra manera pasar del 19'03% de Marea al 3'93% de Galicia en Común o del 14'86 al 8'03 en el País Vasco. Con el agravante en el primer caso de perder de camino toda la representación parlamentaria.

    Es verdad que la situación admite matices pues la curva descendente ya estaba muy marcada en las elecciones generales gallegas de noviembre de 2019 cuando se obtuvieron el 12'66 y 106 mil votos (un 52% más que ahora). Por cierto, también es llamativo -aunque pase desapercibido entre los medios de difusión ideológica- el resultado de Vox. En las generales obtuvo un 7,8 y ahora un 2,03 con lo que tampoco pueden sacar pecho de legionario y desfilar con la cabra. Pero el mal del otro no dejaría de ser un consuelo para tontos que no sirve ni de clavo ardiendo al que agarrarse.

Esa situación no se daba en el País Vasco donde se mantuvo un 15'41 % de los sufragios en las generales pasadas y ahora se ha producido la contundentemente caída.

   Siguiendo con los datos "la cuenta la vieja" que hacían nuestras abuelas parece que la fuga está localizada. Los votos no se han movido de sector ideológico, pero cambiaron la bandera. Tienen toda la pinta de haber engrosado al nacionalismo de izquierdas representado por el BNG y EH Bildu. Los primeros pasan del 8.33 al 21.06 y los segundos del 21.6 al 27.84. Casi un encaje de bolillos.

    Y ahora vuelven las dos preguntas que tantas veces han acompañado nuestra militancia, sufridora  en sus carnes de lo poco que suele durar la alegría en la casa del pobre: “¿ Por qué?” “¿Qué hacer?”. Otra vez  el título de Lenin ( Что делать?/¿Qué hacer? ) sobrevolando los análisis.

    Los "porqués", como los gustos, son variopintos y es reconocida la soberbia capacidad (solera pura) que tenemos para elaborar listas de fallos que hacen palidecer la de los reyes godos. Por aquí dejo – desde la comodidad de la barrera, por eso no le arriendo ganancias a quienes están en el día a día de la gestión- algunos de los míos.

    Me refiero a los "porqués" propios. El tener a los medios y periodistas paniaguados disparando a  la yugular o recibir los ataques furibundos de los lameculos de todos los Amancio Ortega que en España son, vienen en la nómina. Ante ellos debemos estar vacunados.

    Con la pequeña legitimidad que da tener claro que Unidas Podemos "son los nuestros" y que en su creación el Colectivo Prometeo encabezado por nuestro querido Julio volcó todos sus esfuerzos, resaltaría algunas taras a mi entender evidentes:

-En los pocos ratos libres que han dejado la vorágine de procesos electorales se ha tenido poco tiempo y nulo interés en crear organización.

-Las discrepancias internas pasan por nuestros lares factura con IVA triple. Nos cuesta mucho seguir la dieta del “trágala” .

-El hiperliderazgo que puede servir de amarre y baliza en momentos puntuales o de arranque, también lastra cuando no va acompañado de estructura militante. Si además se quiere  un "amén" o asentimiento ante decisiones como mínimo discutibles la zapatiesta es segura.

-Subordinar todo el trabajo político de UP al plano institucional e intentar convertir toda acción en defensa del Gobierno hace perder frescura. Entrar en los despachos no es negativo “per se”, pero sí una trampa mortal cuando se deja de escuchar la calle. 

-En un momento de reflujo de las grandes movilizaciones (15M/ Marchas de la Dignidad/ Mareas/ Stop Desahucios...)  ha existido desconexión con la sociedad civil crítica. Sin el apoyo de la ciudadanía movilizada todo se vuelve flor de un día

-La entrada en el gobierno de coalición con el PSOE fue un matrimonio de conveniencia, no querido y con un tufo decimonónico. Me explico: las circunstancias adversas acuciaban a los dos contrayentes y dejaron el amor para después, con la esperanza de que el roce hiciera el cariño. Pese a lo minoritario de la presencia de UP y su peso subordinado , la Derecha – que sí cree en la lucha de clases y la practica-sueña y hace todo lo posible para disolverlo. No tanto por la actual labor de gobierno sino por lo que una correlación de fuerzas distintas - una vez roto el tabú de los ministerios- podría llegar a poner sobre la mesa en defensa del sector público, transparencia, fiscalidad progresiva, derechos sociales...Pero no se cambia la correlación de fuerzas por decreto. Nuevamente falta la calle empujando .

    Y estas variables, a las que tú puedes añadir tu lista, se han concretado en las elecciones gallegas y vascas. De ahí el fiasco y la cara de boxeador noqueado que se nos ha puesto.

¿ ómo podemos salir del atolladero? 

En primer lugar, con calma y sin tirar por la ventana al niño junto al agua sucia. Unas elecciones autonómicas no son extrapolables a unas generales pues una parte importante del electorado tiene capacidad de discernimiento y juega ligas distintas. Pero podría ayudar algunas prevenciones:

-Cuando se dé un paso en la dirección correcta como por ejemplo el Ingreso Mínimo Vital no se puede caer en el siguiente en la zanja del posibilismo y vender un elemento positivo e inicial como “el no va más“ ya cerrado e incuestionable. No podemos renunciar en ese camino a la propuesta   lanzada con anterioridad de la Renta Básica. Ni las magnitudes ni el resultado buscado son equiparables.

-Hay que tirar de pedagogía y debate interno. Es tiempo de recuperar del cajón en el que dormita las áreas de elaboración colectiva que alumbraron la primera IU y que se guardaron a medida que se imponía la burocratización.

-Dentro de esa pedagogía, meter en los tuétanos del mensaje el “discurso profético” del que hablaba Julio. La capacidad de describir la realidad, una vez estudiada y analizada, con toda la crudeza, sin regalar los oídos. Sostener el mensaje pese a las críticas que lloverán. Si el análisis es fundado las consecuencias terminan viéndose. Así se actuó con el tema UE, Euro, denuncia de corrupción generalizada del Sistema, advertencia del suicidio que significa desmantelar los pilares Públicos con ejemplos evidentes como la Sanidad y la situación a la que nos estamos enfrentando en esta pandemia.

-Por supuesto que da rabia e impotencia comprobar como las urnas premian políticas antisociales y privatizadoras mientras nos vuelven la espalda. Pero no echemos la culpa al votante, sino a nuestra incapacidad para  transmitir.

Es el momento de metas claras e   ideas básicas entendibles y posibles, sin galimatías ni recovecos indescifrables.

Por poner algunas: salario mínimo de 1000 euros, ninguna pensión por debajo del SMI, extensión y ampliación de las prestaciones de desempleo (algo se está andando ya, lo que es positivo) más aún en las actuales condiciones del Covid19, Renta Básica, Reforma Fiscal ( lucha contra fraude , paraísos fiscales, desaparición SICAV, que la Iglesia pague IBI), Banca Pública, Nacionalización de sectores estratégicos, cumplimiento de la Constitución del 78 y de la Declaración Universal de Derechos Humanos, control de los canales de distribución alimentaria y lucha contra los oligopolios, separación efectiva Iglesia/Estado, reforma del sistema electoral, Economía sostenible...

    Como decíamos en el Manifiesto "El Hoy y el Mañana: Razones para nuestro compromiso", de cómo abordemos nuestro hoy dependerá que en España haya un mañana con futuro para nuestros hijos. Y para que éste sea fructífero tiene que  venir de la mano  de un Estado fuerte y una Sociedad Civil fuerte.

    Por ello esta vez tampoco toca rendirse, más bien sacudirse el polvo y tentar las magulladuras para continuar en la brega. Pero reiniciando, conectando nuevamente con el espíritu de renovación y cuestionamiento del Sistema que nos hizo llegar a tantos millones de corazones. Porque o nosotros hacemos del trabajo, trabajo, trabajo nuestro "programa, programa, programa "o nos harán la contrarrevolución conservadora sin ni siquiera haber llegado a formular una revolución.

    Y eso pasa por reconectar con Marchas, Mareas, protestas de jornaleros y precarios, denunciar el abuso y explotación que no distingue entre nacionales e inmigrantes pues el patrón sigue siendo insaciable y come de todo, beber de los orígenes e intentar diferenciar lo esencial de lo accesorio.

   Más tajo y trabajo de campo y menos “likes”. Aunque el “agitprop” sea también una herramienta útil, necesaria e imprescindible. Pero no la única.

   Nos engañaríamos si no aceptáramos que hoy estamos más débiles que hace una semana. Pero en nuestras manos está el seguir cuesta abajo y sin frenos o enderezar el rumbo recuperando el olfato que nos hizo captar los anhelos de una parte importante de la ciudadanía hace apenas cinco años.

Lo de rendirse, doblegarse o tirar la toalla no sabemos conjugarlo

¿Autocrítica? la que haga falta. Pero sin caer en la tentación del suicidio que luego cuesta mucho quitar las manchas